EE.UU. pone fin a su idilio con Rusia por el envenenamiento de los Skripal en Inglaterra

Washington anuncia sanciones a Rusia por utilizar gas nervioso en el Reino Unido

Donald J. Trump y Vladimir Putin se estrechan la mano tras su reunión en Helsinki el pasado 16 de julio Efe

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Solo tres semanas y media después de la cumbre histórica entre Donald Trump y Vladímir Putin en Helsinki , la distensión que ambos líderes escenificaron en la capital finlandesa se ha dado un golpe de realidad. EE.UU. anunció el miércoles por la noche la imposición de nuevas sanciones a Rusia por el envenenamiento en Inglaterra del exespía ruso Sergéi Skripal y de su hija, Yulia . Es un nuevo ejemplo de las divergencias entre una política exterior consolidada en las instituciones de EE.UU. sobre Rusia y la diplomacia heterodoxa de Trump, que cree que sus habilidades transaccionales le permiten cambiar el curso de las relaciones internacionales con la misma facilidad con que se construye un hotel de lujo en el Mar Negro.

Estas sanciones son consecuencia del cumplimiento de una ley de 1991 sobre uso de armas químicas y biológicas. La norma establece que cuando el Gobierno de EE.UU. determina que un país las ha utilizado en un ataque -como es el caso de los Skripal- se imponen las medidas de forma automática.

EE.UU. coincidió en la conclusión de las autoridades británicas, anunciada a mediados de marzo, de que la sustancia utilizada en aquel ataque era rusa y el Kremlin el responsable. La ley establece un plazo de 60 días para la imposición de sanciones desde que EE.UU. determina el origen del ataque. Hace dos semanas, el republicano Ed Royce, presidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representante, llamó a capítulo a Trump en una carta por haber sobrepasado ese plazo. El presidente y su gobierno no podían chafar la luna de miel con Putin cuando apenas había comenzado.

Injerencia electoral

Ahora, el anuncio de las sanciones muestra esa dicotomía entre Trump y el resto de instituciones del país. Desde ganar las elecciones en noviembre de 2016 , ha habido una gran tensión por su postura sobre Rusia con la inteligencia estadounidense -a la que está enfrentado por determinar que Moscú trató de influir en el proceso electoral para beneficiarle-, con miembros de su gobierno y buena parte del Departamento de Estado -que desconfía de que la distensión con Putin procure beneficios-, con sus socios republicanos en el Congreso -que abogan de forma mayoritaria por ampliar las sanciones a Rusia y endurecer la política con su enemigo tradicional- y con la oposición demócrata.

Las nuevas sanciones las anunció el Departamento de Estado, que es quien ha impulsado el proceso establecido por la ley y quien lo anunció. No hubo comunicado de la Casa Blanca al respecto, ni Trump lo comentó ayer en su tribuna favorita, Twitter, donde sí volvió a hablar de la trama rusa para calificarla una vez más de «caza de brujas», «iniciada y pagada» por Hillary Clinton y los demócratas.

Las sanciones entrarán en vigor el 22 de agosto y supondrán, en un primer momento, la prohibición de exportar un amplio catálogo de productos tecnológicos con alguna relación con la seguridad nacional. Si Rusia no permite inspecciones a su arsenal biológico o no ofrece garantías de que no volverá a usarlo -y no hay indicación de que lo haga-, las sanciones serán más fuertes, y podrían afectar desde a la colaboración en préstamos internacionales a la suspensión de relaciones diplomáticas, pasando por la prohibición de aterrizar en territorio estadounidense a aerolíneas rusas, como Aeroflot.

Expulsión de diplomáticos

No es la primera medida adoptada tras el envenenamiento por EE.UU., que ya supuso la expulsión de 60 diplomáticos rusos del país, al igual que hicieron otras potencias occidentales. Y, al igual que hizo entonces -expulsó diplomáticos y cerró el consulado estadounidense en San Petersburgo-, se espera que Moscú responda con represalias, desde la exportación de productos estratégicos a EE.UU. a la prohibición de que las aerolíneas estadounidenses usen el espacio aéreo ruso.

«Este tipo de decisión por parte estadounidense es un acto totalmente inamistoso», reaccionó el portavoz del Kremlin , Dimitri Peskov. «Es muy difícil asociarlo con la atmósfera constructiva, aunque no fácil, del reciente encuentro entre ambos presidentes», dijo.Las sanciones provocaron que el rublo perdiera fuerza y que la Bolsa de Moscú sufriera importantes pérdidas. Es más difícil que debilite a Putin, que aprovecha cada embate de las potencias occidentales para colocarse como el hombre fuerte que defiende a Rusia.

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