Macron llama a tres mujeres fuertes para recuperar el prestigio de su Gobierno

Mantiene la dirección de la economía en manos de veteranos conservadores

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A los cuarenta días de ser elegido presidente de Francia, con unos poderes «totales», Emmanuel Macron ha puesto fin a su primera crisis de gobierno, confirmando en su equipo económico a ministros conservadores, y llamando a tres mujeres fuertes, de prestigio en sus respectivas profesiones, para sustituir a tres de los ministros que han dimitido tras ser acusados de corrupción.

El nuevo Ejecutivo, además, intenta no modificar en exceso los grandes equilibrios políticos en los que se sostiene un Gabinete integrado por figuras de la derecha, del centro, del social-reformismo, de la sociedad civil, altos funcionarios y muchas mujeres de muy altos vuelos profesionales.

La dimisión de sus ministros de Defensa, Sylvie Goulard, Justicia, François Bayrou, Asuntos Europeos, Mariela de Sarnez, y Cohesión Territorial, Richard Ferrand, abrió una grave crisis que el jefe de Estado ha intentado detener con la misma rapidez con que se desencadenó.

Bayrou, Goulard y Sarnez están envueltos en un escándalo de financiación de su partido, el MoDem (Movimiento Demócrata, aliado de Macron), con el dinero que el Parlamento Europeo concede a los eurodiputados para pagar a sus asistentes parlamentarios. Tras prometer la «moralización» de la vida pública, la utilización del dinero europeo para financiar un partido francés levanta colosales sospechas.

Escarnio

Y para mayor escarnio, el exministro de Justicia y líder de MoDem, François Bayrou, era el encargado de preparar las leyes para la moralización de la vida pública francesa. Ricard Ferrand, por su parte, está acusado de haber favorecido a su amante cuando fue director general de Las Mutuas de Bretaña.

Se trata de «manchas veniales» pero peligrosas, que podían «ensuciar» la imagen presidencial. Trasladado Ferrand para dirigir el grupo parlamentario de Macron en la Asamblea Nacional y dimitidos los tres ministros centristas, el presidente procedió ayer a una operación de cirugía a corazón abierto, lavando la cara de su gobierno saliente con nuevos rostros llamados a «dorar» el «aura» del jefe del Estado.

François Bayrou es sustituido por Nicole Belloubet, catedrática de Derecho europeo, colaboradora de un gobierno socialista. Bayrou, un viejo cocodrilo curtido en todas las argucias de la política tradicional, es sustituido por una señora curtida en aulas jupiterinas.

Sylvie Goulard, ministra de Defensa, es sustituida por Florence Parly, empresaria que ha hecho toda su carrera en Air France y la SNCF, la Renfe francesa. Goulard, una gran señora de la diplomacia europea, es sustituida así por una gran dama empresaria.

Mariela de Sarnez, ministra de Asuntos Europeos, es reemplazada por Nathalie Loiseau, una diplomática ultra profesional. Una especialista en todas las intrigas palaciegas de las incontables familias centristas sustituida por una señora curtida en las negociaciones multilaterales.

Y Ricard Ferrand es sustituido por Jacques Mézard, un centrista de toda la vida y político de vieja escuela.

Al frente del gobierno continúa Édouard Philippe, un conservador clásico, antiguo portavoz y director de gabinete de Alain Juppé, alcalde de Burdeos, personalidad histórica del conservadurismo francés. Bruno Le Maire, antiguo ministro de Nicolas Sarkozy, se confirma como ministro de Economía. Gérald Darmanin, exportavoz oficial de Nicolas Sarkozy, seguirá siendo ministro del Presupuesto, responsable de los inevitables recortes que deberán realizarse en los próximos presupuestos del Estado.

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