Condenados por la muerte de 71 ilegales asfixiados en un camión en Hungría

Los hechos ocurrieron hace cuatro años en Hungría, desde donde trataban de cruzar la frontera hacia Austria. Los acusados han sido condenados a cadena perpetua

Los acusados escuchan el veredicto del tribunal AFP

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El camión permaneció durante al menos un día abandonado en un arcén de la autopista A4, entre Neusiedl y la localidad de Parndorf, en Austria, una zona fronteriza con Hungría. Cuando la policía fronteriza, ante la imposibilidad de localizar al conductor, procedió a abrir el compartimento frigorífico del vehículo de carga, lo que hallaron los agentes conmocionó a toda Europa y mostró el verdadero rostro de las redes de traficantes que movían refugiados a través de las fronteras del continente: 71 cadáveres hacinados, hombres, mujeres y niños, que viajaban de pie para rentabilizar al máximo el transporte y que, a medida que iban muriendo asfixiados, se habían ido desplomando unos sobre otros. El conductor había oteado un control fronterizo y sintió miedo, de manera que decidió huir abandonando el vehículo y la carga. Junto a varios de sus cómplices, ha sido este jueves condenado en Hungría, en segunda y definitiva instancia, a cadena perpetua.

El mismo Tribunal de Szeged, en el sur de Hungría, ha dado penas de al menos cuatro años de cárcel para otros 10 acusados por este crimen a los que se juzgaba en ausencia, porque nunca fueron detenidos. Los 12 búlgaros y dos afganos, supuestamente vinculados a redes de Grecia y Turquía , son condenados por los delitos de homicidio con especial crueldad y de trata de personas con el agravante de pertenencia a una organización criminal. A tres de los condenados a cadena perpetua se les ha negado la posibilidad de libertad condicional. Los análisis forenses probaron en su día que las primeras muertes dentro del camión tuvieron lugar cuando el vehículo transitaba todavía por carreteras húngaras y es por eso que el juicio ha sido celebrado en este país. El proceso ha servido para dejar al descubierto las prácticas de las mafias que por aproximadamente mil euros realizan transportes por tierra y por mar. Estas redes se nutren de la desesperación. En aquel momento operaban intensamente en los Balcanes, Austria y Hungría, pero hoy siguen muy activas en países africanos.

Además de servirse de Internet y de las redes sociales para ofrecer sus servicios, captan clientes a través del contacto directo en campos de refugiados, en los que distribuyen en árabe el mensaje: «Ofrezco transporte». En el caso enjuiciado, un camión llevaría a los elegidos, puesto que la demanda era muy abundante, desde Belgrado hasta la frontera con Hungría. Allí podían optar por un camino de seis kilómetros y aproximadamente tres horas de duración a pie, a través del bosque, hasta una zona a salvo donde poder cruzar la frontera en un tramo en el que la valla era menos densa, o tratar de pasar a Austria camuflados en un camión de carga. Los fallecidos eran en su mayoría familias sirias que huían de la guerra y soñaban con entrar en territorio Schengen.

Los testimonios, durante el juicio, han dejado claro que allí donde se cierra una ruta, se abren otras dos. Con las nuevas restricciones, las mafias han escogido viejas vías de contrabando que se han usado durante décadas para introducir tabaco y heroína. Sus tarifas son de 3.500 euros por un pasaporte falso, 2.500 euros por llegar a Austria atravesando bosques o en coche y 3.000 euros por cruzar la frontera en camión. Se permite a los transportados endeudarse para realizar el viaje, especialmente a los menores, que so derivados después a redes de prostitución o delincuencia para que paguen allí su deuda.

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