La favorita de Merkel en la sucesión propone un giro a la derecha en las fronteras europeas

«Demasiado a menudo ha estado pasando que el Gobierno ha tomado decisiones ignorando e incluso contradiciendo al partido», ha deslizado Annegret Kramp-Karrenbauer como crítica a su antecesora

La secretaria general de la Unión Cristianodemócrata (CDU) alemana, Annegret Kramp-Karrenbauer EFE

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Habla como si ya tuviera al partido en el bolsillo. La número dos de Merkel y favorita de la canciller alemana en el proceso de sucesión al frente de la Unión Cristianodemócrata, Annegret Kramp-Karrenbauer , ha dicho durante la presentación oficial de su candidatura, en la Casa Konrad Adenauer, que no tiene pensado «hacer campaña», sino que se limita a hacer una oferta a la CDU. La oferta consiste en frenar el sangrado de votos con una estrategia programática basada en tres puntos. El primero es tomar el timón de la digitalización, «la única forma de garantizar el estado de bienestar en Alemania a medio y largo plazo»: el segundo es «hacer que nuestros votantes vuelvan a sentirse en casa», la promesa de implicar más al partido en las decisiones del gobierno y devolver al electorado la confianza en la CDU, en el Estado y en sus instituciones; y el tercero de los puntos tendrá su aplicación en el territorio de la zona Schengen.

AKK, abreviatura que se utiliza en los pasillos para referirse a la candidata que parte con más apoyos para suceder a Merkel, ha fijado en este punto una línea de distanciamiento con la todavía canciller alemana que supone un giro a la derecha. «La seguridad de Alemania, la lucha contra la criminalidad, no puede limitarse a nuestro país. Como integrantes de un espacio común europeo como el área Schengen, tenemos la responsabilidad de aportar propuestas que garanticen esa estabilidad y que deben ser adoptadas en el marco de la UE». Kramp-Karrenbauer ha evitado concretar más al respecto, pero queda claro que allí donde Merkel se negó siempre a dejar caer sobre la cuestión fronteriza el peso del malestar migratorio y en conexión con este el problema de la criminalidad, AKK no tiene reparos en desplazar esa presión al ya agrietado espacio Schengen.

A estas líneas de acción, todas ellas orientadas a profundizar en el surco de la estabilidad política, mantra de Merkel y consuelo del voto alemán, Kramp-Karrenbauer ha sumado la promesa de hacer de la CDU un partido visiblemente cristiano. «La C es una letra muy importante en las siglas de este partido. Somos el partido de la economía y de la competitividad, pero también un partido cristiano y demócrata que así es como quiere comportarse», ha dicho. Para evitar confusiones, es necesario aclarar que AKK, católica practicante, utiliza el término «cristiano» con una acepción bastante liberal. Aunque en 2015 votó contra la legislación del matrimonio homosexual, ha defendido abiertamente, por ejemplo, la apertura del sacerdocio católico a las mujeres. Su guiño al electorado cristiano pretende sin duda fidelizar el voto Merkel, pero difícilmente tendrá consecuencias legislativas reseñables.

En tono un tanto mayestático, más que integrador, se ha referido a su contrincante con más posibilidades, Friedrich Merz, con la sugerencia de integrarlo en su propio equipo y tentándolo con el cargo de ministro de Finanzas. «Podría hacer una aportación muy importante dando forma a esa nueva digitalización que ha de encontrar también un modelo fiscal», ha dicho, reconociendo a Merz como principal enemigo a batir y cerrando filas, con la vista puesta ya en el día después del congreso de Hamburgo en diciembre. Ha citado, por cierto, como fecha en que el nuevo programa debe estar ya listo, el año 2020, como si no estuviera contando con unas posibles elecciones anticipadas. Y ha señalado que la CDU debe estar ya plenamente activa el próximo año, en el que tendrán lugar varias elecciones regionales en las que debería iniciar la muy necesario remontada. Brandemburgo, Turingia y Sajonia serán los laboratorios en los que la CDU postMerkel comience a experimentar con una renovación del mensaje electoral y calibrar un programa renovado con el que concurrir a las próximas generales.

También ha citado con elegancia a otro de los candidatos, Jens Spahn, del que ha dicho que «estoy segura de que podrá seguir ejerciendo sus funciones como ministro de Sanidad mientras despliega su candidatura», cuando le preguntaban si la campaña por el liderazgo de los conservadores alemanes distraerá a los candidatos de sus responsabilidades ejecutivas.

En conjunto, la propuesta de AKK es de continuidad, con un giro a la derecha en seguridad y fronteras europeas con el que placar el ascenso del partido radical Alternativa para Alemania (AfD) y con la promesa de devolver a los militantes al centro de la política alemana. «Demasiado a menudo ha estado pasando que el Gobierno ha tomado decisiones ignorando e incluso contradiciendo al partido», ha deslizado como crítica a su antecesora. «En los últimos años, el Gobierno ha decidido con demasiada frecuencia y la CDU lo ha aceptado con o sin resistencia, dijo AKK. Debemos revertir los procesos», ha dicho, «la posición debe ser determinada primero dentro del partido y sólo entonces el grupo parlamentario podrá introducir esta posición en el Gobierno». «Tenemos mucho que agradecerle, pero la era Merkel ya ha terminado», ha zanjado, apostando, dentro de una línea general de continuidad, por un cambio de estilo y una renovación del programa que «nos devuelva a la situación de lograr mayorías».

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