El encanto de la conspiración: Muertes misteriosas que marcaron la historia
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El encanto de la conspiración: Muertes misteriosas que marcaron la historia

El hallazgo del cadáver en su casa del fiscal argentino Alberto Nisman hace a algunos evocar casos del pasado que también alimentaron el morbo y las especulaciones

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El hallazgo del cadáver en su casa del fiscal argentino Alberto Nisman hace a algunos evocar casos del pasado que también alimentaron el morbo y las especulaciones

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  1. Orlando Letelier, diplomático chileno

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    La década de 1970 en Iberoamérica estuvo llena de oscuras acciones tras las que en muchas ocasiones se escondía la mano de los servicios secretos de los estados del área y de aquellos que tenían intereses en el área.

    Una de las más sonadas fue el atentado que acabó con la vida del diplomático chileno Orlando Letelier el 21 de septiembre de 1976 en Washington. Letelier había sido ministro de Relaciones Exteriores del derrocado Salvador Allende.

    El coche en el que viajaba saltó por los aires tras activarse la bomba que le había sido adosada. La muerte del canciller de Allende, cuyo final tampoco ha sido aclarado del todo, fue un misterio largo tiempo.

    Tras años de investigaciones y después de que el dictador chileno Augusto Pinochet negara a sus familiares el derecho a enterrar a Letelier en su país, Varias personas fueron procesadas y condenadas por el asesinato. Entre ellos estaban Michael Townley, un expatriado estadounidense colaborador muy cercano a la agencia de inteligencia chilena DINA, el general Manuel Contreras, antiguo jefe de la DINA, y el general de brigada Pedro Espinoza.

    Hoy en día se cree que el asesinato fue parte de la denominada Operación Cóndor, la acción coordinada de los regímenes dictatoriales de Brasil, Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay y Bolivia para eliminar a la disidencia de izquierda en supuesta connivencia con los Estados Unidos.

  2. Diana Spencer, princesa de Gales

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    Los británicos la adoraban casi tanto como los editores de prensa rosa, pero su figura se agigantó cuando el 31 de agosto de 1997 se dejó la vida a bordo de un lujoso Mercedes en un túnel parisino. La llama de la Princesa Diana de Gales, Lady Di, como era mundialmente conocida, se apagaba, pero nacía la leyenda y con ella toda clase de teorías conspiratorias sobre la muerte de la mujer que, con su separación del Príncipe Carlos, hizo tambalearse los cimientos de la monarquía.

    Junto a la princesa viajaba su pareja, Dodi Al-Fayed. Al volante, el chófer Henry Paul. También ellos perdieron la vida. Al parecer, el vehículo sufría el acoso de los «paparazzi» dispuestos a casi todo por captar fotografías íntimas de la ex de Carlos de Inglaterra con su nuevo y adinerado amor. Durante los años que siguieron al luctuoso acontecimiento, el multimillonario Mohamed Al-Fayed, propietario de un emporio que tiene los almacenes Harrods como emblema, clamó insistentemente que todo obedecía a un plan de los servicios secretos británicos. Sin embargo, ninguna investigación independiente ni fiable ha podido acreditar tales acusaciones. En 2006, la Policía británica dio carpetazo al asunto y descartó la tesis de la conspiración.

  3. John Fitzgerald Kennedy, presidente de los Estados Unidos

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    El paradigma de muerte misteriosa de la historia y fascinante para los amantes de las cábalas y buscadores de manos negras es, sin duda, la de John Fitzgerald Kennedy. El relato es de sobra conocido y la verdad, escurridiza y controvertible. El 22 de noviembre de 1963 el presidente recorría las calles de Dalas en una limusina descapotable acompañado de su esposa, la encantadora Jackie, y el gobernador del Estado de Texas como parte de su campaña para renovar el mandato. El mundo entero contuvo la respiración cuando el hombre más poderoso de la tierra era alcanzado por las balas de uno o varios francotiradores.

    Pocas horas después, era detenido en un cine de la ciudad Lee Harvey Oswald, pero las esperanzas de que su testimonio pudiera arrojar luz sobre lo ocurrido se evaporaron cuando este era a su vez asesinado ante las cámaras por Jack Ruby, un oscuro personaje local vinculado a la mafia. El asunto sigue siendo un enigma y todavía hoy, más de cincuenta años después, hace correr ríos de tinta.

  4. Jesús Galíndez, nacionalista vasco en el exilio

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    El del destacado nacionalista vasco Jesús Galíndez es otro caso de misteriosa muerte sin aclarar. Galíndez, dirigente del Partido Nacionalista Vasco, abandonó España tras la guerra civil. En el año 1956 desapareció sin dejar rastro en la República Dominicana, adonde había ido a parar tras pasar por los Estados Unidos con la intención de elaborar una tesis doctoral sobre el cruel dictador Rafael Leónidas Trujillo.

    La figura de Galíndez ha sido después estudiada en círculos universitarios e intelectuales. La obra más destacada fue la novela histórica «Galíndez», de Manuel Vázquez-Montalbán, en la que, como en estudios más estrictamente académicos, se pone de manifiesto que Galíndez fue secuestrado, torturado y finalmente asesinado por agentes al servicio de un Trujillo dispuesto a cualquier cosa con tal de evitar la publicación de una tesis que amenazaba con poner de manifiesto las atrocidades de las que era capaz.

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