EN FOCO

El efecto dominó

El tiempo que tardará en descomponerse todavía es un misterio que iremos descubriendo sin pausa y quizás, con menos prisa de la que necesita la población y anticipa Iván Duque

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El régimen de Nicolás Maduro, remedando a Hugo Chávez, huele a azufre. El tiempo que tardará en descomponerse todavía es un misterio que iremos descubriendo sin pausa y quizás, con menos prisa de la que necesita la población y anticipa Iván Duque.

El chavismo es más que Maduro, Padrino López, Tareck El Aissami o Diosdado Cabello. Las fuerzas vivas de esa dictadura tropical, modelo siglo XXI, o los que se reparten el poder, son demasiados para encontrar un destino dorado para todos y eso dificulta una salida veloz y pacífica. A este escenario habría que añadir el de los países que les rondan y son como ellos o peor. En resumen, Cuba y Nicaragua. Ambos, ruegan, por interés propio de supervivencia, que el chavismo pasado por el tamiz de Maduro resista y prolongue, una vez más, la agonía del poder y la de los ciudadanos que ya tienen los brazos abiertos, a esa versión de plan Marshall que encabeza Estados Unidos con el impulso de la mayor parte de América Latina y el planeta.

La despedida definitiva de estos veinte años de socialismo bolivariano está en marcha pero a ese viaje, previsiblemente, le seguiría uno similar en Nicaragua y la incombustible, hasta ahora, Cuba. El efecto dominó, cuando el régimen caiga, por la razón o la fuerza, parece inevitable por mucho (o quizás no tanto) que irrite a Rusia y a China. A Vladimir Putín le fastidiará perder su presencia/influencia en la región y la posibilidad de que el próximo Gobierno no reconozca las obligaciones contraídas pero a Xi Jinping, mientras siga cobrando su deuda (lo hace en crudo y minerales y es el mayor acreedor de Venezuela), no debería importarle demasiado porque su conquista de América va por caminos distintos a los rusos y más eficaces y rentables. Para ambos, no es fácil mantener a un enfermo cadavérico que entrará en coma irreversible (por mucho armamento que haya comprado a Rusia y por mucho oro y diamantes que intente colocar en Oriente). Y, ya se sabe, muerto (en sentido político) el perro de Venezuela, la rabia de Nicaragua y Cuba será más fácil de erradicar.

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