José M. de Areilza - MONNET & CO.

De May a Johnson

El antiguo alcalde de Londres es mucho más popular que cualquier otro conservador

José M. de Areilza

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La dimisión de Theresa May pone fin a un paso decidido pero infructuoso por el poder. Su empeño por materializar el Brexit contra viento y marea ha acabado con ella. Su partido queda más dividido e irrelevante que nunca.

May ha sido una mala estratega, al pensar que podía hacer entrar en razón al ala derecha de los tories, y sin embargo hay que reconocerle un aguante y una determinación sobrehumana. Ha tendido a aislarse demasiado y, como sucede con los que acaban fracasando, ha ido apartando de su lado a los que le daban malas noticias.

En su último día en Downing Street los laboristas han ganado la elección del distrito de Peterborough, seguidos del partido del Brexit y los conservadores han quedado terceros. Con estas perspectivas, ningún sucesor de May querrá convocar elecciones generales pronto. Once candidatos aspiran al puesto de primer ministro, a pesar de que el Brexit no tiene fácil solución. La carrera se prolongará hasta el 22 de julio y terminará con el voto de la militancia. Boris Johnson lidera claramente las encuestas. El antiguo alcalde de Londres es mucho más popular que cualquier otro conservador.

En el primer video de campaña se pone del lado de los ciudadanos menos favorecidos, llama a la puerta de sus casas y conversa amigablemente con varios de ellos. Hace promesas con convicción y un estilo fácil, cercano y relajado. Si no comete ningún error de bulto, conseguirá su objetivo.

Enseguida se dará cuenta de que en la Unión Europea nadie quiere ayudarle a mejorar el acuerdo de retirada conseguido por May. También de que sus amenazas de salir sin acuerdo no surtirán gran efecto entre los flemáticos negociadores de Bruselas.

Dan por supuesto que el Parlamento británico evitará la catástrofe y que habrá una petición de nueva prórroga a medida de que nos acerquemos a la noche de Halloween. A diferencia de May, Johnson sí tiene cintura para re-inventarse y ser más pro-europeo que nadie. Los límites a su capacidad de adaptación vendrán del aburrimiento que le puede causar tener que aprenderse un guión nuevo.

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