Entrevista

«Macron siempre quiere tener la última palabra como un monarca autoritario»

Anne Fulda, responsable de la sección «Retratos» del conservador «Le Figaro», habla en ABC del presidente francés y sus primeros meses en el poder

F.J. Calero

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De enfermo de Europa a país del año, hace cinco años el semanario británico «The Economist» recibía al socialista François Hollande con varias baguettes en forma de bomba que amenazaban a una temblorosa zona euro, esta semana la misma publicación, poco sospechosa de francofilia, habla de «le jour de gloire est arrivé» (el día de gloria ha llegado) a ritmo de Marsellesa. Como némesis de los Trump y Putin , el fenómeno mediático de Emmanuel Macron ha lavado la cara de Francia entre las élites financieras. Con él, París se ha quedado con los Juegos Olímpicos de 2024, ha lanzado una campaña para atraer a los mejores científicos del mundo para la lucha contra el cambio climático y además ha logrado aprobar sin apenas contestación en las calles una reforma que le costó a Hollande fotografías como la de un coche patrulla incendiado. Su determinación reformista, su liderazgo europeísta y su victoria ante «Satán» ( Maríne Le Pen ) parecen haberle concedido un cheque en blanco.

Anne Fulda

Los críticos de Macron se burlan de su grandiosidad (aspira a ser un presidente jupiteriano ) y se afanan en destacar su arrogancia y salidas de tono. Como las que tuvo en Burkina Faso durante su gira africana del pasado noviembre, cuando, visiblemente molesto por la pregunta de un estudiante, el presidente francés se dejó llevar: «¿Pero quiénes son los traficantes? Estos no son franceses. (...) Estos son africanos que esclavizan a otros africanos». Macron añadió: «Y hay europeos que se benefician de este camino de miseria en Europa, y eso es inaceptable». En la cumbre del G20 del pasado julio fue acusado de racista tras su respuesta ante la pregunta de un reportero de Costa de Marfil sobre un «plan Marshall» para el continente africano. «El desafío de África es diferente, es mucho más profundo, es civilizacional», espetó Macron, que concluyó que «mientras que los países sigan teniendo de siete a ocho hijos por mujer, puedes decidirte a gastar miles de millones de euros, pero no estabilizarás nada».

Anne Fulda (París, 1963) , responsable de la sección «Portraits» del conservador Le Figaro, publicó durante la campaña presidencial de la pasada primavera una biografía titulada en Francia «Macron, un jeune homme si parfait» (Un joven tan perfecto). Aun con un título menos pomposo en español («El presidente que ha sorprendido a Europa») que en su primera edición, Fulda no oculta su admiración por Macron definiéndole como un hombre completamente seductor (especialmente con quienes le doblan en edad) y que, al mismo tiempo, asume orgullosamente aquello que es.

Después de seis meses en el poder, ¿Macron está en la derecha o en la izquierda?

Desde su elección, Emmanuel Macron ha dinamitado el sistema político francés. Ha compuesto un gobierno donde conviven un primer ministro y ministros provenientes de la derecha, izquierda y tecnócratas sin pertenencia reconocida a ningún partido. Para el resto, es interesante ver que la oposición parece, por el momento, inexistente. El Partido Socialista se desangra, los Republicanos, que acaban de elegir un nuevo presidente, Laurent Wauquiez, tienen muchas dificultades para ser escuchados e incluso Francia Insumisa, de Jean-Luc Mélenchon, y el Frente Nacional, de Marine Le Pen, los dos partidos antisistema, apenas tienen hueco mediático. Haciendo balance, su reforma del Código de Trabajo, su plan económico y reformas parecen escorarse más hacia la derecha.

Usted le describe como hijo del sistema y al mismo tiempo como ovni político. ¿Qué es en realidad?

Sin duda, Macron es las dos cosas. Es un hijo del sistema porque ha seguido la misma senda del resto y las mismas «grandes écoles», pero también es un ovni político porque jamás nadie ha llegado a ser presidente de la República a la manera que lo ha hecho Macron: se le han alineado los planetas para poder quemar etapas tan rápido.

En el libro escribe que el presidente tiene una obsesión: ser amado y admirado. No debe haberle sentado muy bien que su índice de aprobación se haya desplomado en tan poco tiempo…

En realidad, Macron ha conseguido algo inédito: revertir su curva de popularidad. Evidentemente le gusta ser admirado pero se ha dado cuenta de que su popularidad había caído y ha tenido en cuenta los reproches para hacer ajustes en su comunicación.

El presidente francés, Emmanuel Macron, y a su esposa, Brigitte Macron EFE

Las encuestas dicen que Macron es muy arrogante y únicamente se preocupa por los ricos. ¿Está usted de acuerdo? ¿Es peligroso tener un presidente aparentemente tan mesiánico?

Es interesante que él mismo asuma esta acusación de presidente de los ricos. En una entrevista reciente ha explicado que había que ayudar a los «primeros de cuerda» para crear una especie de efecto de entrenamiento, de círculos virtuosos que favorezcan a las clases más desfavorecidas. Este perfil mesiánico que usted evoca él lo ha borrado desde su elección; por otro lado, asume el papel monárquico de la oficina presidencial.

Observando ciertos momentos de Macron, este parece tener un problema de susceptibilidad y de no dominar ciertos impulsos como los arranques de arrogancia que tuvo en su gira africana.

Al mismo tiempo, tiene un control extremo y parece que en otras ocasiones tiene dificultades para ocultar sus sentimientos. Por ejemplo, tiene una fuerte propensión a hacer discursos extremadamente largos, que, aunque generalmente están muy bien estructurados, pierden eficacia. Esta incapacidad para controlar su discurso es una reminiscencia de la retórica de algunos líderes de regímenes autoritarios. Es como si siempre quisiera tener la última palabra.

Durante la campaña, muchos predijeron el final de la Quinta República. ¿Es Macron su héroe o su canto de cisne?

No, estamos lejos del final de la Quinta República. Macron se deleita dentro de las hechuras de monarca diseñadas por el general De Gaulle. Ahora lo que se cuestiona es el sistema bipartidista.

En el libro «Revolución», Macron describe su estrategia para contener la extrema derecha: esta debe ser confrontada, no evitada. ¿Está de acuerdo?

Este deseo de enfrentarse a la extrema derecha lo puso a prueba especialmente durante el debate televisado contra Marine Le Pen entre las dos rondas. Y en lugar de emplearse en temas clásicos o cubrirlo de anatemas, prefirió evidenciar su ignorancia en asuntos económicos y su incapacidad para ocupar el cargo presidencial. Esto ha sido tremendamente efectivo. Ahora habrá que ver si esto debilitará permanentemente al Frente Nacional. Esto lo sabremos en las elecciones europeas, que favorecen generalmente a los extremos.

¿Es Macron lo que Sarkozy siempre quiso ser?

En cierto modo, es cierto: Macron se da cuenta de lo que Sarkozy había soñado ser en el pasado y quiso ponerlo en práctica en 2007. Tiene el mismo deseo de transgredir los límites partidistas, esta forma de querer nombrar las cosas por su nombre y que deja a todos en shock.

Macron dijo que hará de la igualdad de género la «gran causa» de su mandato de cinco años, a pesar de que aunque haya buscado una paridad en su gobierno la distribución de poderes sigue siendo desigual. ¿Esta usted de acuerdo? ¿Será solo bla, bla, bla o realmente invertirá en esto? ¿Es realmente feminista?

Mas que feminista, Macron cree que no hay diferencia entre hombres y mujeres y que también los juzga. No debemos olvidar que dos mujeres lo han convertido en lo que es hoy: su abuela, que tuvo un papel fundamental, y su esposa Brigitte. En cuanto a la paridad, no la ha convertido en una prioridad y, además, no parece considerar el velo como una marca de esclavitud de la mujer en relación con el hombre.

¿Cree que habría ganado las elecciones sin usar las figuras de su abuela y Brigitte?

Sí, pero es evidente que la explotación de sus vínculos con estas dos mujeres lo ayudó a construir una narrativa efectiva.

Durante la visita de Trump a París, el presidente estadounidense hizo una broma que no fue demasiado agradable para Brigitte Macron. ¿Sufre ella un sexismo más acentuado por su edad con respecto a otras primeras damas?

No, ya no. Su figura es bastante popular. Ella no ha cometido ningún error desde la elección de Macron.

Escribe en el libro que Macron ha exagerado su relación con el filósofo Paul Ricoeur para crear un relato de intelectual que llega a presidente. Sus padres están descontentos porque prácticamente solo recuerda el papel de su abuela y poco o nada lo que ellos hicieron por él e incluso antiguos colegas lo describen como una sanguijuela. ¿Es Macron un impostor?

La palabra impostor es un poco fuerte. Pero tiene una obsesión: dominar su vida, su destino e incluso embellecer la realidad a veces.

Macron se negó a hacer la entrevista televisiva tradicional del 14 de julio y criticó rotundamente a los periodistas durante los primeros meses en el poder. ¿Desprecia a los periodistas?

Al igual que Sarkozy, Macron primero los usó y ahora trata de alejarse de ellos. Él no tiene mucha estima por la mayoría de ellos y rechaza el tipo de familiaridad que puede haber existido entre algunos de sus predecesores y la prensa.

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