Obama en las distancias cortas

Quienes han tratado de cerca a Barack Obama señalan a ABC que es una persona cordial, pero algo fría

Washington / Madrid Actualizado: Guardar
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Respetuoso y cordial, pero distante. Siempre amable y atento, aunque no tan cálido en las distancias cortas. Salvo que se trate de su propia familia, que es donde emerge la persona cercana y cariñosa, como padre ejemplar que intenta ser. Así describen a Barack Obama quienes más cerca han estado en el día a día de su ámbito personal y profesional.

La frialdad que se le atribuye le ha permitido afrontar situaciones límite, como la del 2009 de su aterrizaje, cuando el estallido de la burbuja financiera hacía saltar por los aires la economía real y había que intervenir entidades financieras. O cuando tuvo que dar la cara en el funeral por los cinco policías muertos en Dallas a manos de un pistolero afroamericano, hace apenas medio año, en medio de un ambiente de crispación racial.

El periodista Timothy Egan no tiene dudas al valorar su lado más personal: «No importa lo que uno pueda pensar de su lado ejecutivo; es difícil no hablar del Obama ser humano como un modelo de clase y dignidad».

Caroline Kennedy, hija del malogrado presidente y que le ha tratado mucho, remarca más su capacidad de convicción: «Tiene una especial habilidad para que creamos en nosotros mismos y en los más altos ideales, y para que imaginemos que juntos podemos hacer grandes cosas».

«Igual en cámara que en off»

Mientras que Arun Chaudhary, del equipo de comunicación audiovisual de la Casa Blanca, le describe como «igual ante la cámara que como se muestra en off, calmado, pensativo y con mucho sentido del humor».

Aunque su indiscutible formación de profesor de Derecho Constitucional y su brillantez para la oratoria también le han elevado en exceso, no sin algo de arrogancia intelectual, como reconoce su jefe de campaña en 2008, David Axelrod: «Obama no acepta que la derrota de Hillary haya sido la derrota de su idea de Estados Unidos. Está convencido de que si él hubiera sido el candidato, le habría ganado a Trump».

Además, cuando se acusa a la mayoría republicana de bloquear la iniciativa política de Obama, algo que es certero, se olvida que también ha tenido que ver su «falta de cintura política», en palabras de Fareed Zakaria, analista de la CNN.

En muy escasas ocasiones el primer presidente negro de la historia del país ha mostrado un decidido esfuerzo por acercar posturas con el partido opositor, y menos por una afición a politiquear. Lo refleja Michael D. Shear, de «The New York Times». Su comparación con Bill Clinton es definitiva: «Mientras que Obama aprovechaba las últimas horas del día en la Casa Blanca para encerrarse en las salas más silenciosas de la mansión para leer y estudiar discursos, su antecesor demócrata dedicaba el mismo tiempo a atender llamadas de amigos congresistas, empresarios y ejecutivos».

Pero no puede decirse que Obama haya ahorrado méritos a quienes se encontraban en sus antípodas ideológicas. Cuenta Fareed Zakaria que en una ocasión, en 2010, en la Casa Blanca, el presidente expresó a un grupo de historiadores que Ronald Reagan, y no Richard Nixon ni Bill Clinton, había logrado «cambiar el rumbo de Estados Unidos». Aunque con el añadido de que «probablemente el país estaba preparado para ello». Zakaria concluye: «No tengo claro que el país estuviera preparado para el cambio de Obama».

El presidente número 44 ha dejado un particular sello en la forma de conducir la siempre difícil gestión en el Despacho Oval, donde confluye el sinfín de tareas del día a día, desde llamadas hasta firmas de documentos, pasando por los asuntos calientes de su ejército de asesores. Obama utilizó ese equipo como muro infranqueable para llegar hasta él.

Puede que ese haya sido el secreto de que su Administración apenas haya estado rodeada de casos de corrupción. Denis McDonough, jefe de gabinete de Obama, presume así: «Una de las cosas que podemos decir con orgullo es que esta Administración ha estado libre de escándalos».

Al director de cine Michael Moore, conocido por sus críticas al poder desde el mundo liberal, no le aporta tanto ese logro. Al contrario. En ocho años, ha evolucionado desde ser uno de sus más fervientes apoyos a realizar este demoledor balance: «Señor Obama: solo serás recordado como el primer presidente negro. No está mal, pero es todo».

Entre quienes han tenido trato directo con el presidente saliente hay españoles que, en general, destacan su sencillez y su determinación para obtener logros como el «Obamacare» o el Tratado de París contra el cambio climático.

Uno de sus grandes defensores es el chef José Andrés, naturalizado como estadounidense, que en 2014 fue distinguido en 2014 por el propio Obama como Estadounidense por Elección Excepcional. A su juicio, «gana mucho más en las distancias cortas». Cuando lo ha tratado, asegura a ABC, ha sido una «persona increíblemente cortés, siempre con una gran sonrisa, que no es fácil cuando estás 24 horas al día y siete días a la semana delante del público». El cocinero, que posee ya restaurantes en ciudades como Washington, Los Ángeles, Miami o Las Vegas, señala que el aún inquilino de la Casa Blanca «siempre tiene la palabra y el saludo correctos, te mira fijamente a los ojos y te escucha».

El cantante madrileño Alejandro Sanz coincide en que, cuando conoció a Obama, se mostró «muy cercano». Sanz, que comparte con el presidente estadounidense su interés por el medio ambiente y en 2013 participó en una expedición de Greenpeace al Ártico para pedir su protección, recibió del propio Obama una carta en respuesta a su petición de que Estados Unidos apoyara crear un santuario en esa zona del planeta. «Pocos retos son más urgentes que el cambio climático, y aprecio escuchar sus preocupaciones», encabezaba el presidente su misiva.

Sanz señala a este diario que Obama «ha hecho cosas muy positivas, como apoyar las renovables con leyes y ayudas para que se desarrollaran», normas para «reducir la contaminación de las centrales térmicas de carbón y para hacer los coches más eficientes y limpios», así como la protección de Ártico «para que no se hagan nunca más prospecciones petrolíferas». Sanz espera que su sucesor, Donald Trump, «no se alíe con los negacionistas del cambio climático, algo que sería dramático, no solo para EE.UU., sino para todo el planeta».

El canario Juan Verde ha trabajado con él como subsecretario para Europa en el Departamento de Comercio, e insiste en su sencillez. «Se siente igual de cómodo hablando con el inmigrante que limpia la oficina de la Casa Blanca que con un jefe de Estado».

A su juicio, es un líder «dialogante», que «busca continuamente la opinión de los demás», pero exige argumentos «absolutamente sólidos y coherentes», porque «te pregunta una y otra vez, y no admite propuestas simples para problemas complejos». «Le gusta bajar al nivel más profundo de análisis y, si no lo ve, intenta buscar soluciones alternativas en las que uno ni había pensado».

Por su parte, el exministro de Asuntos Exteriores José Manuel García-Margallo señala que, en las distintas ocasiones en que ha tratado con Obama, ha habido «un contacto muy natural, poco encorsetado, poco diplomático». «A los dos minutos ya no estás hablando con el presidente de EE.UU.». Asegura que en su día, en una conversación «en mangas de camisa y sin chaqueta», le anticipó que iba a intervenir en la campaña electoral a favor de Hillary Clinton, porque él sabía «cómo se ganan elecciones».

«Un personaje histórico»

Margallo considera que se trata de «un personaje histórico» que «será recordado en el futuro» y destaca que haya ampliado la cobertura sanitaria a millones de ciudadanos que carecían de ella y que no solo haya superado la recesión con que empezó su primer mandato, sino que haya acabado con con un paro inferior al 5% y una subida del poder adquisitivo. Entre sus sombras apunta al ámbito internacional, sobre todo la situación en Siria.

El exconsejero vasco de Salud Rafael Bengoa conoce de cerca la principal medida social que pretendía dejar el presidente, el «Obamacare», que también parece destinada a ser la primera en ser suprimida en la era Trump. Bengoa trabajó para implementar en los estados este programa para la ampliación de la asistencia sanitaria y afirma sin dudar: «Su legado de equidad es espectacular».

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