Theresa May, en la Cámara de los Comunes
Theresa May, en la Cámara de los Comunes
ELECCIONES EN REINO UNIDO

Heridas de pronóstico reservado

Dado que May quería una legitimidad propia con una mayoría superior a la de Cameron y ahora tiene lo contrario, es probable que su mandato sea breve

ENVIADO ESPECIAL A LONDRES Actualizado: Guardar
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El Partido Conservador británico se infligió el pasado jueves la segunda herida de pronóstico reservado que se causa en el plazo de un año. Traumatismo causado por convocar a los británicos a las urnas por razones internas de su partido y no por imperativos legales.

Theresa May heredó de David Cameron una mayoría de 12 escaños y las heridas del Brexit que había que curar. Un año después apostó por hacerlo por medio de una elección anticipada en la que las encuestas hace dos meses le anticipaban una mayoría de 22 puntos que acabó quedándose en 2,5. Ya en la noche electoral, el gran rival interno de May en el Gobierno, el autor de la victoria del Brexit, Boris Johnson, pronunció un discurso de agradecimiento por su victoria en su circunscripción, en el que May no fue mencionada.

Johnson está otra vez en campaña.

Una de las justificaciones para el renacer de los euroescépticos es que May tenía el encargo de unificar el Partido en torno a la salida de Europa. Y para eso necesitaba negociar la salida con firmeza. Una firmeza que ahora se ha evaporado. Uno de los mejores resultados de la noche dentro del Partido Conservador lo logró Kenneth Clarke, el decano de la Cámara de los Comunes, exministro de casi todo, y europeísta militante. Clarke, que es diputado desde 1970, ya está más que de vuelta. Pero puede dar una señal para gente como George Osborne, el que fuera canciller del Exchequer durante todo el mandato de Cameron. Osborne partidario de permanecer en la UE, abandonó el Parlamento con su amigo y ahora es el director del diario gratuito vespertino «Evening Standard», una cabecera histórica de una calidad muy superior a lo que es habitual en ese tipo de periódicos. Desde la llegada de Osborne a la dirección, el diario se ha convertido en uno de los más firmes críticos del Gobierno de Theresa May.

Legitimidades

Dado que May quería una legitimidad propia y una mayoría superior a la de Cameron y lo que ahora tiene es lo contrario, es probable que su mandato sea breve. Pero el problema para sus enemigos, como Michael Gove, a quien ella derrotó en las primarias del partido, es que ellos saben que llegar al 10 de Downing Street con esta legitimidad implica una debilidad todavía mayor que la que padece May en estos momentos.

Uno de los análisis que deberían influir en la estrategia a seguir en el futuro es el desmorone del nacionalismo del UKIP. Durante años el Partido Conservador vio crecer el voto de esa formación a costa del suyo. Y una de las razones por las que se convocó el referendo del Brexit era para acabar con la razón de ser del UKIP. Los resultados de ayer demuestran que eso fue así: ha sido laminado.

Pero lo que nadie esperaba ver es que el Partido Laborista se llevara más votos del UKIP que el Conservador. Y esto entronca con la tendencia que se ve en otros países europeos. El caso más notorio fue el de las elecciones presidenciales francesas. La ultra derecha de Le Pen había logrado quedarse con el histórico voto del Partido Comunista Francés. Hace seis meses tenía una intención de voto de casi un 38 por ciento en primera vuelta. Y, de repente, surgió un populista, igual que ella, pero que era de izquierda, modelo 1917: Jean-Luc Mélenchon. Y ahí se fue buena parte de su voto. Con la desintegración del UKIP, el voto populista que había llegado inadvertidamente de la izquierda dura en tiempos de un laborismo socialdemócrata de corte clásico, como el de Tony Blair, ha encontrado ahora un hogar natural al que retornar.

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