Un anticastrista cubano acompañó a Oswald en su misterioso viaje a México

Trump cede a las presiones y bloquea la publicación de parte de los archivos

El matrimonio Kennedy, en una imagen de 1961
Javier Ansorena

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Tras muchas horas de espera tensa, la web de la Administración Nacional de Archivos y Registros (NARA) volcó el jueves por la noche miles de documentos hasta ahora secretos relacionados con el asesinato de John Fitzgerald Kennedy . Investigadores, periodistas y curiosos se han lanzado desde entonces a bucear en los cientos de miles de páginas de material desclasificado en busca de nuevas claves sobre el magnicidio o de revelaciones sobre su investigación. La nueva información es un puzzle gigantesco que tardará semanas y meses en construirse , pero que ya ofrece información novedosa sobre el caso. Como ya avisaron los expertos en uno de los capítulos más discutidos de la historia de EE.UU., no hay datos que aclaren los grandes misterios del caso -¿fue solo Lee Harvey Oswald?, ¿quién lo planeó?- ni que confirmen las variadas teorías conspiradoras sobre el asesinato. Sí hay, sin embargo, detalles novedosos.

Uno de ellos tiene que ver con un agente anticastrista conocido como «El Mexicano» . Según un documento de la CIA, estuvo con Oswald en su misterioso viaje a la Ciudad de México en septiembre de 1963. Este es uno de los misterios del asesinato de JFK. ¿Qué fue a hacer Oswald a México? ¿Era parte del plan para preparar el asesinato? Se sabe que Oswald tuvo contactos con las embajadas de Rusia y de Cuba, supuestamente para pedir visados de viaje. En el documento, un agente de la CIA dice creer que «El Mexicano» «acompañó» a Oswald a la capital mexicana. Otro documento apunta a que esta persona era Francisco Rodríguez Tamayo, un capitán revolucionario cubano, que desertó de las filas castristas en junio de 1959, antes de la llegada al poder de Fidel Castro. Un último archivo lo sitúa además como director de un campo de entrenamiento anticastrista en Pontchartrain (Luisiana).

Entre las muchas teorías que defienden que la muerte de JFK fue una conspiración, las hay que sitúan al exilio cubano, indignado por el desastre de la invasión de Bahía de Cochinos perpetrado por la Administración Kennedy y por la débil posición frente a Castro de JFK.

Uno de los documentos desclasificados por el Archivo Nacional

Otro contacto relevante en México aparece en los papeles. El que Oswald tuvo con Valery Vladimirovich Kostikov , cónsul de Rusia en la ciudad, pero que la CIA define como un «oficial identificado del KGB» y miembro de la unidad «responsable de sabotajes y asesinatos». Un antiguo oficial de la CIA ya había hablado de ese encuentro en un reciente documental de History Channel, «JFK Declassified». La revelación podría alimentar las teorías sobre la participación del KGB en el magnicidio, aunque el documento no ofrece ningún dato concluyente.

Matar a Fidel Castro

Hay muchos otros detalles relacionados con el asesinato -como que el director del FBI, J. Edgar Hoover , temía que la muerte de Oswald a manos de Jack Ruby dos días después del magnicidio disparara las dudas sobre un complot entre la ciudadanía; los temores en su agencia a que Oswald corriera esa suerte; cómo la policía ya trataba de localizar al asesino un mes antes de la muerte de JFK; o los temores a que un general descontrolado iniciara un ataque nuclear contra la URSS- pero también información jugosa de la época, relacionada solo tangencialmente con el magnicidio. Los documentos describen operaciones de la inteligencia propias del «James Bond» más clásico. Aquí abundan los planes para matar a Fidel Castro. Uno de ellos consistía en regalarle un traje de buceo -una de las aficiones del dictador cubano- contaminado con enfermedades. Otro pretendía colocar una bomba en una almeja gigante en una de sus zonas de buceo preferidas. También se planteó armar a un traidor cubano con un bolígrafo que escondía un cuchillo o una aguja para inyectar un veneno. En los documentos también se ve cómo las autoridades trataron de conseguir información sobre las orgías que JFK compartía con amigos como Frank Sinatra o Sammy Davis Jr ., las tensiones -que todavía perduran- entre el FBI y la CIA o la caza de brujas contra pro comunistas en Hollywood.

La mayor controversia, sin embargo, está en lo que no ha salido a la luz. La publicación de los documentos se debe al mandato de una ley aprobada por el Congreso en 1992 que establecía que todo el material sobre JFK debería salir a la luz publica en un plazo de 25 años, que se cumplía este jueves. El único con capacidad de bloquear la desclasificación es el presidente de EE.UU. Donald Trump habló la semana pasada de sacar todos los documentos e incluso llegó a crear suspense sobre su contenido, asegurando en Twitter que eran «muy interesantes». A última hora, sin embargo, cedió a las presiones de las agencias de inteligencia para dejar en secreto unos 300 documentos por motivos de seguridad . «Al final habrá una gran transparencia. ¡Espero que todo se publique!», dijo por Twitter para justificarse. Pero no evitó una lluvia de críticas, en una decisión que solo alimentará las teorías conspiratorias sobre JFK.

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