Europa se revuelve contra el trasvase de gas ruso a Alemania

En la lista de opositores destacan Polonia y Ucrania, que pierden millonarias tarifas de tránsito porque los tubos no pasan por su territorio

La canciller alemana Angela Merkel y el primer mimistro eslovaco, Peter Pellegrini, tras su reunión en Brastislava EFE

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El encuentro de Merkel con los cuatro países del Grupo de Visegrado (V4) tenía como objetivo resolver diferencias sobre inmigración y refugiados y ofrecer la imagen de una Europa unida y que encuentra soluciones a través del diálogo. De hecho, al término de la reunión anunciaron que planean un proyecto conjunto de desarrollo en Marruecos que contribuirá a atajar la migración procedente del Norte de África y que suscribe la tesis alemana: es necesario atajar el problema en origen. «El acuerdo alcanzado es un ejemplo de que los V4 y Alemania quieren estrechar su cooperación también en este campo», celebró Merkel el éxito diplomático. Pero este paso hacia el entendimiento se vio eclipsado por un asunto que cobró un inesperado protagonismo en la cumbre, el proyecto del gasoducto North Stream 2 , que llevará el gas ruso directamente a Alemania a través del Mar Báltico sin pasar por Ucrania y contra el que ayer se revolvió buena parte de los socios europeos.

North Stream 2 es un gasoducto en construcción paralelo al ya existente Nord Stream 1, unos 1.200 kilómetros de tuberías por los que la filial del monopolista de gas ruso Gazprom transportará a partir de 2019 hasta 55.000 millones de metros cúbicos de gas al año. Para reunir la inversión de 9.500 millones de euros ha sido necesaria la participación de grandes europeas como ENGIE, OMV, Shell, Uniper y Wintershall y el encargado de amasar todos esos intereses ha sido el excanciller alemán Gerhard Schröder , socialdemócrata (SPD), que tras pasar por la puerta giratoria más rentable de la historia reciente europea pasó de dirigir el gobierno alemán para trabajar como presidente de la junta directiva de Nord Stream. Todavía como canciller había estrechado extraordinariamente los lazos con Rusia. Baste decir que el 7 de abril de 2004, el día en que Schöder cumplía 60 años, Vladimir Putin le envió como regalo un coro de 400 cosacos a rondar bajo la ventana de su residencia privada de Hannover.

Guerra híbrida

El proyecto, sin duda, aumenta la dependencia energética alemana de Rusia . Ya hoy en día Rusia suministra el 40% del gas natural requerido por Alemania y el nuevo trasvase sustituirá los envíos de gas de Holanda y Noruega, que prevén como consecuencia el cierre de sus explotaciones en 2030 y por ello lo rechazan. Pero quienes más destacan en la lista de opositores son Polonia y Ucrania, que pierden millonarias tarifas de tránsito porque los tubos no pasan por su territorio y que alegan que apoyar financieramente a Rusia es revalorizar al «agresor moscovita» y su «política de cañoneros». El primer ministro polaco, Mateusz Morawieck, ha hablado de un «arma de guerra híbrida que Moscú quiere usar para socavar la seguridad energética europea y la solidaridad entre la UE y la OTAN». En estos o en otros términos expresó su rechazo ayer directamente a la canciller alemana, recordando la crisis de primavera de 2014, cuando Putin resolvió una negociación europea amenazando con cortes en el suministro de gas.

Pero a estos clásicos detractores se sumó ayer otro mucho más significativo. El Ministerio de Exteriores de Francia anunciaba que hoy apoyará en Bruselas la revisión de la Directiva del Gas de la Comisión Europea para «no aumentar la dependencia del gas ruso y perjudicar los intereses de Polonia y Eslovaquia», según comentaron fuentes del Elíseo al alemán Süddeutsche Zeitung. «La revisión de la Directiva del Gas tiene como objetivo la aplicación del Tercer Paquete Energético a todos los gasoductos de terceros países que atraviesan el territorio europeo (…) se aplicará al proyecto Nord Stream 2», indicó el portavoz de la Cancillería francesa en una rueda de prensa. Las enmiendas prevén la posibilidad de extender las normas de la legislación energética europea a los gasoductos de terceros países que acaban en Europa.

A mediados de enero, el embajador de EE.UU. en Berlín, Richard Grenell, envió cartas a varias empresas alemanas advirtiendo sobre «un gran riesgo de sanciones» para quienes participen en Nord Stream 2. También la embajadora estadounidense en Dinamarca, Carla Sands, y el representante permanente en Bruselas, Gordon Sondland, han llamado a la UE a modificar su Tercer Paquete Energético.

En cuanto a España, nuestros intereses están más volcados en el proyecto Magreb-Europa a través de empresas como Naturgy, que mediante Segane gestiona la parte del gasoducto que pasa por Marruecos, además de controlar el 77% de de Metragaz y el 77% de EMPL, que explota el transporte de gas en el territorio marroquí.

La portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, ante la votación de hoy en Bruselas, dijo ayer que «esperamos que los miembros de la UE se guíen por sus propios intereses nacionales y no de las instrucciones evidentemente antirrusas que emite Washington».

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