Pedro Rodríguez - De lejos

Boris y Brexit

La opción de dar más tiempo para que Gran Bretaña se aclare no es precisamente una panacea

Pedro Rodríguez

Con toda la firmeza que cabe esperar en la saga del Brexit, los líderes europeos no parecen dispuestos a respaldar la última petición del Gobierno de Theresa May para alargar el plazo de su agonía del 12 de abril hasta el 30 de junio. Los metafóricos relojes blandos de Dalí, tantas veces aplicados en negociaciones comunitarias, se imponen una vez más pero esta vez con una letra tan pequeña como inquietante.

La oferta alternativa de la Unión Europea pasa por una moratoria –«flextension»– bastante más larga. Una especie de limbo flexible que podría terminar antes a voluntad de las partes. Ya sea en virtud de un acuerdo en el recalcitrante Parlamento de Westminster a favor de un plan de salida o si Bruselas considerase que Gran Bretaña se dedica a boicotear todavía más la Unión Europea desde dentro.

Al jugar con el calendario, la elusiva esperanza es que más tiempo ayude a superar el colosal atasco formado por el Brexit en la política británica. Las cuatro opciones fundamentales para desatascar serían: un consenso parlamentario suficiente para una salida ordenada; unas elecciones generales; un segundo referéndum; o un cambio de primer ministro.

Con todo, la opción de dar más tiempo para que Gran Bretaña se aclare no es precisamente una panacea. El gran problema asociado con alguna de estas sopapas no es otro que la formación de un gobierno partidario de un Brexit duro, por mucho que el FMI haya advertido que el precio a pagar por la economía británica sería una recesión de dos años y un recorte del PIB del 3,5 por ciento.

Las conversaciones de la primera ministra May con el líder laborista Corbyn y las negociaciones en Bruselas incluyen la formación de un gobierno británico todavía mucho más euroescéptico presidido por un histrión populista como Boris Johnson. Sin embargo, la misión imposible es poner freno a un futuro gobierno de Su Majestad. Lo que según los genios del Financial Times, es algo mucho más fácil de decir que de hacer.

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