ABC, testigo privilegiado de la caída de Alepo

Nuestro periódico era ayer el único medio impreso nacional que hollaba las devastadas calles de la ciudad siria

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En su secular trayectoria, ABC siempre ha entendido el periodismo como el ejercicio irrenunciable de contar lo que pasa allá donde ocurra, a pie de obra. Nuestro periódico era ayer el único medio impreso nacional que hollaba las devastadas calles de Alepo cuando las tropas de Al Assad retomaban el control de una ciudad atormentada por una larga guerra. Estar en el lugar de la noticia es el mejor activo de este oficio de contar las cosas, de primera mano y sin intermediarios. Hace casi un siglo, Sofía Casanova escribía en estas mismas páginas el ascenso de los bolcheviques al poder en Rusia; ayer Mikel Ayestaran entraba en Alepo.

El reportero de ABC, testigo privilegiado, cuenta así cómo ha caído la ciudad en manos del Ejército sirio:

ACABA LA BATALLA, SIGUE LA GUERRA

Alepo es una ciudad rota, partida en dos tras sufrir en sus calles toda la intensidad del conflicto de Siria durante los últimos cuatro años. El anuncio del acuerdo entre los opositores y Rusia para la salida de civiles y combatientes significa que el Gobierno del presidente Bashar al Assad retoma el control de toda la ciudad, pero la herida es demasiado profunda. Es momento para la cautela, pero en las primeras horas tras hacerse público el acuerdo se silenciaron las armas.

Después de una jornada de duros combates, como las últimas cuatro semanas, y que discurrió bajo las explosiones constantes de la artillería, solo el ronroneo de los grupos electrógenos rompía la noche en Alepo después de que rusos, turcos y sirios, del Gobierno y la oposición, anunciaran el pacto. Es el momento único que separa la muerte de la vida, ese instante en el que la población toma aire y cruza los dedos para que esta vez sea la definitiva y la guerra se aleje de las calles.

En Alepo, como en el resto del país, se han cruzado todas las líneas rojas, y los civiles son las grandes víctimas. Con el alto el fuego, tras invertir mucho tiempo y dinero, las zonas arrasadas por los combates podrán volver a ser habitables algún día. Lo que será más complicado es volver a tejer la confianza entre las etnias y sectas que durante siglos convivieron en este lugar histórico. En Alepo, las potencias mundiales y regionales han dirimido sus diferencias a bombazos y han reventado esta convivencia. Acaba la batalla, pero la guerra sigue.

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