Un vendedor de chalecos para inmigrantes en una calle de Esmirna (Turquía)
Un vendedor de chalecos para inmigrantes en una calle de Esmirna (Turquía) - Reuters

Lucrarse a costa de los inmigrantes en Turquía

Aunque ha bajado el número de llegadas, el negocio con los refugiados sigue cobrándose vidas humanas

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Emmanuel trata de hacerse entender con el vendedor turco para comprar pasta de dientes. Este joven congoleño viaja con otras tres personas del África subsahariana, con los que se hospeda en una barata pensión del barrio de Basmane, en Esmirna, la principal ciudad del oeste de Turquía. Este barrio, plagado de pequeños hoteles, es un conocido punto de encuentro entre traficantes y refugiados e inmigrantes.

«No, no queremos ir a Grecia, somos turistas», responde Emmanuel y se refugia rápidamente en su pensión. A pocos metros un hombre iraquí, pegado a su teléfono móvil, espera cerca de la puerta del hotel Derya. Dentro, según Ahmet, el recepcionista, hay en esos momentos 14 kurdoiraquíes. «Ahora duermen todos», susurra el hombre de mediana edad.

«Antes había muchísimos más, pero sí, sigue habiendo refugiados. Se suelen quedar en el hotel como mucho 14 o 15 días».

«El Gobierno utiliza a los refugiados como baza para mostrar a la UE que pueden enfrentarse a otra crisis en cualquier momento»
Ilke Şanlier Yüksel

Los comercios cercanos también siguen aprovechándose de los refugiados mediante la venta de chalecos salvavidas, que son en realidad pedazos de corcho blanco cubiertos del plástico naranja. El precio se puede regatear; hasta 70 liras (unos 20 euros) rebaja el vendedor. En la mayoría de establecimientos ya solo se muestran en la trastienda, aunque todavía se ven escaparates plagados de ellos.

Antes del pacto entre Turquía y la Unión Europea, en las callejuelas de Basmane era fácil encontrar a conseguidores de viajes, es decir. Hoy se han vuelto más elusivos. Hace unos días uno de sus colegas, un ciudadano turco, fue condenado por la Justicia griega a 63 años de cárcel y a una multa de 400.000 euros.

¿Por qué entonces siguen funcionando las mafias? «La respuesta es política», apunta a ABC Ilke Şanlier Yüksel, académica del Centro de Investigación de la Migración de la Universidad turca Koç. «El Gobierno está utilizando a los refugiados como baza para mostrar a la UE que pueden enfrentarse a otra crisis en cualquier momento. Eso es por lo que, pienso yo, no están deteniendo por completo el tráfico».

Siguen las muertes

Aunque en territorio turco nadie se considera culpable, el negocio con los refugiados e inmigrantes sigue cobrándose vidas. El número de llegadas a las islas griegas se ha reducido a una media de menos de 100 personas diarias, pero las muertes no se han detenido por completo. El pasado 20 de diciembre cuatro niños y una mujer se ahogaron cerca de la localidad turca de Ayvalik al hundirse el barco con el que intentaban llegar a Lesbos.

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