Un grupo de refugiados intenta saltar la valla de Macedonia entre protestas y altercados

La Policía decidió utilizar gases lacrimógenos para dispersar a los inmigrantes, que lanzaron piedras mientras exigían pasar

CORRESPONSAL EN ATENAS Actualizado: Guardar
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Durante la jornada de este lunes se registraron momentos de gran violencia en la frontera entre Grecia y Macedonia, cerca del pequeño pueblo griego de Idomeni, donde miles de refugiados e inmigrantes intentan seguir su viaje hacia Alemania. Las autoridades macedonias habían cerrado la frontera (el domingo solo dejaron pasar a 300 personas, sirias e iraquíes con documentación), y muchos refugiados, especialmente de nacionalidad afgana, seguían manifestándose y protestando por no poder continuar su viaje.

Poco después del mediodía, al crecer el rumor de que la frontera se iba a abrir, grupos de refugiados e inmigrante exigieron pasar, lanzando piedras a los policías y derribando la valla metálica que «protege» la vía del tren para evitar que los refugiados se sienten sobre la misma durante sus manifestaciones, interrumpiendo el funcionamiento de los ferrocarriles.

Al llegar centenares de refugiados al puesto de frontera macedonio, los policías de este país decidieron utilizar gases lacrimógenos para dispersarlos. La frontera finalmente se volvió a cerrar, después de permitir el paso a solo 50 personas. Una quincena de refugiados, entre ellos nueve niños, tuvieron que ser ingresados en el hospital con problemas respiratorios.

Las instalaciones estatales griegas en Idomeni para la acogida de refugiados están calculadas para solo 2.500 personas, pero en estos momentos deben albergar a 7.000. La situación es dramática por la falta de espacio, de infraestructura de acogida, de comida y de medicinas.

Desde las islas siguen llegando a diario centenares de familias de refugiados al puerto del Pireo, de donde parten hacia la frontera norte. Muchos prefieren esperar la apertura de la frontera en Atenas, donde ya no hay espacio suficiente en los varios centros de acogida abiertos y acampan en distintos lugares públicos. Otros siguen su camino a pie, autobús o tren y ya son varias las ciudades donde la administración local y muchas organizaciones de voluntarios han abierto centros de acogida provisionales. Sin la ayuda y la generosidad constante de voluntarios griegos y extranjeros, la situación sería aun mas caótica.

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