Ramón Pérez-Maura

Jugando con fuego

Ésta ha sido una batalla que nada tenía que ver con las virtudes profesionales de Kavanaugh

Ramón Pérez-Maura

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Afortunadamente, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos sigue siendo una institución respetable. El desnortado Partido Demócrata ha intentado tomarlo al asalto esta semana, pero a diferencia de lo que ocurre en países como España, donde la mentira se ha convertido en un arma política al uso, empleada sin pudor y sin consecuencias negativas para quien hace uso de ella, en la república norteamericana se sigue analizando con todo detalle cualquier afirmación que se haga y si no se demuestra correcta, tiene consecuencias. Como saben senadores demócratas como Joe Manchin de Virginia Occidental.

El juez Kavanaugh ha sido sometido a un examen en el Comité Judicial en el Senado que no tiene precedentes. Ha sido durante doce años juez de la Corte de Apelaciones del Distrito de Columbia, generalmente reconocido como el segundo tribunal más importante de los Estados Unidos. Se han analizado cientos de sentencias suyas, ha sido unánimemente elogiado por cientos de pleiteadores que concurrieron en su tribunal, algunos de los cuales perdieron sus casos, por no hablar de las múltiples mujeres que han trabajado a sus órdenes. Pero todo eso daba igual a la dirección del Partido Demócrata, porque de lo que se trataba era de hacer cualquier cosa por impedir que se mantenga la mayoría conservadora en el Tribunal Supremo. Y todo el mundo sabe que Kavanaugh es un hombre de ideas conservadoras.

El propio Kavanaugh ha explicado que: «Durante los últimos doce años he dictado sentencias a favor de la acusación y de la defensa, a favor de trabajadores y de empresas, a favor de activistas del medio ambiente y de de negocios mineros. En cada caso he seguido la ley. No decido los casos a partir de mis preferencias personales o políticas. No soy un juez pro acusación o pro defensa. Soy un juez pro ley». Nadie ha sido capaz de desmontar esa afirmación. Y como era un juez imbatible en el ámbito judicial, tuvieron que buscar alguna excusa hace casi cuatro décadas. Afortunadamente, la que encontraron los demócratas no tenía sostén posible. Una señora que dice que fue asaltada sexualmente por Kavanaugh hace 36 años. Pero ella decía estar acompañada de unas personas que no recuerdan lo que ella cuenta o directamente lo niegan. Con un caso así, su testimonio ha sido fluctuante y después de una semana de investigación por parte del FBI, el resultado ha sido nulo. Claro que, para la jefa de los demócratas en el Comité Judicial del Senado, «lo más importante del informe del FBI es lo que no dice» porque ésta ha sido una batalla que nada tenía que ver con las virtudes profesionales de Kavanaugh. Y en la última semana el grado de desesperación llegó a tal extremo que se llegó a publicar la grave noticia de que en 1985, cuando tenía 20 años, la policía interrogó a Kavanaugh por una pelea en un bar de estudiantes en la que tiró un hielo a un colega. Eso descalifica a cualquiera.

Afortunadamente, en una verdadera democracia, la mentira tiene las patas muy cortas. Y quienes creen que los republicanos van a tener un mal resultado en las elecciones de medio mandato dentro de un mes, pueden llevarse una gran sorpresa. La campaña contra Kavanaugh puede volverse contra el Partido Demócrata, que ha jugado con fuego.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación