Un hombre hace fotos de Londres desde un edificio junto al río Támesis
Un hombre hace fotos de Londres desde un edificio junto al río Támesis - reuters

El blanqueo mafioso dispara la vivienda en Londres

«Este país no es el lugar para que guardéis vuestro dinero sucio», advierte Cameron, después de que la Agencia Nacional contra el Crimen diese la voz de alarma

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El reportaje se llamaba «Desde Rusia con cash», parafraseando el viejo «Desde Rusia con amor» de James Bond. Fue una celada periodística llamativa, en la que pillaron a las agencias inmobiliarias de más fuste de Londres chapoteando en la ilegalidad. A comienzos de julio, la cadena televisiva británica Channel 4 simuló en un montaje que un burócrata ruso, que se había hecho rico robando dinero de los fármacos de la sanidad pública, y su amante querían comprar una vivienda en alguna zona cara de Londres, en un rango de tres a quince millones de euros. El funcionario, al que pusieron el facilón nombre simulado de Boris, era en realidad Roman Sovich, un activista ruso contra la corrupción. Su novia de pega, una periodista ucraniana.

Los agentes inmobiliarios tragaron el señuelo y les enseñaron viviendas por Kensington, Chelsea y Notting Hill, mientras las cámaras ocultas grababan. En un momento dado, Boris comentó a los vendedores que le convendría no constar como propietario, pues su dinero era irregular. Los empleados de Marsh & Parson, agencia que tiene como lema «El único camino es la ética», le ofrecieron contactar con firmas de abogados que podrían «proteger su identidad». Uno de los vendedores confesó a Boris que el 80% de sus ventas eran a extranjeros, y más de la mitad bajo la tapadera de compañías offshore radicadas en paraísos fiscales.

El mercado inmobiliario de Londres flota sobre el dinero sucio. Lo advirtió hace siete días la Agencia Nacional Contra el Crimen (NCA), una suerte de FBI a la inglesa, creada en 2013. «Creo que el mercado inmobiliario de Londres está sesgado por el blanqueo de dinero. Los precios están siendo empujados artificialmente al alza por criminales extranjeros, que quieren colocar sus bienes aquí, en el Reino Unido», reveló Donald Toon, director de la sección de delincuencia económica de la NCA.

La efervescencia del mercado inmobiliario de Londres ronda lo inexplicable, a pesar de que la ciudad se haya convertido en un imán global. En 1986 el precio medio de una propiedad en la capital era de 55.000 libras. Hoy es de 492.000 (700.000 euros). El año pasado el precio de las viviendas aumentó un 17%. Es cierto que hay una carencia grave de inmuebles. La ciudad necesita 63.000 nuevos hogares cada año y solo se construye la tercera parte. También es verdad que la metrópoli británica cuenta con el hándicap del Anillo Verde que la circunda, en el que no se puede construir por motivos ecológicos. Son la friolera de 484.173 metros cuadrados, el 3,7% de la tierra total de Inglaterra. Pero solo eso no explica la incontenible escalada del ladrillo. Hay otra clave: Londres se ha convertido en la capital mundial del blanqueo.

En barrios de híper lujo como Knightsbridge y Belgravia, tomados por los árabes y los rusos, las viviendas han subido un 164% en los últimos cinco años. A rebufo de unos precios de venta disparatados se han desmadrado también los alquileres (600 libras por semana -850 euros- es un precio razonable, casi barato, por un apartamento de 60 metros en un lugar céntrico de la Zona 1).

Precios millonarios

Un piso de 176 metros cuadrados en South Kensington cuesta unos 5,5 millones de euros. Lo mismo un apartamento en Covent Garden de dos dormitorios con terraza, o una casa adosada de cuatro dormitorios en Notthing Hill, que hace ya años que no tiene nada de bohemio. En Marylebone piden 3,5 millones por un apartamento de dos dormitorios y dos baños.

La Agencia Nacional del Crimen cree que las inversiones en Inglaterra y Gales de las mafias criminales están contribuyendo a inflar los precios. Se calcula que compañías offshore y fondos de inversión extranjeros más o menos opacos poseen bienes inmuebles por valor de 170.500 millones de euros en Inglaterra y Gales. Algunas investigaciones, como la de la organización Transparencia Internacional, calculan que mafias foráneas y políticos corruptos extranjeros cuentan con cien mil propiedades en el Reino Unido, 36.000 de ellas en su capital.

Donald Toon, desde la NCA, ha pedido a las agencias inmobiliarias que los alerten si perciben movimientos sospechosos. Una demanda que difícilmente tendrá eco, porque las agencias se lucran con esta anómala bonanza, que engrosa sus comisiones (en el reportaje-trampa de Channel 4 podrían haberse llevado hasta casi medio millón de euros si el falso Boris hubiese sido realmente un ruso de compras). En las agencias más lujosas, como Foxtons, a veces te reciben con una copa de espumoso.

Los datos fiscales son un indicio de que operan fuerzas que vulneran la lógica del mercado. El nuevo impuesto que grava las viviendas propiedad de firmas tapadera y fondos de inversión ha recaudado 150 millones de libras en los tres primeros meses de 2015. Para entender lo abultado de la cifra hay que compararla con el hecho de que en todo el año fiscal anterior se habían ingresado cien millones.

El fisco se lucra

El fisco se lucra con las inversiones blancas del capital sucio. Pero que Londres cobre fama mundial de refugio del dinero mafioso no es una buena etiqueta para una de las capitales financieras planetarias. Después de que «The Sunday Times» se hiciese eco a lo grande de las denuncias de la NCA, David Cameron ha reaccionado políticamente esta semana, incluso estando inmerso en una gira por Asia. Lo primero, fiel a su estilo de ex relaciones públicas, fue una contundente frase-eslogan: «Londres no es el lugar para que guardéis vuestro dinero sucio. No hay lugar para el dinero del blanqueo y el saqueo en Gran Bretaña y no debería haberlo en ningún lugar del mundo». Por primera vez, un primer ministro reconoció que en Gran Bretaña se están comprando propiedades«a través de compañías tapadera anónimas, algunas con dinero blanqueado».

Cameron adelantó algunas medidas concretas contra el blanqueo inmobiliario. El próximo año comenzará a operar el «Land Registry», que publicará la lista de compañías foráneas que poseen tierras y viviendas en Inglaterra y Gales. A futuro, el Gobierno quiere buscar fórmulas que obliguen a que aflore la identidad real del último dueño, media que se quiere aplicar ya a las firmas de capital extranjero que contratan con la Administración. Una nueva ley que entrará en vigor el año que viene obligará a todas las compañías británicas a declarar quién es su propietario. El Ejecutivo quiere una norma similar para esas firmas foráneas que devoran inmuebles.

La batalla que anuncia el Gobierno británico es muy difícil, por lo sofisticado de las empresas de paja que actúan como testaferros y porque son muchos los que al final se lucran del espejismo real en que se ha convertido el milagro del ladrillo en Londres.

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