La lenguaraz asesora inseparable de Macron en la campaña presidencial, nueva portavoz del Gobierno

Sibeth Ndiaye ha dejado perlas como: «Las ayudas sociales cuestan una pasta gansa» y «Yes, la meuf is dead» (Si, la moza ha muerto), sobre la muerte de la heroína francesa Simone Veil

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Sibeth Ndiaye es la mujer que mejor conoce todos los secretos políticos de Emmanuel Macron , después de Brigitte , la esposa del presidente. Con ella llega el escándalo, tras su nombramiento como portavoz del Gobierno.

Ndiaye (39 años) nació en Senegal y se nacionalizó francesa el 2016. Nacida en el seno de una familia muy acomodada, madre jurista de altos vuelos, padre político de primera importancia, fue la primera y única responsable de la comunicación personal del candidato Macron, que la convirtió en directora del mismo equipo, en el Elíseo, donde ha estado en primera línea de combate, siembre al borde del escándalo.

Se le presta esta frase: «Soy capaz de mentir, para proteger al presidente». Pero ella la desmiente, con un vigor muy contenido. No desmiente su participación en la difusión de noticias y rumores para intentar evitar que Macron fuese salpicado por el escándalo de su «gorila» y guardaespaldas, Alexandre Benalla , culpable de apalear a manifestantes anti Macron. Ella fue quien contribuyó a difundir un montaje de vídeo, falso, para intentar «excusar» a Benalla.

Su «franqueza» legendaria causa estragos, como autora de muchos tuits firmados por Macron. Ella fue la autora de: «Las ayudas sociales cuestan una pasta gansa », que tuvo un costo político muy duro para el presidente. Cuando un periodista le pide que confirme la noticia de la muerte de Simone Veil, heroina nacional, la nueva portavoz gubernamental responde un sms, diciendo, textualmente: «Yes, la meuf is dead» (Si, la moza ha muerto). Gracieta que, en su día, cayó como ligereza peor que lamentable.

Sibeth Ndiaye tiene otras virtudes, comenzando por su fidelidad intachable a su jefe y presidente. Su nombramiento ha sido saludado con una salva de críticas muy duras, en términos políticos, cuando, en verdad, son la franqueza y cacerolas de la nueva portavoz las que corren el riesgo de «animar» peligrosamente la nueva comunicación gubernamental francesa.

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