Cadena humana en Hong Kong para reclamar democracia al régimen chino

Con las manos unidas y sus móviles encendidos, decenas de miles de personas se alinean en más de 30 kilómetros recordando la cadena de hace justo tres décadas en las repúblicas bálticas

Un aspecto de la cadena humana formada a lo largo de 33 kilómetros en Hong Kong Pablo M. Díez
Pablo M. Díez

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Los hongkoneses tienen una merecida fama de buenos organizadores, que se está demostrando incluso en el caos de las protestas que tienen revolucionada a la ciudad desde hace dos meses y medio. De lunes a viernes trabajan con su dedicación habitual y el fin de semana se echan a las calles. Mientras los mayores se manifiestan en masa pacíficamente durante el día, los jóvenes se baten por la noche con la Policía a modo de «guerrilla urbana». En ambos casos, lo que más destaca es su perfecta sincronización, como se ha vuelto a ver este viernes en la cadena humana que ha atravesado la isla de Hong Kong y parte de Kowloon hasta los Nuevos Territorios. En total, el objetivo era alcanzar una distancia de unos 33 kilómetros siguiendo el recorrido de tres líneas de metro, para lo que hacían falta unas 44.000 personas según los organizadores.

Con las manos unidas en alto y sosteniendo sus móviles con las linternas encendidas, decenas de miles de personas han formado esta impresionante cadena humana que abre un nuevo fin de semana de protestas, el duodécimo ya, contra el autoritarismo del régimen chino. De este a oeste de la isla, y de sur a norte de la península contigua, las luces llegaron incluso a la Roca del León, donde un grupo de senderistas formó su propia cadena en la montaña sobre los rascacielos.

Organizada durante esta semana a través de internet, esta nueva movilización se ha inspirado en la cadena humana con casi dos millones de personas que, hace justo 30 años, recorrió las repúblicas bálticas de Estonia, Letonia y Lituania para pedir la independencia a la Unión Soviética. En este caso, lo que reclaman los hongkoneses a China no es eso, sino democracia, pero la propaganda oficial informa sobre las protestas como si fueran una revolución independentista para exaltar el nacionalismo y aglutinar a la sociedad en torno al Partido Comunista.

«Nosotros no queremos la independencia, sino unas elecciones más justas y tener pleno sufragio universal. Lo que queremos es que el mundo sepa más sobre Hong Kong porque nos enfrentamos a China y necesitamos el apoyo de otros países, ya que estamos luchando por nuestra libertad y para proteger nuestros valores», explicaba a ABC Kay, un contable de 36 años a la puertas del centro comercial Pacific Plaza. Para ello, los manifestantes llevaban carteles con las banderas de diversos países, desde Estados Unidos hasta Corea del Sur pasando por Alemania, Francia y las repúblicas bálticas, pidiendo ayuda en sus respectivos idiomas.

«Necesitamos el respaldo de otros países para que el Gobierno de Hong Kong escuche nuestras demandas», contaba Karena, una estudiante de 20 años de Trabajo Social. Entre ellas, figuran la retirada de la ley de extradición a China que ha hecho estallar este verano de agitación social, que ha sido suspendida pero no cancelada, la investigación del uso de la fuerza policial en las protestas, la amnistía para los acusados de “disturbios” y la reactivación del proceso democrático.

«¡Tiempo para la libertad!»

«Time for freedom! Time for Hong Kong!» («¡Tiempo para la libertad! ¡Tiempo para Hong Kong!», gritaba la multitud a lo largo de la cadena mientras los pasajeros de los tranvías y autobuses se unían a ellos encendiendo las linternas de sus móviles. Con cantos y proclamas democráticas, el ambiente fue festivo y familiar, pero en algunos puntos hubo trifulcas con viandantes contrarios a las protestas que casi llegan a las manos, como presenció este enviado especial en el distrito de Wan Chai.

«Espero que las protestas de este fin de semana sean pacíficas y la Policía no dispare más gases lacrimógenos», confiaba Kay, el contable, tras la tregua que se vive desde el pasado fin de semana. Aunque sigue habiendo incidentes por las ocupaciones de algunas estaciones de metro, al menos no se han repetido los violentos choques con los antidisturbios de las últimas semanas.

Para recobrar la paz, la multitud entonaba como despedida el salmo «Canta Aleluya al Señor», himno de las protestas junto al tema de «Los Miserables», bajo los rascacielos con neones del Distrito Central. Mientras Pekín endurece su presión sobre las grandes empresas de Hong Kong y purga a las aerolíneas locales para despedir a quienes apoyan las protestas, la ciudad se prepara para un nuevo fin de semana de movilizaciones. Con la perfecta organización de los hongkoneses, estos dos próximos días se comprobará si sigue la tregua o vuelve la violencia.

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