El presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko
El presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko - reuters

Bielorrusia, lista para reelegir al «último dictador de Europa»

Ninguno de los tres candidatos que concurren a los comicios para disputarle el poder a Alexander Lukashenko supone un desafío importante a su régimen

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Los bielorrusos acuden este domingo a las urnas para decidir su voto en unas elecciones presidenciales que, casi con seguridad, darán un quinto mandato al autoritario Alexander Lukashenko, actual presidente del país. La reelección de Lukashenko hace ahora cinco años provocó masivas protestas en el país y llevó a prisión a importantes líderes de la oposición, pero el apoyo al régimen tras dos décadas ha aumentado desde que el presidente se erigió como el garante de la estabilidad ante la crisis económica y el conflicto separatista prorruso en la vecina Ucrania.

Ninguno de los tres candidatos que concurren a los comicios para disputarle el poder a Lukashenko supone un desafío importante a su régimen, pero la oposición ha llamado a boicotear la elección.

«Lukashenko y su sistema están en un callejón sin salida. No hay opción, pero está la opción de no ser como borregos», ha asegurado Anatoly Lebedko, importante opositor, durante una manifestación antigubernamental celebrada el sábado que atrajo a unos pocos cientos de personas.

Occidente ha aislado durante mucho tiempo Lukashenko, quien se ha llegado a describir a sí mismo como «el último dictador en Europa», debido a su historial de Derechos Humanos y a sus drásticas medidas contra los disidentes políticos, y ha impuesto sanciones económicas a algunos altos cargos y compañías nacionales. Sin embargo, sus críticas a la anexión rusa de la región ucraniana de Crimea, los acuerdos sobre Ucrania y el perdón otorgado a seis dirigentes opositores el pasado mes de agosto han propiciado cierto acercamiento a Bruselas y Washington.

Los países de la UE están de acuerdo en prorrogar las sanciones y suspenderlas en paralelo durante cuatro meses, incluyendo las impuestas al presidente, en respuesta a la decisión «positiva» del presidente Lukashenko de liberar en agosto a seis presos políticos «por motivos humanitarios».

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