«Gorrión rojo» contra Kim Jong-un

Combatiendo la propaganda, activistas surcoreanos cuelan en el Norte lápices USB con información crítica y películas como la de Jennifer Lawrence

Decenas de botellas de arroz en la costa de Corea del Norte ABC
Pablo M. Díez

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La información es libertad. Mucho más en un régimen tan represivo como el de Corea del Norte , que intenta mantener cerrado el país para controlar a la población. Sorteando este muro, el último de la Guerra Fría, numerosas organizaciones surcoreanas envían al Norte toda aquella información que el régimen prohíbe, que es prácticamente todo. Como la Península Coreana está partida por la Zona Desmilitarizada, la franja minada de cuatro kilómetros de ancho que separa al Norte y al Sur en el Paralelo 38, deben hacerlo de contrabando a través de la frontera con China.

Antes, esa información entraba en cintas de vídeo y CD. Ahora es grabada en memorias USB y tarjetas SD, que son más fáciles de ocultar al ser más pequeñas, tienen mayor capacidad de almacenamiento y se pueden reproducir discretamente en ordenadores y «tablets». En pocos centímetros, caben cientos de películas y miles de fotos o archivos de texto con noticias.

«Como en Corea del Norte todo es propaganda del régimen para lavarle el cerebro al pueblo, la gente está ansiosa por ver otras cosas y descubrir el mundo exterior», explica a ABC Jung Gwang Il, quien dirige una ONG, No Chain (Sin cadenas), dedicada a enviar estos lápices USB desde 2009. Para ello, cuenta con una red de contrabandistas que los introduce desde China en Corea del Norte, casi siempre sobornando a los guardias de fronteras , y luego los distribuye en los numerosos mercados callejeros que han proliferado por todo el país. Algunos, los que contienen noticias y hasta información religiosa para captar adeptos, circulan gratis de mano en mano. Pero otros, cargados de películas de Hollywood y series surcoreanas, cuestan entre uno y tres euros, una cantidad considerable porque ese dinero equivale a entre dos y seis meses de sueldo, respectivamente.

«Grabo en los USB vídeos picantes de `K-pop´ (pop surcoreano), culebrones, noticias críticas con el régimen y películas recientes como 'Gorrión rojo', con Jennifer Lawrence, que la he incluido en el último envío porque trata sobre una espía rusa utilizada por el poder y tiene sexo y violencia», desgrana Jung, un antiguo militar norcoreano que estuvo confinado tres años en un campo de trabajos forzados y huyó del país en 2003. A la hora de seleccionar los contenidos de los USB, no solo elige noticias para enseñarle a los norcoreanos una realidad que desconocen , sino también entretenimiento ligero y provocativo para demostrarles la libertad que hay en otros países. En un país tan conservador como Corea del Norte, las cantantes ligeras de ropa del Sur sí que son una bomba atómica, y no las de Kim Jong-un .

Jung Gwang Il, en la frontera entre China y Corea del Norte, desde donde colaba con drones tarjetas SD con información crítica con el régimen ABC

En 2015, Jung empezó a introducir tarjetas de memoria SD con drones que manejaba desde el lado chino de la frontera. Con una capacidad de vuelo de 1,5 kilómetros, se adentraba con ellos en Corea del Norte y dejaba caer la carga, que era recogida por sus contrabandistas. Pero, en noviembre de 2016, los agentes norcoreanos cruzaron la frontera para intentar secuestrarlo y tuvo que salir huyendo. Su socio, Park Jung Oh , quien dirige en Seúl una escuela para hijos de desertores norcoreanos, fue detenido varios días por la Policía china, que requiso sus cinco drones.

Cerrada la ruta china, Jung y sus colaboradores han tenido que recurrir al tradicional mensaje en una botella. Llenando con un kilo y medio de arroz botellas de plástico, donde introducen también un USB y un billete de un dólar, las lanzan al mar desde las islas más septentrionales de Corea del Sur , a menos de diez kilómetros del Norte. Aprovechando las mareas, que estudian detalladamente, llegan flotando hasta allí. «Los guardacostas surcoreanos nos han dicho que han visto a la gente recogiendo las botellas en las playas», cuenta Jung. Además de los USB, otras dos ONG con las que trabaja meten en las botellas el arroz y el dólar como ayuda humanitaria.

Tras la cumbre del viernes entre Kim Jong-un y el presidente surcoreano, Moon Jae-in , Jung teme que la Policía le impida seguir con estos envíos, que tanto molestan al régimen, para no estropear el actual acercamiento entre las dos Coreas. «Pyongyang no ha pedido ayuda económica, sino que se suspendan los altavoces de la propaganda en el Paralelo 38 y se prohíba enviar información a través de la frontera», señala Jung, quien se muestra «indignado por la reunión del presidente Moon con un asesino que ha matado a su tío y a su hermano».

Aunque le preocupa que la Policía trate de abortar su próximo envío, que será de 400 botellas el martes, seguirá adelante con su plan porque, asegura, «la información tiene un impacto muy importante en Corea del Norte».

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