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Fotografía de la campaña de Acción contra el hambre, este miércoles en el Intercambiador de Avenida América - F. J. C.

El hambre, una de las armas de guerra más mortíferas de 2016

La nueva campaña de Acción contra el Hambre, «Fotografiado en 2016», ha empapelado las calles de varias ciudades con fotos de personas amenazadas por el hambre en Siria, Ecuador, Sudán del Sur o Nigeria

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En las guerras, el hambre puede matar más que los francotiradores. Tras el fin del alto el fuego en Siria, los bombardeos se recrudecieron sobre Alepo, que vio además cómo se detuvo el envío de ayuda humanitaria de la ONU tras el ataque contra uno de sus convoyes. Unos meses antes, Madaya gritaba de hambre: la entrada de Naciones Unidas en Madaya demostró la inanición de sus habitantes. Este domingo se celebra el Día Mundial de la Alimentación, para denunciar la situación de las más de 13,5 millones de personas que necesitan ayuda humanitaria en Siria, los 370.000 niños yemeníes que sufren desnutrición aguda severa o los más de 4,3 millones de sudaneses que palidecen por vivir en inseguridad alimentaria.

Siria, Yemen o Nigeria.

El hambre se utiliza como arma de guerra por parte de combatientes de ambas partes del conflicto, que bloquean deliberadamente la ayuda humanitaria para someter a comunidades y pueblos. Más de 50 millones de personas que viven en 17 países afectados por conflictos están en «inseguridad alimentaria severa», según advirtió la ONU el pasado agosto. En Yemen, eclipsada por la brutalidad mediática de Siria, 14 millones de personas, es decir uno de cada dos yemeníes, sufren por esta emergencia. Lo mismo ocurre al noreste de Nigeria, sacudido los últimos años por los yihadistas de Boko Haram.

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«El número de personas con hambre ha disminuido en los últimos años pero justo este año será peor que el pasado, según los datos», asegura Olivier Longué, director general de Acción contra el hambre. También que actualmente hay un 11% menos de niños desnutridos que en 1990, la desnutrición crónica ha caído un 36% en ese mismo periodo y que se ha duplicado el acceso a tratamiento nutricional para los más pequeños en los últimos años. Olivier Longué, director general de Acción contra el Hambre, desgranó estos datos en la presentación de la nueva campaña de la ONG, «Fotografiado en 2016», en la que se pretende empapelar calles de varias ciudades con fotografías del día a día de mucha gente, imitando a una conocida marca de móviles, pero con las vidas de las personas amenazadas por el hambre en Siria, Filipinas, Sudán del Sur o Nigeria.

En países como Siria, Malí o Níger en 2016, dice Longué, se ha tomado «como rehenes a poblaciones civiles», quitándoles la comida y el acceso a los servicios básicos como el agua o la salud. El uso del hambre «ha vuelto a ser una estrategia descarada y abierta» en la guerra.

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El Día Mundial de la Alimentación ha adoptado este año la causa del clima. El paso del Huracán Matthew por Haití ha afectado gravemente a 1,5 millones de personas. Según el misionero Víctor Aguste que recoge Europa Press, el área más rica del país ha quedado devastada, sin cultivos ni comida. Para la FAO, mantener la producción agricultora local es uno de los principales desafíos para reducir el hambre.

Países como Perú sufren desnutrición, aunque los datos macroeconómicos muestren otro escenario bien distinto a naciones sumidas en la guerra, según destacó Longue en la presentación de la campaña. Para el colectivo Iniciativa contra la Desnutrición Infantil (IDI), que incluye a Unicef, Prisma, Cáritas del Perú, entre otros, la desnutrición genera una pérdida del 2,2% del PIB al país latinoamericano. En Ecuador miles de personas lo perdieron todo en 42 segundos, desde la casa al negocio. Eso quienes sobrevivieron. Como recuerda Acción Contra el Hambre, al menos 8.390 personas dependen aún de distribuciones de agua para sus necesidades básicas.

«Lo que pasa en África Occidental es muy preocupante todavía», incide Longue. El Programa Mundial de Alimentos de la ONU alertó a finales de agosto que más de 1,3 millones de niños en África Occidental -donde hoy hay 11 millones de personas menos que padecen hambre que hace 25 años- y Central corrían el riesgo de perder las comidas escolares de sus partidas por las dificultades financieras por las que atravesaba Naciones Unidas.

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