Yulia Lantuj y Juan Sergio Oliva
Yulia Lantuj y Juan Sergio Oliva - DIARIO DE SEVILLA

Conmoción en la ciudad alemana en la que un español asesinó a sus dos hijos

Juan Sergio Oliva acabó, presuntamente, con la vida de los pequeños Miguel Ángel y Leonardo, de cinco y cuatro años, para impedir que su expareja, una mujer rusa, rehiciera su vida

Corresponsal en Berlín Actualizado: Guardar
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Los vecinos de Aurich, la población alemana en la que fueron asesinados dos niños españoles de 5 y 4 años Miguel ángel y Leonardo, presuntamente por su padre, renuevan a diario las velas y flores que, junto con algún peluche, han depositado ante la casa de la tragedia. «El pueblo está conmocionado, a pesar de que nadie los conocía mucho», asegura el padre Roland Kammerlohr, que ha celebrado varios servicios religiosos ecuménicos por las almas de los niños a iniciativa de los fieles.

A pesar de que la pareja formada por el sevillano de 38 años Juan Sergio Oliva Gómez y la mujer de nacionalidad rusa y 4 años más joven que él, Yulia Lantukh, compraron la casa unifamiliar en noviembre de 2015 y se instalaron en ella pocas semanas después, «apenas se relacionaron con nadie del pueblo y llevaban una vida muy cerrada en sí mismos», hasta el pasado mes de octubre, cuando Yulia abandonó la casa con sus dos hijos.

A pesar de que no participaban en la vida de la comunidad, en una localidad tan pequeña los vecinos estaban al tanto de las riñas y entendían que «él no quería permitir que la mujer rehiciese su vida de forma independiente», apunta el padre Kammerlohr.

El alcalde de Aurich, Gerd Maisch, ha confirmado que los niños iban a una guardería que está en otra localidad, pero que la familia sí era conocida por el Jugendamt local, la oficina de protección a la familia y la infancia que hay cada ciudad alemana y de la que Yulia había recibido asesoramiento, sin que «ningún funcionario detectase que los niños estaban en peligro». Según Maisch, sobre este punto la madre mantuvo una «enorme discreción». A quiénes la mujer mantenía, sin embargo, constantemente informados, eran sus amigos de Sevilla, la mayoría rusos.

«Él no quería a los niños, no se ocupaba de ellos y le fastidiaba que Yulia les dedicase su tiempo, la acaparaba y se ponía celoso y agresivo si ella se levantaba de la cama porque uno de los niños lloraba durante la noche», ha relatado una amiga de Yulia, que recuerda que la mujer había denunciado al sevillano tres veces por malos tratos y que cuando decidió separarse le advirtió que no se lo consentiría y amenazó con matar a sus hijos como había hecho cinco años atrás el cordobés Bretón.

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