Kim Jong-un y Moon Jae-in celebran una cumbre histórica entre las dos Coreas

Ambos se reúnen en el puesto fronterizo de Panmunjom, en pleno Paralelo 38, para mejorar sus relaciones y avanzar hacia la desnuclearización y la paz

El líder norcoreano, Kim Jong-un y el presidente surcoreano, Moon Jae-in, durante la cumbre EFE
Pablo M. Díez

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Ha sido un pequeño paso para el hombre, el que ha dado Kim Jong-un este viernes para cruzar la frontera de Panmunjom en el Paralelo 38, pero un gran salto para Corea, que vive el deshielo entre el Norte y el Sur tras la tensión nuclear de los últimos años. En este puesto fronterizo cerrado, a las dos Coreas solo las separa un bordillo, donde el presidente surcoreano, Moon Jae-in , estaba esperándole para darle la bienvenida. Su apretón de manos, una imagen largamente esperada, simboliza el acercamiento entre las dos Coreas y abre la esperanza a la paz para acabar con su división, la última herida abierta que queda de la Guerra Fría.

Tras hacerse las consabidas fotos de rigor en dicho lugar, con vistas a los edificios de cada lado, Kim Jong-un se ha convertido en el primer caudillo del Norte en pisar suelo surcoreano. Y ha dado la sorpresa cuando, saltándose el guión previsto, ha invitado al presidente Moon Jae-in a traspasar el bordillo para poner su pie en el Norte. De nuevo un pequeño paso, pero también otro gran salto que revela lo arbitrarias que son las barreras que separan a este país desde hace más de seis décadas. Otra prueba de ello es que ambos fueron obsequiados con flores entregadas por dos niños de Taesung, el único pueblo habitado en la Zona Desmilitarizada de cuatro kilómetros de ancho y 250 de largo que divide la Península Coreana por el Paralelo 38.

Acompañados de una guardia de honor, Moon y Kim se han encaminado hacia la Casa de la Paz , el edificio adyacente donde se celebra esta cumbre intercoreana. Allí, Kim Jong-un ha dejado un mensaje lleno de esperanza en su libro de visitas: «Una nueva historia comienza ahora. Una era de paz, desde el punto de partida de la historia».

Junto a sus respectivas delegaciones, los dos dirigentes se han sentado en torno a una mesa ovalada, especialmente diseñada para la ocasión. Sin aristas para acercar a los participantes en la reunión, sobre ella está el reto de comprometer a Corea del Norte en su desnuclearización , mejorar la relaciones entre los dos país y avanzar hacia la paz. Técnicamente, las dos Coreas siguen en armas porque la guerra que libraron entre 1950 y 1953 solo terminó con un armisticio, no con un tratado de paz que sigue pendiente. El problema es que su firma correspondería a Estados Unidos, que suscribió el alto el fuego en nombre de Corea del Sur.

Por ese motivo, el resultado de esta reunión resulta crucial para la cumbre que celebrarán a finales de mayo o principios de junio Kim Jong-un y el presidente estadounidense . Otro hito histórico que servirá para rebajar la tensión entre ambos países, archienemigos desde la guerra de hace más seis décadas.

Para su encuentro con Moon, al dictador norcoreano lo acompaña una comitiva de nueve personas. Entre ellas destacan el presidente honorario del país, Kim Yong-nam, y su hermana, Kim Yo-jong, quienes iniciaron este deshielo asistiendo a los Juegos Olímpicos de Invierno que tuvieron lugar en febrero en el condado surcoreano de PyeongChang. Por su parte, en la delegación de Moon figuran los ministros de Defensa, Asuntos Exteriores y Unificación.

Durante la primera parte de su encuentro, ambos dirigentes se han comprometido a mejorar sus relaciones bilaterales e incluso han hablado de reconectar los dos países con una línea ferroviaria que llegue hasta el legendario Monte Paektu, en la frontera norcoreana con China. Según explicó el secretario presidencial Yoon Young-chan, Kim Jong-un ha abogado por la reunificación de las dos Coreas y hasta se ha mostrado dispuesto a visitar la Casa Azul, la residencia oficial de Moon Jae-in, en Seúl.

Tras las de 2000 y 2007, esta es la tercera c umbre entre dirigentes de ambos países. En las dos anteriores, el «Querido Líder» Kim Jong-il, padre del actual dictador, recibió en Pyongyang a los entonces presidentes del Sur, Kim Dae-jung y Roh Moo-hyun, respectivamente. Como en aquella época, se vuelve a abrir un nuevo momento de distensión en Corea.

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