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Donald Trump, 45º presidente de Estados UnidosLunes, 25 de septiembre de 2017 a las 13:15:48

Donald Trump, 45º presidente de Estados Unidos
LA NOTICIA

El populismo de Trump toma el mando de la Casa Blanca

Donald Trump ya es nuevo presidente de Estados Unidos. El magnate neoyorquino ha jurado este viernes su cargo en Washington y releva en el poder a Barack Obama como 45º mandatario del país. El republicano no faltó al estilo directo que le sirvió para vencer en las elecciones de noviembre y dejó algunos mensajes claros en su primer discurso, prometiendo «transferir el poder de Washington a la gente», así como poner a Estados Unidos «primero» a la hora de llevar a cabo cualquier negociación con otros países. La toma de posesión comenzó con una visita a la Casa Blanca, donde fue recibido por Obama, y después se trasladó al Capitolio, centro de todas las miradas del mundo por unas horas. Allí le esperaban cerca de un millón de personas que no quisieron perderse la inauguración, además de los antiguos presidentes George W. Bush, Jimmy Carter y Bill Clinton. También su mujer, Hillary Clinton, que acudió en calidad de antigua primera dama a la toma de posesión del que fue su rival en la carrera presidencial. A las 18.00 horas, hora española, Donald Trump juró su nuevo cargo, comprometiéndose a «preservar, proteger y defender la Constitución de Estados Unidos» y saliéndose ligeramente del protocolo al pedir a Dios que le ayudase en su nueva tarea. Lo hizo sobre dos biblias, una de su propiedad, un regalo de su madre cuando acabó la escuela primaria, y otra que usó Abraham Lincoln en su primera toma de posesión, la misma que empleó Obama en sus dos investiduras.

REPERCUSIÓN

Donald Trump dejó en su primer discurso la línea clave de lo que será su mandato: Estados Unidos va «primero». Sus palabras, cargadas de patriotismo, han ido dirigidas como en la campaña a las clases medias perdedoras de la globalización, manteniendo su retórica. «Hoy no estamos transfiriendo el poder de un gobierno a otro, o de un partido a otro, estamos quitando el poder de Washington y se lo estamos devolviendo al pueblo». Mientras, en España, el presidente Rajoy le deseó mucho éxito en su nueva andadura, esperando que las relaciones con el país americano sigan siendo buenas. El Rey también le envió un telegrama para felicitarle.

LA OPINIÓN DE ABC

Trump y su cambio de rumbo radical

Donald Trump ya es el 45º presidente de los Estados Unidos tras la solemne y tradicional toma de posesión protagonizada en la explanada del Capitolio, en Washington. Su entrada en la Casa Blanca se produce en un contexto y bajo unas características muy diferentes a las de sus predecesores en el cargo, debido al polémico y populista perfil que exhibió como candidato, así como al radical cambio de rumbo que pretende insuflar a la política desarrollada por la primera potencia mundial durante las últimas décadas, tanto dentro como fuera de sus fronteras. Prueba de esa singularidad es que Trump accede a la Presidencia con el mayor índice de impopularidad de la historia reciente, con su propio partido dividido acerca de su liderazgo y después de culminar uno de los traspasos de poder más enrarecidos y tensos que se recuerdan, tal y como evidencian los numerosos actos de protesta convocados para este viernes. Sin embargo, si algo ejemplifica el cambio que supone Trump es su discurso. El magnate neoyorquino aprovechó su primera intervención como presidente para blandir de nuevo el gran lema de su campaña, «América primero», con todo lo que ello implica para Estados Unidos, y, por ende, para el resto de mundo. Sus mensajes se dirigieron, una vez más, contra el establishment de Washington y contra la globalización, con el objetivo de evitar la deslocalización de fábricas y crear nuevos puestos de trabajo para «hacer grande de nuevo» a Estados Unidos, recuperando así los eslóganes que le otorgaron la victoria. Sus promesas de cierre de fronteras, proteccionismo comercial y aislacionismo político no solo supondrán un colosal vuelco social y económico a nivel interno, sino que, en caso de materializarse, cambiarán por completo el actual orden geopolítico internacional, cuyas consecuencias son todavía imprevisibles.

Negro sobre blanco

JAIME GONZÁLEZ Por JAIME GONZÁLEZ

«Sí, se puede. Sí pudimos», dijo Barack Obama en su último discurso. Una opinión más que discutible si se hace un balance desapasionado de sus ocho años como presidente de Estados Unidos. Elegido como símbolo transformador de una sociedad zarandeada por la crisis, cuando Obama llegó a la Casa Blanca ya era un mito: dotado de un imbatible poder de seducción, a su porte imponente unía una arrebatadora capacidad para generar afectos. Negro cultivado, de brillante oratoria, sereno, idealista, persuasivo en las formas, comprometido e invencible en las distancias cortas, parecía hecho a medida del momento del país. «Sí, se puede. Sí pudimos», dijo Obama en su último discurso. Depende, todo depende. Obama llegó a la presidencia en medio de una depresión solo comparable a la de los años 30. Es cierto que durante su mandato se crearon once millones de empleos y que creció la economía, pero Estados Unidos es hoy una nación que funciona más que nunca a dos velocidades -hay un país de luces de neón y otro ensombrecido, perdido tierra adentro, que no se reconoce en esa imagen de progreso que proyecta el establishment-. Obama, justo es reconocerlo, intentó culminar su proyecto más ambicioso: dotar de cobertura sanitaria a millones de personas desprotegidas. El «Obamacare» se quedó a medias, como sus promesas en materia de inmigración. Su reforma, tan ambiciosa sobre el papel, encalló a las primeras del «cambio». Pero es en materia de política internacional donde pocos echarán de menos el legado de Obama. A veces nunca, a veces tarde y casi siempre mal. Ese es el balance urgente de su gestión. «Sí, se puede. Sí pudimos», dijo Obama en su último discurso. Depende, todo depende. Si fuera cierto, Donald Trump no sería hoy presidente de Estados Unidos. Elegido como símbolo transformador de una sociedad zarandeada por la crisis, los sueños de Obama se estrellaron contra la realidad. Parecía hecho a medida del momento del país, pero el momento de EE.UU. es otro y el gran seductor desaparece de la escena con su porte imponente. «Sí, se puede. Sí pudimos». Pongamos negro sobre blanco su gestión y concluyamos: depende, todo depende.