Francisco de Andrés

Jugando en el patio trasero

El pulso de las potencias en Venezuela se entiende en el marco de una reglas, que EE.UU. aún respeta y Rusia violó hace mucho tiempo

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Escuchar a Vladimir Putin –a través de su portavoz diplomático, Lavrov– pedir moderación y diálogo interno en Venezuela es tan conmovedor como oír a Pablo Iglesias solicitar serenidad y cordura en los últimos debates preelectorales, después de haber estado durante años incendiando las calles. El tono abacial de Moscú, con veladas amenazas, va dirigido de modo particular a Estados Unidos cada vez que pone sobre la mesa la posibilidad de una intervención militar en Venezuela para deponer el régimen filomarxista totalitario, hoy en manos de la extraña troika formada por Maduro, Padrino y Cabello.

Imaginemos a Estados Unidos urdiendo la misma trama en el «patio trasero» de Rusia. Pero no ha sido la Administración norteamericana sino la de Putin la que ha actuado «manu militari» en esa región pese a los pataleos de Occidente. Invasión e incorporación de Crimea a la Federación Rusa. Formación y creación de cuerpos paramilitares prorrusos en el este secesionista de Ucrania. Lazos estrechos con el nuevo «sultán» turco, Erdogan, que se está convirtiendo en la quinta columna rusa en el seno de la Alianza Atlántica.

Rusia está demasiada lejos de Venezuela y de Cuba como para garantizar apoyo militar a sus dos bastiones en el «patio trasero» de Estados Unidos. En cambio, sus vínculos económicos y políticos con el régimen chavista son extraordinarios. Desde 2015 ha enviado a Maduro más de 17.000 millones de dólares, según la información recogida por Reuters, que no cuenta lo que ha podido ir a engrosar las nóminas de la nomenklatura chavista. Putin sabe que si cae el régimen bolivariano de Caracas vendrá a continuación el sandinista de Managua, y la marejada no tardará en llegar al castrista, que hoy depende más del crudo venezolano que del oro de Moscú.

Las advertencias de EE.UU. sobre una intervención militar en Venezuela, y el endurecimiento de sus medidas contra Cuba con la ley Helms-Burton, hay que entenderlas en el contexto de las reglas de la Guerra Fría rediviva, que hoy por hoy respeta Washington y Moscú violó hace mucho tiempo.

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