José M. de Areilza - Monnet & co.

Mi Brexit o sin Brexit

May apela directamente al miedo de que no haya Brexit

La primera ministra británica Theresa May EFE
José M. de Areilza

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Después de la segunda derrota en los Comunes, parecería que el acuerdo de Theresa May sobre el Brexit habría muerto. Los pasos para controlar daños se están dando desde el Parlamento, acordar que no habrá salida de la UE sin acuerdo y debatir la prórroga de las negociaciones. Pero la primera ministra, a sabiendas de que su futuro político está ligado a una única batalla, no renuncia a intentar una tercera votación en breve. Esta vez no pone el acento en el contenido del acuerdo ni en la hoja de parra ofrecida por Bruselas. May apela directamente al miedo de que no haya Brexit para convencer a sus huestes euroescépticas y a los norirlandeses unionistas. Agita un escenario de prórroga larga, celebración de elecciones europeas en mayo y tiempo para que el Parlamento acabe aceptando un segundo referéndum. Así que emulando al Enrique V de Shakespeare en la toma de Harfleur, la primera ministra les pide ir «una vez más a la brecha», en una votación de tintes desesperados. Si la maniobra de «mi Brexit o sin Brexit» triunfa, May pasará a la historia por su tenacidad y coherencia.

Otro asunto es que las consecuencias de la salida en los términos pactados con la UE sean francamente negativas para su país. Si por el contrario May fracasa y hay prórroga, la mayoría para un acuerdo de salida solo se puede construir con los laboristas partidarios de un Brexit blando. Esto implicaría subordinación británica a las normas europeas de mercado interior sobre las que ya no legisla, es decir, convertirse en lo que los euroescépticos llaman un «Estado vasallo». La alternativa sería entonces el segundo referéndum, en el que dos millones de jóvenes sin edad para votar en 2016 inclinarían la balanza a favor de la permanencia. La mayoría de los diputados laboristas ya aceptan el plan de freno y marcha atrás, pero antes barruntan cambiar de líder. Jeremy Corbyn no entiende la política europea y no ha reaccionado de modo tajante ante las manifestaciones de antisemitismo en su partido. Su relevo podría estar cerca.

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