El fundador de Wikileaks, Julian Assange
El fundador de Wikileaks, Julian Assange - REUTERS

La Fiscalía sueca ofrece interrogar a Assange en su encierro para dar una salida al caso

Acusado de violar a dos mujeres, lleva casi tres años refugiado en la embajada de Ecuador en Londres

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La Fiscalía sueca ha dado un paso que podría facilitar el fin del encierro de Julian Assange en la embajada de Ecuador en Londres, donde permanece refugiado desde el 19 de junio de 2012. La fiscal se ha ofrecido para interrogar al fundador de Wikileaks, de 43 años, en la legación diplomática ecuatoriana y tomarle también allí muestras de ADN.

Assange está acusado de violación y abusos sexuales a dos mujeres durante una visita a Suecia en agosto de 2010. El activista lo niega todo y rechaza comparecer ante la Justicia en el país escandinavo, porque teme que desde allí podría ser extraditado a Estados Unidos, donde le aguardaría una pena severa por sus filtraciones sobre secretos castrenses del país.

Según la versión un tanto melodramática de sus abogados podría merecer incluso la pena de muerte.

La acusación que pende sobre él en Suecia podría expirar en agosto

La Justicia sueca siempre ha defendido que Assange debería presentarse en Suecia y responder allí a las acusaciones. Pero ha cambiado de criterio, apremiada por el hecho de que la acusación que pende sobre él podría expirar el próximo mes de agosto, debido a los plazos procesales suecos. Antes que perder el caso, la fiscal que lleva el caso a transigido y acepta ahora interrogarlo en la embajada. El paso ha sido bien acogido por los abogados del periodista y filtrador de documentos: «Es algo que veníamos pidiendo desde hace cuatro años».

La verdad es que la situación de Assange comienza a resultar insostenible, un engorro para todas las partes implicadas. Ecuador ya ha lanzado algún aviso de que no puede permanecer perpetuamente en su pequeña embajada, que está justo detrás de los famosos grandes almacenes Harrods. Inglaterra se queja del dinero que le cuesta custodiar el edificio para que no se fugue, haciendo quedar en ridículo a la seguridad del país. Y el propio Assange sufre un calvario, que comienza a acarrearle problemas de salud. En más de dos años solo ha visto la luz 20 minutos, cuando en agosto del 2012 se asomó al balcón para dirigirse a sus seguidores.

Assange, que fundó Wikileaks en 2006, se resigna a su reclusión porque teme ser deportado a Estados Unidos, donde le aguardaría un juicio por sus filtraciones sobre las actividades militares norteamericanas en Afganistán e Irak. El presidente Rafael Correa ya ha insinuado que algún día tendrá que irse. El dispositivo de seguridad para que no huya se ha llevado ya 13,4 millones.

Vive en el sótano

Knightsbridge, donde está la embajada, es uno de los barrios más caros de Londres. El edificio es bonito, pero las oficinas diplomáticas ecuatorianas son exiguas, no ocupan todos los pisos y carecen de jardín. Assange vive en el sótano, que se ha dividido con una cortina, con su oficina a un lado y su cama al otro. Su equipo asegura que el confinamiento le ha provocado dolencias pulmonares y cardíacas. Para unos es un héroe de la libertad de la información. Para otros, un pirata informático y un violador. Ajenos al debate, ocho policías custodian día y noche la embajada.

Tras tan largo encierro, el interés ha ido menguando. Docenas de turistas entran y salen de Harrods, pero mirando hacia los ventanales donde a veces asoma el recluso solo se ve alguna cámara de prensa eventual y a tres o cuatro incombustibles simpatizantes de su causa, algunos de los cuales aseguran que acuden allí cada día desde que hace dos años.

Sir Bernard Hogan-Howe, el jefe de la Policía Metropolitana, ha anunciado que va a estudiar cambios en el dispositivo de seguridad, porque «está chupando nuestros recursos». De junio de 2012 a octubre de 2014, evitar que Assange se dé a la fuga costó 12,1 millones de euros (horas extras de los agentes incluidas), y a día de hoy se calcula que son ya 13,4. El pasado verano el fundador de WikiLeaks anunció en rueda de prensa que pronto se marcharía. El movimiento de la Fiscalía sueca puede hacer ahora real su promesa.

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