Los almacenes de la masacre de El Paso se convierten en un mausoleo

Muchos de los vecinos que habitualmente frecuentaban el centro comercial Cielo Vista se salvaron de la tragedia por cambios de planes de última hora

Una persona reza por las víctimas en el memorial erigido cerca del lugar de la masacre REUTERS
David Alandete

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Cada sábado a las 9.30, al salir de su trabajo como enfermera, Daniela Portillo suele pasar por el Walmart del centro comercial Cielo Vista para comprar los encargos que le hacen sus familiares en México. Se trata, al fin y al cabo, «del Walmart de los mexicanos», como ella misma lo llama, un supermercado donde han comprado y pasado las horas muertas generaciones enteras de hispanos de ambos lados de la frontera desde que este comercio abrió sus puertas en 1994. El sábado pasado fue una excepción porque Daniela tenía previsto visitar a unos familiares precisamente en México, y no se apeó en la parada de bus que le deja a solo 20 metros de la entrada del centro comercial. «Un día cualquiera entras en la tienda y puedes pensar que estás en México. Dentro se habla español, hay gente mezclada de ambos lados de la frontera», decía ayer Daniela, ojos llorosos, vestida todavía con el uniforme de enfermera del turno de noche.

El acceso al supermercado, cortado por la policía, se ha convertido en un mausoleo improvisado de rosas rojas y blancas, velas, globos, banderas y 22 cruces, una por cada fallecido. Como Daniela, muchos de quienes lo visitaban ayer contaban historias curiosamente similares: todas eran personas de ascendencia mexicana cuya rutina, de un modo u otro, les suele llevar al Walmart los sábados por la mañana, salvadas en el último momento por un viaje inesperado, un recado, un cambio de planes.

Desde el monumento funerario del Walmart de la masacre se ve México. No es que se adivine en la lontananza: está al cabo de una autopista, a apenas dos kilómetros que muchos de los 22 muertos y 30 heridos recorrían a diario, a pie o en transporte público, para ir a trabajar, hacer la compra o estudiar. Viven entre El Paso y Ciudad Juárez más de dos millones de personas que, como Heriberto Sandoval, no saben ni de dónde son. «Vivo en los dos sitios, tengo familia en los dos sitios», decía ayer este jardinero de 35 años ante el Walmart que frecuenta «desde chiquito». Conoce tan bien este supermercado que está convencido de que el ataque fue premeditado. «Ese asesino condujo desde Dallas, entró, vio que eran todos mexicanos y fue a por el arma. Este sitio es puro mexicano. ¡No mames, venir con un arma aquí es puro racismo! ».

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