El fundador del portal WikiLeaks, Julian Assange, se dirige a los medios desde el balcón de la embajada de Ecuador en Londres
El fundador del portal WikiLeaks, Julian Assange, se dirige a los medios desde el balcón de la embajada de Ecuador en Londres - EFE

Assange se asoma al balcón y amenaza a los gobiernos británico y sueco con el Tribunal Penal Internacional

El Reino Unido afirma que dejarlo libre como pide una comisión de la ONU sería «ridículo»

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
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Julian Assange faltó a la primera cita, hoy viernes a las doce de la mañana. Unos tres centenares de activistas, cámaras y curiosos aguardaban con ambiente festivo a que se asomase al balcón de la embajada de Ecuador, situada en el Londres más lujoso, justo detrás de Harrods. Incluso se llegaba a especular con que podría salir a la calle, tras hacerse público esta mañana el dictamen de una comisión de derechos humanos de la ONU que afirma que debe quedar libre. Pero Assange, que tal vez iba con la hora neoyorquina, asomó finalmente al balcón a las cuatro de la tarde inglesas (cinco españolas), para deleite de sus simpatizantes más leales, muchos de ellos sudamericanos, que lo saludaron con grandes aplausos y algún «bravo» en español.

Aunque se habla de problemas de salud psíquicos y físicos, lo cierto es que Julian Assange, de 44 años, no presentaba mal aspecto, trajeado, con camisa azul clara y una corbata brillante que llevaba holgada. Compareció portando en la mano el grueso dictamen de la comisión de la ONU, que concluye que su detención es arbitraria. Lo esgrimió una y otra vez como las tablas de la ley que deben abrir las puertas a su libertad.

Calificó la decisión de la ONU como «una victoria significativa para mí, mi familia y mis hijos»

El fundador de Wikileaks y antiguo pirata informático no admitió preguntas y habló menos de diez minutos. Calificó la decisión de la ONU como «una victoria significativa para mí, mi familia y mis hijos». Casi al término de su comparecencia llegaron sus palabras más duras, cuando aseguró que los gobiernos del Reino Unido y Suecia afrontan «responsabilidades criminales» si no lo dejan marchar tras el informe de Naciones Unidas. Incluso los amenazó con que «habrá consecuencias tarde o temprano, porque el Tribunal Penal Internacional tiene jurisdicción universal».

Poco impresionado con las conclusiones de la ONU y con el punto de vista de los activistas de Wikileaks, el Gobierno británico calificó de «ridículo» que la comisión de Naciones Unidas asegure que su detención es arbitraria y pida que se le deje salir libremente. El ministro de Exteriores inglés, Philip Hammond, recordó que «Mr. Assange es un fugitivo de la Justicia», que en realidad puede abandonar su refugio de la embajada «cuando quiera», pero tendrá que afrontar las denuncias de la Justicia sueca. Para el Gobierno de Cameron con el dictamen de la ONU «no ha cambiado nada».

El responsable jurídico de Ministerio de Exteriores sueco, Anders Ronquist, señaló que «Assange no está privado de su libertad por ninguna decisión de las autoridades suecas».

Filtración de secretos de Estado

El líder de Wikileaks está acusado de una violación en Suecia en agosto de 2010, de la que dice ser inocente. Se niega a ser extraditado desde Londres por temor a que a su vez las autoridades suecas atiendan a las reclamaciones que han hecho los estadounidenses para que Assange comparezca en los tribunales norteamericanos por filtración de sus secretos de Estado. Sabe que Estados Unidos no bromea con su seguridad y allí podría afrontar una pena de unos 30 años de cárcel, por lo que ha elegido el limbo de la embajada a la espera de una salida más airosa.

Assange adoptó en su comparecencia un tono victimista, invocando a sus cinco hijos «privados de su padre durante cinco años, ellos son las víctimas completamente inocentes de lo que está pasando, y ellos no están en los negocios, ni en la política, solo en su mundo de niños y sin poder ver a su padre».

Assange estuvo acompañado por un fotógrafo en el minúsculo balconcillo de la embajada, que está casi a pie de calle. Antes de comparecer había grabado un vídeo valorando la decisión de la ONU.

La credibilidad de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas está en entredicho toda vez que acaba de incorporar como uno de sus miembros permanentes a Arabia Saudí, país con oscuro historial de violación de esos derechos.

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