EFE
EMPATE TÉCNICO

Austria se parte en dos en sus elecciones presidenciales

Aunque el nacionalista Norbert Hofer obtuvo una ligera ventaja, se espera que el voto por correo favorezca al ecologista Van der Bellen

Enviado especial a Viena Actualizado: Guardar
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La extrema polarización política generada en Austria en los pasados meses cristalizó este domingo en un empate técnico entre los dos candidatos a las elecciones presidenciales, cuyo resultado definitivo será decidido por el voto por el correo. Los primeros resultados daban una ligera ventaja al derechista Hofer, con un 51,9% de los votos frente al 48,1% del verde Van der Bellen. Pero la proyección que incluye el voto por correo daba un empate a 50% cada uno, con un margen de error de 0,7%. Por lo que la diferencia en el resultado final no excederá nunca el 1,5%. Hofer fue por delante de Van der Bellen, en las proyecciones iniciales pero después el empate se estabilizó.

Que los partidos tradicionales que comparten el centro estén ausentes en esta contienda dice todo respecto al terremoto político que vive Austria y que continuará sea cual sea este lunes el resultado y el nuevo jefe del Estado.

Este movimiento tectónico que se anuncia desde hace lustros por el agotamiento de los partidos tradicionales tuvo su detonante en la crisis de los refugiados que estalló el pasado año y que ha tenido en Austria uno de sus escenarios principales. La polarización se debe en gran parte a las posiciones irreconciliables en cómo tratar la llegada masiva de refugiados y los problemas sociales y culturales resultantes.

Los dos candidatos comparecieron en televisión hora y media después de cerrarse los colegios sin poder hacer otra cosa que declaraciones de buenas intenciones ganen o pierdan tras el recuento de este domingo. Y los dos anunciaron que acudirían a sus fiestas electorales ya en marcha aunque no hubiera aún nada concreto de celebrar. Curioso y quizás significativo es que la izquierda con Van der Bellen celebrara su fiesta en el palacio de los Auersperg con descorche de espumosos y rodeado de artistas e intelectuales, mientras el derechista Hofer acudía a celebrar con los suyos a las cervecerías populares del célebre Prater.

Ambos se mostraron conciliadores y dispuestos, gane quien gane, a colaborar para cerrar unas heridas que sin duda se han abierto en una campaña de inusual fiereza. Muy significativo es el contraste del resultado de Viena con el resto del país. En la capital, solo el 37% ha votado al derechista del FPÖ y un 63% al dirigente verde, antiguo decano de económicas en la Universidad y persona muy integrada en círculos artísticos y culturales de la ciudad, masivamente de izquierdas.

«Siembra de miedo»

El FPÖ lo ha explicado cómo «el éxito de las presiones y siembra de miedo de la maquinaria del partido estatal rojinegro» en referencia a la alianza de los dos partidos de la gran coalición, socialistas de SPÖ y populares de ÖVP. Estos han apoyado directa o indirectamente a Van der Bellen, después de que sus propios candidatos fracasaran estrepitosamente en la primera vuelta y no cosecharan ambos más que el 11%. Estas elecciones son las primeras en la historia de la República que no se dirimen entre los candidatos de esos dos partidos que siempre se han disputado –y repartido– responsabilidades, cargos y competencias en la administracion del Estado.

Lo cierto es que, gane quien gane, el consenso nacional de la II República ha quedado gravemente malparado con esta campaña. La política de los dos antiguos partidos principales SPÖ y ÖVP de hacer una especie de alianza general del sistema con los medios de prensa públicos y privados y los sectores izquierdistas de la cultura en una lucha sin cuartel contra el derechista Hofer puede haber causado un daño difícil de reparar.

Todos ellos juntos no han logrado más que la mitad del electorado frente a lo que han llamado el peligro ultraderechista, cuando no nazi. Todo ello pese al distanciamiento claro y continuo de Hofer de los nazis a los que ha calificado en todo momento de «bandas de asesinos con los que nada tenemos que ver». Si con esta campaña de todos contra uno, Hofer pierde por décimas, tiene el FPÖ prácticamente hecha la campaña electoral para las legislativas, en las que su jefe Hans Christian Strache, el líder del partido tiene cada vez más papeletas para ser canciller. La victoria de Van der Bellen favorecería en ese sentido paradójicamente las aspiraciones del FPÖ de hacerse con el poder real que está en la cancillería.

Aunque nadie descarta tampoco que una victoria de Hofer convenza al partido popular (ÖVP) de que la gran coalición es ya una condena que amenaza su propia existencia y decida acabar con la legislatura. De hecho el ÖVP, aunque también los socialistas, tienen que estar impresionados de la cantidad de austriacos votantes suyos que han despreciado sus recomendaciones y han votado a Hofer.

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