Captura de vídeo en el que se percibe un hombre armado entrando en el club nocturno Reina, de Estambul, donde la pasada Nochevieja fueron asesinadas 39 personas
Captura de vídeo en el que se percibe un hombre armado entrando en el club nocturno Reina, de Estambul, donde la pasada Nochevieja fueron asesinadas 39 personas - EFE

Fin de un año caótico, con el azote del terrorismo, el triunfo de Trump y el Brexit

La ola populista ha convertido 2016 en el año de la mayor sorpresa electoral que se recuerda en EE.UU., en un momento en que Putin renace de sus cenizas. Siria e Irak se miran en el mismo espejo, el de la división sectaria y la guerra abierta contra Daesh, que resiste en sus últimos bastiones mientras no deja de atentar en Europa y otros puntos del planeta

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  1. El relevo ruidoso de Donald Trump en Estados Unidos

    Donald Trump, con el promotor de boxeo Don King, el pasado 28 de diciembre en Palm Beach, Florida.
    Donald Trump, con el promotor de boxeo Don King, el pasado 28 de diciembre en Palm Beach, Florida. - AFP

    La ola populista ha convertido 2016 en el año de la mayor sorpresa electoral que se recuerda en EE.UU. Donald John Trump, un magnate inmobiliario y del sector del ocio, de ruidosa vida social, dominador de la escena mediática, se estrenó en la carrera a insulto limpio contra todo lo que oliera a política clásica y «establishment», informa desde Washington Manuel Erice. En un año, pasó de ser aparente comparsa a llevarse por delante a todos los que se le cruzaron por el camino. Dieciséis rivales en las primarias, los aparatos de partido más potentes del mundo, los medios de comunicación, las encuestas y los adivinadores, que, salvo excepciones, no lograron atisbar el vuelco electoral. Hillary Clinton venció el voto popular por casi tres millones de votos, pero perdió en el colegio electoral, al imponerse Trump en los estados industriales, tradicionalmente demócratas.

    Obama se despide de la peor manera: con su legado en el aire, la herencia de poder demócrata bajo mínimos y el país más enfrentado que nunca. Aunque su responsabilidad es compartida. La violencia verbal y las amenazas nacionalistas y raciales de Trump, junto a una inopinada simpatía mutua con Putin, siembran de incertidumbre el futuro. Los acuerdos de libre comercio –Nafta, Transpacífico, de EE.UU. con Europa— y las grandes alianzas políticas y de seguridad –la UE, la OTAN– quedan pendientes de las primeras decisiones de Trump.

  2. Putin recupera la iniciativa

    Vladimir Putin, durante su mensaje de año nuevo a los rusos, el pasado 31 de diciembre
    Vladimir Putin, durante su mensaje de año nuevo a los rusos, el pasado 31 de diciembre - Reuters

    Putin renace de sus cenizas. Acorralado por las sanciones y con la economía por los suelos a comienzos de 2016, enfila 2017 con optimismo. Se augura que la economía rusa saldrá de la recesión y su intervención militar en Siria empieza a dar frutos, informa desde Moscú, Rafael M. Mañueco.

    El año empezó con un histórico encuentro en La Habana de Kiril, Patriarca de la Iglesia Ortodoxa rusa, y el Papa Francisco, para alivio del aislamiento internacional que padece Putin. En abril ganó el «no» en el referéndum holandés al acuerdo de asociación entre la UE y Ucrania. El Brexit fue otro espaldarazo para él. Erdogan le pidió además perdón por el derribo de un cazabombardero ruso en 2015.

    En septiembre, «Rusia Unida», su partido, barrió en las legislativas. Noviembre fue aún mejor: Trump ganó las elecciones en EE.UU., y acaba de encargar la política exterior a Rex Tillerson, un amigo de Putin, y la derecha francesa eligió candidato a las presidenciales a François Fillon, con quien también tiene química. Putin sumó además dos aliados a su eje, los nuevos presidentes de Bulgaria y Moldavia.

    Sólo dos disgustos importantes ha tenido en 2016: el informe McLaren sobre el dopaje masivo en el deporte ruso y el dictamen de la investigación internacional sobre la catástrofe del vuelo de Malaysia Airlines MH17, en 2014, que sostiene que fue un misil ruso el causante del derribo.

  3. Terrorismo y ultras sacuden Alemania

    Velas y flores en el mercadillo navideño de la plaza Breitscheidplatz, en Berlín, escenario del atentado terrorista del pasado 19 de diciembre
    Velas y flores en el mercadillo navideño de la plaza Breitscheidplatz, en Berlín, escenario del atentado terrorista del pasado 19 de diciembre - EFE

    En 2016 Alemania conseguía frenar la llegada de refugiados, pero en el que estallaba en su territorio una serie de ataques islamistas que el partido xenófobo y anti europeo Alternativa para Alemania (AfD) ha aprovechado para avanzar electoralmente, informa desde Berlín Rosalía Sánchez. El año comenzó con el trauma de la Nochevieja de Colonia, más de mil agresiones sexuales a mujeres por parte de refugiados, siguió con varios atentados menores y cierra con la matanza del mercado navideño de Berlín.

    Los grandes partidos políticos intentan reaccionar contra el populismo, y la gran coalición ha endurecido la ley de inmigración y asilo. Merkel anunció su candidatura a una cuarta legislatura y Martin Schulz abandonó Bruselas para librar la batalla electoral en casa, pero el cambio sociológico es ya un hecho. En la calle se habla de destruir Schengen, de echar a los musulmanes y de excluir nacionalidades y etnias en unos términos inauditos desde la II Guerra Mundial.

    La identidad económica alemana también ha sufrido. La industria automovilística se ha dejado su prestigio en el escándalo de los motores trucados; Deutsche Bank ha estado al borde del colapso, y Lufthansa no ataja las huelgas de pilotos. El «made in Germany» ha girado hacia la digitalización y la demografía avanza hacia la vejez pobre. Los jubilados alemanes no se compran ya alegremente casas en la Costa del Sol.

  4. El terror finiquita a Hollande en Francia

    François Hollande junto a las fuerzas de seguridad, a su llegada al Petit Palais para ofrecer su mensaje de año nuevo
    François Hollande junto a las fuerzas de seguridad, a su llegada al Petit Palais para ofrecer su mensaje de año nuevo - AFP

    En Francia, 2016 fue el año de la gran inquietud ante el terrorismo y la gran transición política nacional, prólogo a cambios de gran calado nacional e internacional, el 2017, informa desde París Juan Pedro Quiñonero. Tras los atentados yihadistas de 2015, Francia vivió todo el año en estado de excepción, con una movilización excepcional del ejército y las fuerzas de seguridad del Estado.

    En el terreno político, esa crisis tuvo varias consecuencias de inmenso calado: hundimiento de la credibilidad del presidente Hollande, división y hundimiento de las izquierdas; y crecimiento llamativo del Frente Nacional, votado desde hace años por el 30% de los obreros franceses.

    Tras esa evolución de fondo, 2017 será el año de grandes cambios, comenzando por las elecciones presidenciales. Según todos los sondeos, François Fillon (derecha) y Marine Le Pen (extrema derecha) se disputan la victoria de la primera vuelta, relegando al PS al humillante puesto de tercera o cuarta fuerza política nacional.

    Ante la segunda y decisiva vuelta, todos los sondeos anuncian la victoria de Fillon, que ha prometido una «ruptura» profunda con el «inmovilismo socialista». Si se produjese un «terremoto» político poco previsible, Marine Le Pen pudiera ser eliminada en la primera vuelta por un candidato socialista (¿Manuel Valls?) o el de centro izquierda (Macron).

  5. El Brexit dividió a los británicos

    Un ciclista británico lleva en su casco un mensaje a favor de la salida del Reino Unido de la Unión Europea
    Un ciclista británico lleva en su casco un mensaje a favor de la salida del Reino Unido de la Unión Europea - Reuters

    El año 2016 en el Reino Unido puede resumirse en dos cifras: 51,8%-48,1%. O si se prefiere: 17,4 millones de votos contra 16,1, informa desde Londres Luis Ventoso. El 23 de junio los británicos decían adiós al club europeo tras 43 años como socios. En el referéndum anterior sobre la cuestión, en 1975, el apoyo a Europa resultó masivo (67%). Pero el mundo había cambiado y Cameron, que lanzó su apuesta por puros intereses electoralistas, cometió el error capital de convocar la consulta cuando Occidente todavía no se ha curado del todo del calambrazo de la depresión de 2008.

    El Brexit fue un voto contra la mastodóntica y poco democrática burocracia bruselense. También un acto de reafirmación nacionalista, rozando a veces la xenofobia en el candente tema de los inmigrantes. Pero hubo mucho más. El Out estalló como la queja del interior olvidado, esa Inglaterra postindustrial deprimida, contra un Londres que ven altivo y lejano. También supuso una patada en la espinilla del establishment por parte de quienes todavía sufren en su vida diaria la resaca de la crisis.

    La cicatriz es profunda. Ha avivado el fuego separatista en Escocia y ha partido al país en dos. Los jóvenes, que votaron mayoritariamente por el Remain, ven como su futuro queda marcado por una decisión de la generación que no lo vivirá. Fue también el triunfo del rural y las pequeñas poblaciones contra las grandes urbes -en Londres, Manchester y Liverpool ganó el In- y la victoria de los menos formados contra los universitarios.

    La resaca es seria, pero no tan apocalíptica como se vaticinó. Por lo que se va percibiendo, la aventura Brexit acabará siendo menos nociva para los británicos si buscan un acuerdo razonable con la UE y le bajan el volumen al patrioterismo. Cada vez que May parece abogar por el Brexit duro, la divisa lo acusa (cayó hasta un 17% tras su primer discurso sobre sus planes en octubre). Por el contrario los mercados sonríen cada vez que se dan pasos posibilistas, en la línea de intentar mantenerse en el mercado único, como postulan el ministro de Economía y el gobernador del Banco de Inglaterra. May parece estar atendiendo últimamente a sus ruegos y está moderando su discurso, por lo demás bastante evanescente , empachado de tópicos que empiezan a sonar a hueco.

    El Gobierno quiere cerrar la salida en dos años. Pero su embajador ante la UE calcula que harán falta diez. El año arrancará con la sentencia del Tribunal Supremo sobre si el Ejecutivo debe llevar el Brexit a una votación parlamentaria o no.

    Socialmente, echar gasolina a las pasiones nacionalistas no parece haber sido buena idea. Los delitos racistas y xenófobos de han disparado, con polacos y musulmanes como víctimas habituales.

  6. El ocaso del «califato» yihadista en Siria e Irak

    Abu Soubhi, un agricultor y pastor de 68 años, muestra su granja destruida en Douma, Siria, el pasado 27 de diciembre
    Abu Soubhi, un agricultor y pastor de 68 años, muestra su granja destruida en Douma, Siria, el pasado 27 de diciembre - EFE

    Siria e Irak se miran en el mismo espejo, el de la división sectaria y la guerra abierta contra un «califato» que resiste en sus últimos bastiones, informa desde Jerusalén Mikel Ayestaran. Tras hacerse de forma sorpresiva con el control de amplias partes de estos países en 2014 y borrar las fronteras que les dividían para izar la bandera negra y proclamar el autodenominado Estado Islámico, los seguidores del «califa» pierden terreno y defienden Raqqa y Mosul, las capitales de su soñado «califato».

    En Irak, se trata de una lucha coordinada por EE.UU., que ha unido a kurdos y al Ejército de Irak con las milicias chiíes. En el caso sirio, la situación es más compleja y la falta de una fuerza terrestre aliada de envergadura debilita la ofensiva estadounidense y ha permitido a los yihadistas avanzar hacia posiciones que habían perdido como Palmira, en el centro de país.

    La línea roja marcada por Obama es el envío de tropas y en Siria son los rusos e iraníes los que se han convertido en las grandes potencias sobre el terreno. Su apoyo firme al Gobierno de Bashar al Assad ha permitido al régimen recuperar lugares emblemáticos como Alepo, lo que supone un punto de inflexión en una guerra en la que los próximos frentes pueden ser la provincia de Idlib, en manos del Frente Fatah Al Sham, brazo de Al Qaida en Siria, y Palmira, en manos de Daesh. Parece que Moscú no quiere interferir en la ofensiva estadounidense por Raqqa.

  7. Odio y más poder para Erdogan en Turquía

    Familiares de Ayhan Arik, una de las víctimas mortales del atentado contra una discoteca de Estambul en Nochevieja, durante su funeral este domingo en la ciudad turca
    Familiares de Ayhan Arik, una de las víctimas mortales del atentado contra una discoteca de Estambul en Nochevieja, durante su funeral este domingo en la ciudad turca - AFP

    El 2016 ha sido uno de los años más convulsos en la historia reciente de Turquía. Atentados, guerra civil en el sudeste del país y un sangriento y fallido golpe de Estado han causado miles de víctimas civiles y de fuerzas de seguridad, informa desde Estambul Javier Pérez de la Cruz.

    Los turcos se han acostumbrado a vivir acontecimientos traumáticos que, además de dejar familias rotas por el dolor, ha crispado los ánimos de la población y elevado la tensión social hasta unos extremos desconocidos durante la última década.

    Hasta seis grandes ataques terroristas han golpeado el corazón de las dos ciudades más importantes: Estambul y Ankara. El terror causado por los yihadistas de Daesh se ha traducido en un desplome de la industria turística, una de las más relevantes. Mientras, las bombas y los suicidas del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) han creado el pánico no solo entre los militares y policías, como ellos aseguran, sino también entre el resto de la sociedad.

    El círculo vicioso lo completa el Ejército turco, acusado de cometer atrocidades en las operaciones militares de las provincias kurdas. Hoy apenas queda nadie en Turquía que no se sienta atacado de una manera más o menos directa.

    Con toda esta violencia, el presidente Recep Tayyip Erdogan, ha visto reforzado su apoyo popular por parte de los sectores más nacionalistas y conservadores. La respuesta ciudadana al golpe de Estado del 15 de julio fue el ejemplo más evidente. Después él se ha encargado de apuntalar su mando dentro de las instituciones con una purga que ha afectado a más de 100.000 personas.

  8. Parálisis por el referéndum fallido en Italia

    El primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, asiste a la votación del nuevo gobierno en Roma, el pasado 14 de diciembre
    El primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, asiste a la votación del nuevo gobierno en Roma, el pasado 14 de diciembre - EFE

    Durante siete meses Italia estuvo prácticamente paralizada, en campaña electoral por el referéndum del 4 de diciembre sobre la reforma constitucional, informa desde Roma Ángel Gómez Fuentes. A la hora de adoptar importantes decisiones, la administración casi siempre ofrecía la misma respuesta: hay que esperar para conocer qué ocurre con el referéndum. La consulta se convirtió en un plebiscito sobre Matteo Renzi, quien al perder de forma estrepitosa, con un porcentaje superior al que habían hecho las peores previsiones, se vio obligado a dimitir. Seis italianos de cada diez votaron contra Renzi, abandonado sobre todo por los jóvenes y el sur de Italia. Concretamente, el 80% de los jóvenes entre 18 y 24 años votó contra el gobierno, lo que refleja cierta actitud de revuelta contra las políticas gubernamentales.

    Son precisamente los jóvenes, con un 37,1 % en paro, los que más sufren la crisis. La consecuencia inmediata, además de su dimisión, ha sido la formación de un gobierno que es fotocopia del anterior y que nace ya con debilidad. De forma inmediata, el gobierno Gentiloni tuvo que afrontar la crisis bancaria, aprobando un fondo de 20.000 millones de euros para salvar el Monte dei Paschi di Siena y otros bancos en dificultades. El siguiente paso será elaborar una ley electoral con un sistema proporcional para alejar la amenaza de que Italia pueda ser gobernada por el populista Grillo tras las elecciones de este año.

  9. El chavismo no deja de torpedear la labor de la oposición en la Asamblea

    Vista parcial del hemiciclo de la Asamblea Nacional venezolana, donde la oposición tiene la mayoría desde diciembre de 2015
    Vista parcial del hemiciclo de la Asamblea Nacional venezolana, donde la oposición tiene la mayoría desde diciembre de 2015 - EFE

    Tras 17 años de hegemonía chavista la oposición logró romper ese dominio oficialista con la sorprendente victoria que obtuvo en las elecciones de diciembre de 2015, informa desde Caracas Ludmila Vinogradoff. Nadie había apostado por ello, pero la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), principal movimiento de oposición al Gobierno del Nicolás Maduro, arrasó en las urnas obteniendo dos tercios de los votos y 112 de los 167 escaños.

    Pero el chavismo no iba a dejar pasar el triunfo de la oposición sin torpedearla. Unos días antes de que la oposición asumiera la nueva Junta Directiva de la Asamblea Nacional, el 5 de enero de 2016, la vieja jefatura nombró de manera fraudulenta a 13 magistrados para que desde el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) se hiciera la vida imposible a la nueva legislatura.

    Dicho y hecho. Lo primero que hizo el TSJ fue suspender temporalmente la incorporación a la Asamblea de tres diputados electos para minimizar la mayoría cualificada de la oposición y así impedirle actuar holgadamente para ejecutar los cambios desde el Parlamento.

    Durante todo 2016 el Ejecutivo impulsó una guerra encarnizada contra el poder legislativo a través de su brazo judicial, el TSJ, violando la Constitución descaradamente contra todas las iniciativas que se había propuesto la mayoría opositora. En total el Supremo dictó 42 sentencias que echaron por tierra todos los proyectos de leyes de la Asamblea Nacional.

    El objetivo del Gobierno era torpedear todas las propuestas de la legislatura opositora para impedir el referéndum revocatorio de su mandato.

  10. Tsipras abrazó el pragmatismo en Grecia

    El primer ministro griego, Alexis Tsipras (i), se reúne con un grupo de menores refugiados no acompañados y con familias en situación de especial vulnerabilidad, en vísperas de Navidad en Atenas
    El primer ministro griego, Alexis Tsipras (i), se reúne con un grupo de menores refugiados no acompañados y con familias en situación de especial vulnerabilidad, en vísperas de Navidad en Atenas - EFE

    El Gobierno de Alexis Tsipras se volvió pragmático en 2016 y acató muchos de los requisitos exigidos por los acreedores del país, informa desde Atenas Begoña Castiella. Se completaron varias privatizaciones, como la de parte del puerto del Pireo y varios aeropuertos regionales, que crearán nuevos puestos de trabajo e ingresos, y se mejoró la recaudación fiscal.

    Aunque con retraso, se terminó la revisión del primer programa de reformas y el segundo va por buen camino, a pesar del problema que ha supuesto el denominado «aguinaldo» de Tsipras. El primer ministro decidió utilizar parte del superávit de este año para dar un suplemento navideño a los pensionistas que reciben menos de 850 euros al mes, lo que despertó suspicacias en Berlín y en Bruselas.

    Tsipras gobierna con toda la oposición en su contra, liderada por el conservador Kiriakos Mitsotakis, que exige a diario elecciones anticipadas. Ahora necesita la aprobación de varias reformas dolorosas, como bajar la base impositiva y recortar las nuevas pensiones para conseguir una nueva parte del tercer rescate, atraer nuevas inversiones para generar empleo y un posible alivio de la inmensa deuda pública del país.

  11. Cohabitación para aplacar a la izquierda en Portugal

    El presidente de Portugal, Marcelo Rebelo, durante un acto oficial en la ciudad lusa de Guarda
    El presidente de Portugal, Marcelo Rebelo, durante un acto oficial en la ciudad lusa de Guarda - EFE

    En 2016 se han atemperado las ínfulas radicales del Bloco de Esquerda y los comunistas en su labor de sustento al Gobierno socialista, y el presidente de la República, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa, se ha revelado como garantía del equilibrio, informa desde Lisboa Francisco Chacón.

    El gran problema de Portugal sigue siendo la calificación que recibe de las cuatro grandes agencias de «rating». Moody’s, Fitch y Standard & Poor’s no abandonan su etiqueta de bono basura para el país.

    Preocupa también la situación de la banca lusa: Caixa Geral necesita casi 5.000 millones de capital y la venta de Novo Banco no está nada clara. Las mejores noticias para el país llegaron desde el mundo educativo, pues el Informe PISA certificó la significativa mejora gracias a la reforma del Gobierno anterior.

  12. Macri guía la búsqueda de la normalidad en Argentina

    El presidente Mauricio Macri (i), con el destituido superministro de Hacienda argentino, Alfonso Prat-Gay, en la residencia presidencial de Olivos, en Buenos Aires, el pasado mayo
    El presidente Mauricio Macri (i), con el destituido superministro de Hacienda argentino, Alfonso Prat-Gay, en la residencia presidencial de Olivos, en Buenos Aires, el pasado mayo - Reuters

    Argentina logró salir de la cesión de pagos que arrastraba desde 2001, informa desde Buenos Aires Carmen de Carlos. El Gobierno liberó el cambio y los argentinos pudieron volver a comprar y vender divisas sin restricciones. Mauricio Macri pasó página al aislamiento de la etapa «kirchnerista». El mayor problema para la sociedad ha sido una inflación que roza el 40%. Los casos de corrupción de la anterior Administración superaron cualquier comparación, con cerca de medio centenar de colaboradores de la expresidenta y exministros imputados o procesados.

    La gran noticia de la región la dio Colombia con el proceso de paz. Tras el fallido referéndum donde el pueblo dijo no a los acuerdos firmados entre el Gobierno y la guerrilla terrorista de las FARC, ambas partes renegociaron, limaron las principales aristas y sellaron un nuevo pacto. Esta vez sin referéndum.

    En Bolivia el presidente Evo Morales perdió su referéndum para intentar un cuarto mandato presidencial. Las elecciones generales serán, como en Ecuador, en el 2017. Con la salida de Morales y de Rafael Correa se dará por zanjada la etapa bolivariana. Nicolás Maduro o lo que duré su presidencia estará sólo con la Cuba de Raúl Castro.

  13. Más represión y dura campaña anticorrupción en China

    Park Geun-Hye (i), suspendida de sus funciones como presidenta de Corea del Sur, saluda al presidente chino, Xi Jinping, durante un acto oficial en Pekín en 2013
    Park Geun-Hye (i), suspendida de sus funciones como presidenta de Corea del Sur, saluda al presidente chino, Xi Jinping, durante un acto oficial en Pekín en 2013 - AFP

    Con el mundo convulsionado, 2016 ha sido tranquilo en Asia, informa desde Pekín Pablo M. Díez. Adaptándose a su cambio de modelo económico, China ha asistido al endurecimiento de la represión y la campaña anticorrupción del presidente Xi Jinping para eliminar a sus rivales. El Partido Comunista debería señalar a su sucesor para 2022, pero Xi podría prolongar su mandato.

    Además, en marzo habrá elecciones a jefe ejecutivo de Hong Kong, donde está aflorando un independentismo que espanta a Pekín.

    China será el objetivo de la nueva guerra comercial y diplomática que preconiza Trump, lo que traerá más tensión entre las dos potencias. Atrás quedará el acercamiento de Obama a Asia.

    Con dos ensayos atómicos este año, Corea del Norte será otro foco de tensión en Asia.

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