Una columna de yihadistas con la bandera del Estado Islámico cerca de la ciudad libia de Derna
Una columna de yihadistas con la bandera del Estado Islámico cerca de la ciudad libia de Derna - reuters

Los yihadistas resisten seis meses de bombardeos y abren el frente libio

Grupos locales juran lealtad al califato y toman Derna, al este de Libia, donde desatan el terror

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El Estado Islámico (EI) no cede, mantiene seguras las fronteras del califato en Siria e Irak y grupos de todo el mundo juran lealtad al califa, Abu Baker Al Bagdadi. Los seis meses de bombardeos de la alianza que lidera Estados Unidos confirman los temores del Pentágono y, como advirtió el general retirado y asesor militar estadounidense William Mayville en agosto, los ataques «tienen un efecto muy temporal en los objetivos», pero «no logran afectar a las capacidades generales del grupo o a sus operaciones en otras áreas de Irak y Siria».

Tras la sorpresa inicial, el grupo islamista ha adaptado su forma de vida y combate a la amenaza de las operaciones aéreas. Los cabecillas han abandonado los edificios y oficinas del grupo, blancos fáciles para aviones y barcos, y en el frente la lucha de guerrillas recupera protagonismo frente al uso de los vehículos pesados conseguidos tras la huida de los soldados iraquíes de sus bases de Mosul y Tikrit en junio.

La coalición ataca por mar y aire, pero por tierra no tiene control en el lado sirio, donde entrena contrarreloj «rebeldes moderados», mientras que en Irak las milicias chiíes y kurdas que suplen la ausencia de un ejército regular combinan avances puntuales con una impotencia generalizada.

Estados Unidos, promotor de la alianza contra el EI, necesita reorientar su estrategia y, tras relevar al secretario de Defensa, Chuck Hagel, el secretario de Estado, John Kerry, acude a la cumbre que la OTAN que se celebra en Bruselas para reforzar la operación . Representantes de los países que conforman la coalición internacional acudirán mañana en la capital de la Unión Europea para abordar la guerra contra el EI.

La alianza ha sido incapaz hasta ahora de mover las fronteras del califato que se mantienen al este de Siria, con Raqqa como su punto clave, y norte y oeste de Irak, donde durante las últimas semanas el grupo ha consolidado el control de la provincia de Anbar y día a día avanza en la implantación del islam más ultraortodoxo en grandes núcleos urbanos como Mosul, segunda ciudad del país.

Extensión del califato

En suelo sirio los yihadistas mantienen el pulso por Kobani y después de más de setenta día de asedio han recurrido a los ataques suicidas para intentar doblegar la resistencia kurda. Ni los bombardeos de la alianza, ni la llegada simbólica de refuerzos de peshmerga del Kurdistán iraquí y de milicianos de Ejército Sirio Libre (ESL) han podido erradicar la amenaza del EI en esta ciudad fronteriza con Turquía.

El arraigo del grupo en las zonas suníes de Siria e Irak se ha extendido a otros países musulmanes como Argelia, Egipto o Libia, donde grupos locales juran lealtad al califa. La ciudad de Derna, al este de Libia, se ha convertido en uno de los lugares donde más ha calado el ejemplo yihadista y Human Rights Watch (HRW) alerta de que «han desatado un reino del terror» con las mismas escenas de ejecuciones sumarias, decapitaciones y flagelaciones públicas que llegan desde el califato.

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