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Jamenei endurece las líneas rojas y complica el acuerdo nuclear

Exige «el levantamiento inmediato de las sanciones económicas impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU, el Congreso y el Gobierno de EE.UU.» tras la firma del documento final

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A falta de una semana para la cumbre de Viena en la que Irán y el 5+1, grupo formado por Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia, China y Alemania, deberían firmar el acuerdo nuclear definitivo Alí Jamenei ha convertido en ley las líneas rojas de la república islámica.

En un discurso televisado por la cadena nacional el Líder Supremo acotó la transparencia de Irán ante los investigadores de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) y la duración final del acuerdo, los dos grandes caballos de batalla del proceso negociador que parecían superados después del acuerdo marco alcanzado el 2 de abril en Lausana. Jamenei exigió además el levantamiento inmediato de las sanciones económicas impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU, el Congreso y el Gobierno de Estados Unidos» tras la firma del documento final, no de forma gradual como parecían haber pactado los equipos negociadores.

Unas exigencias que devuelven la incertidumbre al proceso en su momento final.

La máxima autoridad religiosa y política del país alabó la labor del equipo negociador iraní al que calificó de «comprometido con las líneas rojas del sistema islámico». Un mensaje directo para el presidente Hasán Rohani y su negociador jefe, el ministro de Exteriores, Javad Zarif, que viajará a Viena con la nueva ley aprobada por el Parlamento iraní que pone en negro sobre blanco los deseos de Jamenei. Un texto que reduce la capacidad de maniobra de la delegación iraní en el que se recoge que «no se aceptarán inspecciones no convencionales a centros militares ni el interrogatorio a científicos» y que «no es aceptable el congelamiento del enriquecimiento de uranio por un periodo largo de diez o doce años», según declaró Jamenei.

Falta de confianza

Después de ocho días de intensas negociaciones en Lausana a finales de marzo el ministro de Exteriores de Irán, Javad Zarif, y la responsable de política exterior de la UE, Federica Mogherini, anunciaron el 2 de abril un «paso decisivo» en la negociación nuclear realizado con «buena voluntad». Hicieron falta 48 horas extras de encuentros y reuniones al más alto nivel para sellar un acuerdo marco por el que los iraníes accedían a limitar el enriquecimiento de uranio a cambio del levantamiento de las sanciones que ahogan su economía.

Las palabras de Jamenei -no es la primera vez que el Ayatolá envía un mensaje de este tipo, normalmente para calmar al sector más conservador de la república islámica- provocaron la reacción del ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius, quien insistió en la necesidad de sellar «un pacto que sea fuerte, pero este tipo de declaraciones no apuntan en esa dirección».

La falta de confianza entre las partes ha sido uno de los grandes problemas hasta ahora, a ello hay que sumar la presión de la parte más dura del régimen iraní, a la que no le gusta el acercamiento al tradicional enemigo estadounidense, y de socios de Washington en la región como Israel y Arabia Saudí, que no ocultan su temor ante el poder de un Irán libre de sanciones.

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