Familias políticas: cuando solo el segundo apellido les distingue
Retrato de la familia Kennedy en Hyannisport, Massachusetts, con el que fuera presidente norteamericano en la fila superior a la izquierda de la foto - reuters
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Familias políticas: cuando solo el segundo apellido les distingue

Los Kennedy son la saga icono de la dedicación pública por herencia o vena familiar. Pero hay infinitos ejemplos, también en nuestro país, donde se reproducen los Baltar, Pujol, Fabra...

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Los Kennedy son la saga icono de la dedicación pública por herencia o vena familiar. Pero hay infinitos ejemplos, también en nuestro país, donde se reproducen los Baltar, Pujol, Fabra...

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  1. Retratos de familia y de poder

    Retrato de la familia Kennedy en Hyannisport, Massachusetts, con el que fuera presidente norteamericano en la fila superior a la izquierda de la foto
    Retrato de la familia Kennedy en Hyannisport, Massachusetts, con el que fuera presidente norteamericano en la fila superior a la izquierda de la foto - reuters

    En muchas ocasiones, a un político no se le conoce primero por su programa electoral o sus propuestas, sino por su apellido. Es su saga, su vena familiar, la estirpe a la que pertenece la que lo identifica. A veces es incluso necesario consultar el segundo apellido para discernirlo de su pariente. Y solo después de esa carta de presentación, dicho en modo bíblico... por sus obras los conocerán.

    España está preñada de ejemplos de dirigentes metidos en la «cosa pública» por herencia, por puro código genético. Los Suárez, los Ruiz-Gallardón, los Cabanillas, los Baltar, los controvertidos Pujol y los Fabra son solo algunos de esos apellidos que se reproducen en el mundo de la política. Generación tras generación. Pero si hay un lugar fecundo en linajes con ese afán por el servicio de gestión al ciudadano ése es sin duda el continente americano. El gen de la política viene tatuado desde hace décadas en los cromosomas de los Bush, los Carter y en la saga icono del ejercicio público en el país de las barras y las banderas, la de los Kennedy. Desde el año 1949 hasta el año 2013 siempre ha habido un hombre de este último apellido sentado en el Capitolio y/o el Senado norteamericanos.

  2. Uruguay: la estirpe de los Lacalle no pudo con el oficialismo

    Luis Alberto Lacalle de Herrera, expresidente de la República de Uruguay, es el progenitor de Luis Lacalle Pou, candidato (derrotado) a las presidenciales en 2014
    Luis Alberto Lacalle de Herrera, expresidente de la República de Uruguay, es el progenitor de Luis Lacalle Pou, candidato (derrotado) a las presidenciales en 2014 - youtube

    Tienen gran tradición en heredar los cetros políticos los países de Iberoamérica. En Uruguay, por poner un caso, es una costumbre inveterada. El candidato a las elecciones presidenciales del pasado otoño que trató de arrebatar poderío a Tabaré Vázquez es Luis Lacalle Pou (Montevideo, 1973), con un apellido de arraigado abolengo en este país. Es hijo del que fuera presidente de la República uruguaya Luis Alberto Lacalle durante la legislatura de 1990 a 1995 y de Julia Pou (también senadora, y del sector Acción Comunitaria). Así que en su legado no había más opción que perseguir la marca de la política. Lacalle Pou pertenece al Partido Nacional (PN), se le conoce como «Cuquito» y lleva labrándose su expediente político desde hace muchos años. No en vano, en el año 2000 resultó elegido como diputado por el departamento de Canelones, y al periodo siguiente (2005-2020) por el Herrerismo, un movimiento que se remonta en su árbol genealógico a su bisabuelo paterno, Luis Alberto de Herrera. Durante el año 2011, Lacalle Pou fue presidente de la Cámara de Representantes de Uruguay y en octubre de 2013 encabezó una lista para el Senado de Montevideo. Este dirigente de 41 años, a quien también se apoda como «Luisito» para distinguirlo de su padre, se postuló como candidato electoral este 2014 y aprovechó su juventud como baza para intentar desgastar a su rival, el izquierdista Tabaré Vázquez, de 74 años. El candidato centroderechista de los llamados «blancos» y padre de tres niños también presentó su candidatura con promesas de renovación y mejoras en temas como la educación y la inseguridad, los grandes quebraderos de cabeza para el oficialismo del candidato contrincante.

    Al final, fue el progresista de Frente Amplio (FA) Vázquez quien se llevó el gato al agua y relevó a José Mujica, de 79 años, el mismo hombre al que el propio Vázquez había dado el testigo en la presidencia cinco años atrás. Ganó a Lacalle Pou por una diferencia de 12,5 puntos (53,6% de los votos frente al 41,1%). Vázquez logró la victoria más amplia en una segunda vuelta desde que se instauró el actual sistema electoral en 1996, amarrando la tercera elección consecutiva para la formación socialdemócrata.

    A pesar de estar marcado genéticamente con esta familia de políticos prominentes, una vez se le preguntó al hermano de Lacalle Pou, Juan José, si se quería volcar en el oficio público, como sus parientes. Dicen que él, que tenía solo 17 o 18 años, pegó un portazo en Suárez (la residencia presidencial) y pronunció con meridiano acierto: «Nunca voy a ser político y nunca voy a ser abogado».

  3. La urdimbre de los Pujol Ferrusola

    Estampa a mediados de los 80 en casa de los Pujol-Ferrusola
    Estampa a mediados de los 80 en casa de los Pujol-Ferrusola - archivo abc

    Hay estudios científicos, como uno reciente auspiciado por la Universidad norteamericana de Rice, que determina que los genes influyen más en nuestras convicciones políticas que las ideas que se beban en el propio núcleo familiar y el entorno. Cabe decir que esta investigación despertó ciertas reservas, pues venía a asegurar, tras «monitorizar» a 8.000 pares de verdaderos y falsos gemelos, que el código genético era preeminente en la ideología de la persona. El trabajo detectó mayor similitud entre las creencias políticas de los gemelos auténticos que aquellas de los que no lo eran y, en clave doméstica, serviría incluso como explicación para lo que ocurrió en casa de los Pujol Ferrusola. El abuelo, Florenci Pujol, fue catalanista de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y el padre, Jordi Pujol i Soley, fundador y primer secretario general de CiU en 1974, además de presidente de la Generalitat durante 23 años (1980-2003). El clan de los siete hijos del matrimonio Pujol-Ferrusola, que se halla ahora envuelto en una urdimbre de tratos de favor y evasiones al fisco, se ha visto siempre comprometido con ideas nacionalistas, incluso secesionistas, aunque solo uno de ellos ha estado directa y temporalmente imbuido en el ejercicio público.

    Los Pujol están en la mirilla de la Justicia por un patrimonio que ha crecido de manera exponencial y con una evasión fiscal reconocida por el propio patriarca de la familia el pasado mes de julio. Junto a su progenitor, el otro político de la familia, Oriol Pujol, hubo de renunciar a su escaño y a la secretaría general de Convergencia Democtrática de Cataluña (CDC), cuando aspiraba a todo, tras recibir su imputación en la llamada «trama de las ITV», otro caso de presunto tráfico de influencias y concesión de favores en el particular currículo de esta familia convergente. De acuerdo con el informe de la Agencia Tributaria, publicado en ABC, Pujol sería «el conseguidor o colaborador necesario» de una red empresarial que amañaba concursos de concesión de las estaciones de la Inspección Técnica de Vehículos (ITV). Pujol habría puesto presuntamente a su hombre de confianza, Josep Tous, número dos de la Diputación barcelonesa, al frente de esa operación que perseguía como fin postrero el rediseño del mapa de ITV en toda la Comunidad Autónoma a través de adjudicaciones irregulares. Según la juez que instruye el caso, Oriol Pujol habría percibido en concepto de comisiones no menos de 700.000 euros.

    En julio de 2014, este dirigente dejó su asiento en el «Parlament» para defenderse y «quedar libre de toda sospecha». El caso de las ITV truncó la vis política de Oriol, el quinto de los siete hermanos Pujol-Ferrusola y que emparentó además con otra estirpe de políticos al casarse con una sobrina del expresidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, que también se ha visto salpicada por los escándalos de su marido. Con concreción, Hacienda acusó a Anna Vidal de encubrir comisiones de su cónyuge durante cinco años. A pesar de ser licenciado en Veterinaria, el conocido en los circuitos políticos como «El Príncipe» había trazado su quehacer público ocupando una Concejalía de CiU en el Ayuntamiento de Barcelona; también trabajó como secretario general en la Consejería de Industria de la Generalitat y en los 90 desempeñó varios cargos en el departamento de Presidencia del Govern. Elegido diputado regional en 2003 y 2006 y designado por Artur Mas en 2007 portavoz de su partido, CiU, en el Parlamento autonómico. Aterrizó en la cúpula de CDC con 46 años y arrojó el bastón de mando recibido de su padre en un escándalo que aún se dilucida en los tribunales.

  4. Los Kim de Corea del Norte, la única dinastía comunista hereditaria

    24 de abril de 2013: los retratos de Kim Il-sung, fundador de Corea del Norte, y su hijo, el «Querido Líder» Kim Jong-il, padre del actual dictador, presiden la Biblioteca de Pyongyang
    24 de abril de 2013: los retratos de Kim Il-sung, fundador de Corea del Norte, y su hijo, el «Querido Líder» Kim Jong-il, padre del actual dictador, presiden la Biblioteca de Pyongyang - p. m. díez

    Pablo M. Díez, corresponsal de ABC en Asia, informa de que en este continente la saga familiar en el poder por antonomasia son los Kim de Corea del Norte, una estirpe que va ya por su tercera generación. Aislado del mundo, el régimen de Pyongyang es la única dictadura comunista hereditaria del mundo al pasar el mando de padre a hijo. Como si fuera una auténtica monarquía, se trata de un caso distinto al de Cuba, donde Fidel Castro delegó en su hermano Raúl por problemas de salud.

    El actual caudillo de Corea del Norte, Kim Jong-un, sucedió a su padre, Kim Jong-il, tras su muerte en diciembre de 2011. Desde octubre de 2010, cuando presidió junto a su progenitor un gran desfile militar, el «Joven General» se venía perfilando como el heredero del «Querido Líder», aquejado desde hacía años de graves enfermedades.

    Tras tomar el poder con menos de 30 años, Kim Jong-un demostró su mano dura purgando a varios altos cargos. Entre ellos, el más destacado fue su propio tío, Jang Song-thaek, ejecutado en diciembre de 2013 tras ser acusado de corrupción a pesar de actuar a modo de regente durante los primeros compases de la sucesión.

    Como el régimen norcoreano se basa en la idolatría a la familia Kim, hasta se especuló que la hermana menor de Kim Jong-un, Yo-jong, podía asumir el poder cuando el obeso dictador estuvo desaparecido durante varias semanas el año pasado.

    Por su parte, Kim Jong-il sucedió a su padre, Kim Il-sung, a su muerte en julio de 1994, pero ya venía actuando como «hombre fuerte» del régimen desde dos décadas antes. Como Kim Il-sung, guerrillero comunista durante la II Guerra Mundial, fundó la República Democrática Popular de Corea tras la derrota de Japón en 1945, la propaganda lo ha elevado a «Presidente Eterno» y su cuerpo embalsamado se exhibe junto al de su hijo, Kim Jong-il, en el Palacio de Kumsusan.

  5. El abolengo de Suárez no conllevó éxito (político) para su hijo

    El Rey Don Juan Carlos, junto al expresidente del Gobierno Adolfo Suárez
    El Rey Don Juan Carlos, junto al expresidente del Gobierno Adolfo Suárez - archivo abc

    Con raigambre política llegó Adolfo Suárez Illana a lo más alto de la candidatura de la Presidencia de Castilla-La Mancha. Al poco tiempo de verse derrocado en las urnas anunció la retirada de la primera línea de política donde su padre Adolfo Suárez permaneció durante un lustro como presidente del Gobierno y líder del partido Unión de Centro Democrático (UCD). Suárez Illana (Madrid, 1964) regresó entonces a su ejercicio profesional, el de la abogacía. Afiliado al PP desde 2002, el expresidente del Gobierno José María Aznar lo incluyó en el Comité Ejecutivo del PP y confió en él como candidato al liderazgo de la Comunidad manchega para tratar de arañarle una buena saca de votos al infranqueable socialista José Bono.

    No pudo ser. Suárez Illana se fue derrotado de esos comicios de 2003 a las Cortes castellano-manchegas, que mantuvo una hegemonía socialista que parecía en aquel momento a prueba de bombas. Y de apellidos con solera, en su caso. Años más tarde sería una secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, la que sí lo consiguiese frente a otro rival aposentado en el poder, José María Barreda.

  6. 140 años de «Fabras» en Castellón

    Carlos Fabra y su hija Andrea
    Carlos Fabra y su hija Andrea - pau bellido

    Carlos Fabra Carreras nació en Castellón de la Plana en 1945. Usa siempre gafas de sol por una lesión que tuvo en su juventud cuando jugaba con unas tijeras junto a su hermano y perdió un ojo. Le ha tocado nueve veces la Lotería en diez años, y actualmente cumple pena de prisión.

    A pesar de los intentos de vincularlo con el actual presidente de la Comunidad Valenciana, Alberto Fabra, exalcalde de la ciudad de Castellón, Carlos no es pariente del primer mandatario de la Generalitat, pero es heredero y patriarca de una familia que ha copado puestos en la Diputación Provincial de Castellón durante nada menos que 140 años, en periodos interrumpidos. Entender la política castellonense sin la familia Fabra es casi tanto como hacerlo con Valencia sin el Turia. Este apellido ha tenido una presencia preponderante en toda la provincia desde el último tercio del siglo XIV, habiendo comandado la titularidad de la institución de gobierno provincial siete miembros distintos de esta genealogía. El padre de Carlos Fabra, de igual nombre y Andrés como segundo apellido, fue uno de los fundadores de la Juventud Católca en Castellón, estuvo alistado en las filas franquistas y ejerció también la Presidencia de la Diputación y la Alcaldía de la urbe.

    Su hijo comenzó su abultada trayectoria política en 1977, dentro de las huestes de la UCD de Suárez, hasta que seis años después dio el salto a las de Alianza Popular. En 1987 fue elegido edil en el Consistorio castellonense, y desde 1995 hasta 2011 fue primer espada en la Diputación de la provincia valenciana. Su padre, su abuelo, su bisabuelo, los hermanos de su biasabuelo y su tío-tatarabuelo habían sido ya presidentes de Castellón. O lo que es lo mismo, Carlos Fabra Andrés, Luis Fabra Sanz, José Fabra Sanz, Hipólito Fabra Adelantado, Victorino Fabra Adelantado (1837-1907) y Victorino Fabra Gil (1818-1893). Corría en sus venas que lo fuese hasta que, acuciado por los achaques de salud y la Justicia, decidió delegar de sus funciones en la persona del vicepresidente primero Francico Martínez.

    Acusado de delitos fiscales y tráfico de incluencias, Carlos Fabra ingresó en prisión el 1 de diciembre de 2014. La suya era la quinta generación de presidentes de la Diputación de Castellón, un testamento que ha quedado truncado por el momento tras casi centuria y media. Cabe decir que la familia de mayor tradición política en España persiste en la persona de Andrea Fabra Fernández, hija de Carlos, diputada nacional en el Congreso de los Diputados y casada con el que fuera consejero de Sanidad del Gobierno de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid, Juan José Güemes, que dimitió de su cargo al día siguiente de que su suegro pusiera punto y final a su carrera.

  7. Una tradición familiar: Jeb Bush se centra en su carrera a la Casa Blanca

    Fotografía de archivo fechada el 7 de octubre de 2006, que muestra al exgobernador republicano de Florida Jeb Bush (drcha.), junto a su hermano, el expresidente estadounidense George W. Bush (c), y a su padre, el también expresidente George H.W. Bush, en Virginia (Estados Unidos)
    Fotografía de archivo fechada el 7 de octubre de 2006, que muestra al exgobernador republicano de Florida Jeb Bush (drcha.), junto a su hermano, el expresidente estadounidense George W. Bush (c), y a su padre, el también expresidente George H.W. Bush, en Virginia (Estados Unidos) - efe

    Hacia un duelo dinástico por la Casa Blanca. Así camina Estados Unidos, entre la mujer de un expresidente demócrata (no ligada por razones de sangre, es obvio) y exsecretaria de Estado Hillary Clinton (esposa de Bill Clinton) y el único (hasta ahora) postulado como candidato republicano Jeb Bush, hermano e hijo de exmandatarios de Norteamérica. Ellos dos son, hasta que el proceso electoral de caucus (asambleas legislativas) arranque formal y oficialmente, quienes «a priori» se perfilan como los favoritos para disputarse la Presidencia de la Casa Blanca en 2016.

    Dicen los conocedores de esta familia que desde pequeño el patriarca llamaba a sus hijos «los morenitos», pero era Jeb el que contaba con una formación más dilatada para ser llamado a seguir su carrera política. Recibió, no obstante, el bastón de mando de la primera potencia del mundo el vástago algo más díscolo. Jeb no aparcó nunca su auténtica vocación. Fue gobernador de Florida entre los años 1999 y 2007, y el pasado 16 de diciembre dio la «campanada» al convertirse en el primer nombre propio que lanzaba la «exploración activa» de su candidatura. Indagará en si tiene opciones fidedignas para ese trance. En las filas contrincantes puede encontrar en su camino para la sucesión de Barack Obama al exsenador Jim Webb, que también ha dado el paso adelante y se ha presentado como candidato del Partido Demócrata.

    Bush, de 61 años, está casado con una mexicana y es (y será, en función de su futuro electoral) uno de los pocos políticos de primer rango en Estados Unidos que hable español con suma fluidez. En las últimas semanas, el dirigente ha dejado su puesto como asesor en el banco británico Barclays y su asiento en el consejo del fondo de inversión inmobiliario Rayonier. Según las primeras encuestas, es el hijo de Bush padre quien encabeza las preferencias de los ciudadanos conservadores, por delante del gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, y el senador por Kentucky, Rand Paul, informa Javier Ansorena, corresponsal de ABC en Nueva York.

    Y no es, según informa el corresponsal de ABC en Washington, Emili J. Blasco, el único Bush que en la familia tiene actualmente aspiraciones de abonar el legado político. George P. Bush había cumplido 12 años cuando su abuelo fue elegido por el ciudadano estadounidense «comandante» de la política nacional. Tiene 38 años y es hijo de Jeb. Este nieto de presidente norteamericano es ahora el claro favorito para el puesto de comisario de Tierras de Texas, que controla las propiedades del estado.

    Texano de cuna y educación, el joven Bush se desenvuelve bien en estos lares, aunque se confiesa cansado porque le pregunten incesantemente por su padre, su tío... Él, alega, prefiere defender los puntos que preconiza en su programa. Parece que este padre de un niño pequeño al que llaman «Little P» puede ser ejemplo de que la sangre abre puertas, aunque pesa también a veces.

  8. El cuarto nieto de Carter continúa la estirpe

    Jason Carter, candidato a la gobernación de Georgia por el Partido Demócrata, pronuncia un discurso junto a su abuelo, el expresidente estadounidense Jimmy Carter (izda), durante un acto electoral celebrado en Columbus, EE.UU., el 27 de octubre del 2014
    Jason Carter, candidato a la gobernación de Georgia por el Partido Demócrata, pronuncia un discurso junto a su abuelo, el expresidente estadounidense Jimmy Carter (izda), durante un acto electoral celebrado en Columbus, EE.UU., el 27 de octubre del 2014 - efe

    Jason Carter tenía 15 meses cuando su abuelo, el presidente Jimmy Carter ganó las elecciones presidenciales en Estados Unidos. De acuerdo con la información de Emili J. Blasco, corresponsal de ABC en Washington, el cuarto nieto de Jimmy Carter ha pasado cuatro años en el Senado del Estado de Georgia y opta, ahora mismo, a idéntico puesto al que desempeñó su abuelo entre los años 1971 y 1975, antes de ser elegido presidente en 1976. Carter cuenta hoy con 39 años de edad y su llegada al poder, a la zaga de su abuelo, tío y padre, habla con diáfana elocuencia de las estirpes políticas estadounidenses. Los Carter, los Bush... disputan hoy poder a los Kennedy y los Clinton.

    El padre de Jason, de hecho, también intentó ganar un puesto en el Senado por Nevada en 2006. Su tentativa fue fallida. Y otro nieto del expresidente Carter, Jimmy Carter IV, también se metió en un «fregado» político al reconocer que ayudó a difundir un vídeo furtivo de Mitt Romney (excandidato republicano a la Casa Blanca) por «justicia poética». Alegó habérselo encontrado en YouTube. En el documento, se podía ver y escuchar a Romney menospreciando al 47% de votantes que se decantarían por Barack Obama en lugar de por su cartel. Jimmy Carter IV trabaja para un centro progresista de investigación en Atlanta.

    Como le sucede a George P. Bush, a Jason Carter también le incomodan los interrogantes sobre su familia e intenta demostrar que no se beneficia de su apellido. De acuerdo con las hipótesis de los analistas, el primero intenta despojarse de la sombra de la intervención en Irak y el segundo del fantasma de una izquierda muy virada. «Quiero a mi abuelo, pero no estamos de acuerdo» es la frase que más se repite de boca del cuarto nieto del expresidente de 90 años. Él se coloca en posiciones más centristas: rechaza la prohibición de la pena de muerte auspiciada por su pariente y apoya la ley que permite que los propietarios de armas puedan cargarlas en las iglesias, los bares y aeropuertos. Sin embargo, en un alarde de ambigüedad o, simplemente, por considerar que la familia está ahí para apoyar estos momentos, no ha desdeñado el ofrecimiento de dinero de su abuelo y esposa, quienes en verano protagonizaron una campaña de recogida de donativos para su causa electoral.

  9. Los Aquino contra los Marcos en Filipinas, rivales en la dictadura y la democracia

    A la derecha, Benigno Aquino, presidente de Filipinas, pasa revista a las tropas el pasado 30 de diciembre en Manila
    A la derecha, Benigno Aquino, presidente de Filipinas, pasa revista a las tropas el pasado 30 de diciembre en Manila - reuters

    Pablo M. Díez también informa desde Asia de la rivalidad entre dinastías que existe en Filipinas. En este país, que un puñado de terratenientes se reparte como si fuera una hacienda, las sagas familiares en el poder se perpetúan de generación en generación desde los tiempos de la colonización española.

    Buena prueba de ello es que el actual presidente de Filipinas, Benigno Aquino III, es hijo de Benigno Aquino Junior, el líder opositor asesinado en 1983 en el aeropuerto de Manila cuando regresaba del exilio para enfrentarse al dictador Ferdinand Marcos. Además, su madre, Corazón Aquino, alcanzó la Presidencia tras liderar en 1986 la revuelta del «poder popular» que trajo la democracia a Filipinas.

    Frente a los Aquino, pertenecientes al poderoso clan Cojuangco que controla el negocio azucarero del país, se hallan los Marcos. Durante dos décadas, Ferdinand Marcos gobernó Filipinas con puño de hierro y, junto a su mujer Imelda, pudo haberse apropiado de más de 10.000 millones de dólares (7.300 millones de euros). A la carrera, con las maletas llenas de lingotes de oro, diamantes y títulos de propiedades inmobiliarias, su régimen de latrocinio concluyó en 1986, cuando tuvo que huir del país a bordo de un helicóptero enviado por el Ejército estadounidense y exiliarse en Hawai, donde falleció tres años después.

    A pesar de su brutal dictadura y el expolio a las arcas públicas, representado por los miles de zapatos que guardaba Imelda Marcos en el Palacio de Malacañang, su familia sigue en primera línea política. Con 85 años, la infame Imelda es diputada en Ilocos Norte, la provincia natal de su marido, gobernada por la hija del matrimonio, Imee Marcos. Además, el hijo de la pareja, el senador Ferdinand Jr., podría presentarse a las elecciones presidenciales que se celebrarán en mayo de 2016. Su objetivo es desalojar del Palacio de Malacañang a Benigno Aquino Jr., perpetuando así la rivalidad histórica entre estas dos sagas familiares.

  10. La saga de los Kenyatta

    El presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta
    El presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta - reuters

    Eduardo S. Molano, corresponsal en Accra de ABC, informa de que si hay una dinastía política de especial relumbrón en el África Subsahariana ésa es la formada por los Kenyatta.Hijo del primer mandatario de Kenia, Jomo Kenyatta, el vástago Uhuru («libertad», en swahili) accedía a la Presidencia del país africano en marzo de 2013, tras imponerse de forma mayoritaria en los comicios celebrados ese mismo año. Anteriormente, su padre, Jomo, había gobernado Kenia entre 1964(consumada la independencia) y 1978.

    Eso sí, la fama de los Kenyatta no se debe tan solo a su quehacer político. En 2012, el Tribunal Penal Internacional (TPI) confirmaba los cargos y la apertura de un proceso por crímenes contra la humanidad a Uhuru, a quien se acusaba de subvencionar a las turbas que provocaron masacres durante la campaña electoral de 2007-2008, así como de orquestar los ataques que tuvieron lugar en el Valle del Rift. En aquel momento, más de 1.100 personas perdieron la vida y miles fueron desplazadas de sus hogares.

    No obstante, el pasado mes de diciembre, la fiscalía del TPI retiraba los cargos contra el presidente de Kenia. En un comunicado, la Corte asegura que la presunta responsabilidad penal del mandatario no se puede probar más allá de la duda razonable. El anuncio se producía apenas días después de que el TPI concediera un ultimátum de una semana a la fiscalía del caso para presentar pruebas.

    En este tiempo, la acusación aseguraba que no se le había facilitado acceso a los registros financieros de Kenyatta, prueba capital para saber si éste pagó de forma indirecta grandes sumas de dinero a los autores de una ola de violencia postelectoral.

  11. Una familia, piedra angular en la historia de EE.UU.

    Los Kennedy, en una estampa familiar de los años 60
    Los Kennedy, en una estampa familiar de los años 60 - archivo abc

    Si se combinan política y parentesco, entonces el resultado de la ecuación no puede ser otro que el apellido Kennedy. Es innegable la trascendencia política de una familia que copa cotas de poder desde hace más de 50 años en la primera potencia del mundo. De una u otra forma, este sobrenombre ha estado vertebrado durante toda su historia por tres aristas: romance, política y tragedia. Caroline Kennedy es hija del presidente asesinado John Fitzgerald Kennedy. Es la última representante de la familia política más famosa de Estados Unidos en incorporarse a la actividad pública y, en su caso diplomática, puesto que esta abogada de 56 años es embajadora de su país en Japón. Al desembarcar en 2013 en su nuevo desempeño, representado los intereses de Barack Obama en el país nipón, aseguró sentirse «orgullosa de continuar el legado del servicio público» de su progenitor. Y no hace falta decir mucho más, porque ni siquiera en el Lejano Oriente había una persona que no conociese al más notorio de los mandatarios norteamericanos.

    Caroline es la única hija de John F. Kennedy y Jacqueline Bouvier Kennedy que les sobrevive, porque su hermano John Kennedy junior falleció en un accidente de aviación acaecido en el año 1999.

    Los hermanos del presidente tampoco se libraron del drama que devasta a esta familia demócrata de origen irlandés y que en realidad nació no con el presidente muerto en Dallas sino con su padre Joseph P. Kennedy y Rose Fitzgerald Kennedy. Robert Francis Kennedy murió asesinado por varios disparos en el Hotel Ambassador de Los Ángeles cuando acababa de proclamar su victoria en las elecciones primarias del partido demócrata en California, dando alas a esta oleada de circunstancias violentas y accidentes que jalona la genealogía de los Kennedy que se vuelcan con el afán de servicio al ciudadano.

    Edward Moore Kennedy también se dedicó a la política. Fue senador de EE.UU. y murió de cáncer en 2009. El llamado «león liberal» del Senado estadounidense, el menor de los nueve hermanos Kennedy, fue el único de los hermanos varones del clan Kennedy que no murió violentamente. Durante su carrera, luchó por una reforma en el sistema de salud del país, aunque no logró el final que algunos le presagiaban: la presidencia del país, como sí ocupase hasta su destino interrumpido su hermano.

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