Una flor en recuerdo de los asesinados en Garissa
Una flor en recuerdo de los asesinados en Garissa - reuters

La milicia islamista de Al Shabab anuncia la muerte de 25 policías en Garissa

En abril, 148 personas perdieron la vida en un ataque a esta localidad keniana

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Al menos 25 policías han fallecido en las últimas horas en un ataque de milicianos de Al Shabab en el condado de Garissa, noreste de Kenia, según anunció el grupo radical.

La acción armada se produjo en las cercanías de la localidad de Yumbis, donde la pasada semana el Ejército repelió otro asedio. «Tomamos todas sus armas. Había algunas fuerzas kenianas que escaparon en el curso de los combates», aseguró el portavoz del ala militar de Al Shabab, Sheikh Abdiasis Abu Musab, citado por la agencia Reuters.

Según fuentes militares, la emboscada se produjo después de que un vehículo explosionara una mina terrestre a su paso. No obstante, el portavoz policial, George Kinoti, aseguraba que solo 13 oficiales del cuerpo se encuentran desaparecidos.

A comienzos de abril, el grupo rebelde somalí ya había realizado un asedio contra una universidad de esta localidad; una acción armada en la que perdieron la vida 148 personas.

La ola de ataques de Al Shabab en Kenia se remonta a octubre de 2011, cuando tropas del Ejército se adentraban en Somalia, como medida de castigo a los secuestros de extranjeros protagonizados en la frontera.

En respuesta, Sheikh Ali Rage, portavoz y número dos de la milicia islamista de Al Shabab, advirtió de que Kenia debería «afrontar las consecuencias» por haber «comenzado la guerra» con el despliegue de sus tropas en territorio somalí.

Desde entonces, las operaciones a ambos lados de la frontera se suceden.

Ya en septiembre de 2013, un ataque al centro comercial Westgate de la capital de Kenia, Nairobi, por presuntos simpatizantes de la milicia somalí se cobraba la vida de al menos 72 personas.

Dudas en su liderazgo

Pese a sus recientes acciones armadas, en los últimos tiempos, Al Shabab atraviesa una evidente dicotomía tras las recientes muertes en su liderazgo. En septiembre, el mando del grupo armado fue asumido por Ahmed Diriye, después de que Mukhtar Abu Zubeyr, conocido como Ahmed Godane, por entonces líder de la milicia islamista, falleciera en un ataque lanzado por fuerzas armadas estadounidenses en las cercanías de la base del grupo en Barawe, a unos 200 kilómetros de la capital somalí, Mogadiscio.

La muerte de Godane supuso entonces un serio revés para Al Shabab, una organización tejida a imagen y semejanza  de uno de los huesos duros del islamismo radical. Días después, el mando fue asumido por una corriente «de continuidad» en manos de Ahmed Diriye, conocido como «Abu Ubaidah», y antiguo consejero. No obstante, la mayoría de analistas coinciden en que la  histórica lucha de poder con el número dos de la organización, Mukhtar Robow, conocido como «Abu Mansur», aún continúa. Más aún, el debate sobre  si el grupo debe cesar en su histórica alianza con Al Qaida para estrechar lazos con el Estado Islámico, al igual que han hecho otros grupos regionales (caso de Boko Haram). Sobre todo, ante el continuo flujo de yihadistas somalíes que, en los últimos meses, prefieren unirse a los combates en Irak o Siria junto al Estado Islámico en lugar de su propio país.

Un éxodo que ha venido acompañado de numerosas muertes dentro del grupo. En enero,  Yusef Dheeg, jefe de operaciones externas de la milicia armada, perdía la vida en un ataque con «drone» (avión no tripulado). Solo un mes antes, Tahlil Abdishakur, jefe de Inteligencia del grupo, también fallecía en otro ataque desde los cielos.

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