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Vídeo: El primer ministro japonés visita Pearl Harbor junto a Barack Obama - ATLAS

Shinzo Abe: «Nunca más debemos repetir los horrores de la guerra»

El primer ministro japonés y Obama homenajean a las víctimas del ataque nipón en un acto que afianza las relaciones frente al imprevisible Trump

CORRESPONSAL EN NUEVA YORK Actualizado: Guardar
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Shinzo Abe y Barack Obama han protagonizado una ceremonia histórica que podría significar un punto de inflexión en la relación entre ambos países. Por primera vez, un primer ministro de Japón acudía al Memorial USS Arizona, en la bahía de Pearl Harbor, para homenajear a las víctimas estadounidenses del ataque por sorpresa que precipitó la entrada de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial. Lo hacía de la mano del presidente norteamericano, con quien Abe ha fortalecido una alianza clave para ambos países y que ahora entra en un periodo de incertidumbre: Obama entrega las llaves de la Casa Blanca a Donald Trump el próximo 20 de enero, y la impresivibilidad de la política exterior del presidente electo afecta también a Japón.

En este aniversario del ataque a la base estadounidense, el primer ministro japonés Shinzo Abe ha lanzado un mensaje de unidad y ha pedido al mundo «no repetir nunca más los horrores de la guerra».

El acto de ayer se negoció durante meses, aunque no se anunció hasta hace pocas semanas. Supone en cierta manera la contrapartida del Gobierno japonés a la histórica visita de Obama a Hiroshima de hace siete meses. Era el primer presidente de EE.UU. en recorrer el escenario de la primera de las dos bombas nucleares que el país lanzó en agosto de 1945 para cerrar la Segunda Guerra Mundial. Obama no pidió perdón a las víctimas de esa masacre, pero sí las homenajeó y habló de los peligros de las armas nucleares y de la necesidad de avanzar en la no proliferación, en un discurso que fue muy bien recibido en Japón.

«En los buenos momentos y en los malos, estamos ahí para el otro», ha afirmado Obama tras el discurso de Abe, quien ha instado a «resistir la urgencia» de «demonizar» al que es diferente, incluso cuando el «odio es lo que más quema».

En su mejor momento

La ceremonia de ayer es el colofón a los esfuerzos de Obama y Abe por afianzar la relación entre ambos países, que, según los expertos, vive su mejor momento desde el final de la guerra. Obama y Abe eran aliados improbables para ahondar esta alianza: el presidente estadounidense es un liberal de centro izquierda, defensor del multilateralismo en las relaciones internacionales, mientras que Abe es un líder conservador cercano a posiciones nacionalistas y promilitares que quedaron relegadas en Japón tras la derrota en la II Guerra Mundial.

La situación geoestratégica en la región Asia-Pacífico les ha empujado a promover esa alianza. El expansionismo económico y militar de China y la creciente amenaza nuclear de Corea del Norte están detrás de ello. Washington ha presionado para que Japón y Corea del Sur -cuyas heridas de su pasado militar siguen abiertas- mejoren su relación: Japón llegó a un entendimiento para compensar a las mujeres coreanas víctimas de esclavismo sexual durante la guerra y firmaron un acuerdo para compartir inteligencia sobre Corea del Norte. EE.UU. además ha reforzado su papel como paraguas militar de Japón.

En una visita a Tokio en 2014, Obama reafirmó que los tratados internacionales entre EE.UU. y Japón obligaban a su Gobierno a defender a su socio asiático en su conflicto por las islas de Senkaku, que China disputa. Era la primera vez que un presidente estadounidense lo decía de forma explícita, en un momento en el que Washington también se enfrentaba a China por su expansionismo en las islas del Mar de China Meridional.

Por su parte, Abe amplió el apoyo a las bases militares de EE.UU. en Okinawa, a pesar de la mucha oposición popular contra ellas, y ha participado en la lucha contra Daesh, a través de ayuda no militar.

Acuerdo Transpacífico

En el plano económico, tanto Obama como Abe han impulsado con fuerza el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), con el objetivo de establecer una región comercial que frene el tsunami económico de China. Ambos se jugaban parte de su capital político en esta apuesta, ya que el TPP -como se pudo ver en las elecciones de EE.UU.- es impopular en ambos países.

El gesto de ayer de Abe es también un intento de reforzar su compromiso con EE.UU. ante la inminente llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Como en otros asuntos de política exterior, la incertidumbre reina ante la postura que Trump tomará sobre Japón y Asia.

Tanto en la campaña como en sus semanas como presidente electo, Trump ha desplegado agresividad contra China: ha amenazado con gravar con tarifas a sus productos y ha cuestionado la política de «una sola China». Tener a EE.UU. como socio combativo con China podría ser un arma de doble filo para Japón: serviría para contener el expansionismo de Pekín, pero también podría suponer riesgos si China responde con la misma hostilidad y la región se desestabiliza.

Además, Trump ha cuestionado la protección militar que EE.UU. da a Japón, sugiriendo que se gasta demasiado en ello y que tanto el Gobierno nipón como Corea del Sur podrían desarrollar su propio arsenal nuclear.

Abe ha dejado claro que quiere prolongar una alianza estable bajo la Administración Trump. Fue el primer mandatario en visitarle en la Torre Trump tras su victoria electoral -«es un líder en el que podemos confiar», dijo entonces- y tiene previsto otro encuentro en Washington poco después de su jura como presidente el próximo 20 de enero. Pero los derroteros que tome la política de Trump sobre Japón siguen siendo una incógnita.

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