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El AljibeEl Aljibe

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Ubicado en una zona recuperada de Cádiz para el ocio y la restauración, se encuentra en un lugar privilegiado, frente a la antigua fabrica de tabacos (hoy Palacio de Congresos), al lado del puerto (como se dice en Cádiz al muelle), cerca del Ayuntamiento y a pocos metros de las estaciones de RENFE y de autobuses. La calle, de apenas unos 240 metros, conecta la majestuosa plaza San Juan de Dios (preámbulo del Ayuntamiento gaditano) y la Iglesia Conventual de Santo Domingo donde se encuentra la Virgen del Rosario, Patrona de Cádiz.

La antigua calle Plocia de Cádiz, que debe su nombre a una familia gaditana de la época de los romanos que llegó a casar a su hija con el que luego fue el emperador Trajano, era hasta los años 90 del pasado siglo, el típico lugar de paso cercano a los puertos de las ciudades donde se mezclaban el sabor marinero de los viajes de ultramar y la hospitalidad de las mujeres de intercambio cultural.

Era un lugar por donde apenas transitaban los gaditanos, salvo los del propio barrio y algunos que iban a uno de los pocos restaurantes que por entonces existían en la calle Plocia, como es Atxuri y la Cepa Gallega. Era pues, una calle de pequeño recorrido y poco transitada por turistas culinarios o incluso autóctonos.

Pues bien, el cambio que ha dado en los últimos veinticinco años la ciudad de Cádiz también se ha reflejado en la calle Plocia, donde hoy en día se pueden encontrar unos 17 lugares diferentes donde poder degustar de la gastronomía gaditana y andaluza. Y dentro de esa oferta se encuentra El Aljibe que dirige el conocido hostelero gaditano, Pablo Grosso, que lleva varias décadas dedicado al mundo de la gastronomía.

Nada más entrar te encuentras con un restaurante pequeño pero muy acogedor, con una decoración rústica muy elegante y cuidada y que recuerda, en cierta medida, la Toscana italiana o la Provenza francesa. Mesas decoradas con gusto, espacios acogedores, música de fondo que invita a la conversación, en definitiva, un ambiente agradable para el disfrute de la compañía, la conversación y, por supuesto, la gastronomía. Su terraza es una prolongación del encanto del interior. Como único inconveniente habría que reseñar que los olores de la cocina impregnaban el ambiente, algo que debería cuidarse por tratarse de un lugar tan especial.

Como oferta culinaria El Aljibe ofrece la posibilidad de tapear o comer a la carta, con una amplia gama de platos agrupados en entrantes fríos, entrantes calientes, ensaladas, cremas, arroces y pastas, pescados, carnes y aves, e incluso menú degustación. Sin duda un acierto para poder atraer a todos los públicos. En nuestro caso probamos de ambas cartas para poder valorar.

Decidimos pedir tres tapas y dos platos de la carta. Y, así, comenzamos con Micuit de corzo con mermelada de tomate y manzana, su presentación fue buena y el maridaje perfecto, lo único a reseñar es que encontramos mayor sabor a pimienta que a corzo.

La segunda tapa fue un crepe relleno de langostinos y berberechos con crema de pimientos rojos. Presentación básica sin muchas aspiraciones pero excepcional en boca. La textura y el sabor muy buenos, podías notar los propios trozos de langostinos en el interior del relleno y el sabor a mar estaba muy conseguido, el acompañamiento con la salsa de pimientos es un clásico pero no defraudó. Como único “pero”, y nivel personal, es que el Crepe estaba demasiado dulce, y eso restaba potencia al sabor a mar del relleno.

La última tapa fueron unas tortillitas de camarones, como no podía ser de otra manera en Cádiz. Lo mejor fue su tamaño fácil de manejar y tomar, ya que hay sitios que más que una tortillita de camarones parece una de patatas. La fritura estaba perfecta, sin restos de aceites deteriorados, y la masa también muy bien elaborada. La presentación tampoco es que fuera muy soslayable pero cumplió su cometido.

Empezamos los platos con un carpaccio de atún de almadraba aderezado con queso manchego, aceite de oliva, alcaparras y guacamole. La presentación fue la esperada. Una vez en boca no estuvo a la altura, posiblemente fue el que menos nos gustó. El atún no estaba bien cortado y su sabor era inapreciable, quizás porque no fuera atún rojo (cierto es que en carta no lo específica, sólo dice atún de almadraba) o porque tuviera tiempo en cámara ya cortado; el caso es que prácticamente no aparecía su sabor. Respecto del guacamole comentar que tampoco tenía contundencia en boca. Es un plato que habría que darle una vuelta. Siendo sencillo de confeccionar sólo requiere de una premisa muy importante, que el atún sea fresco y rojo, a partir de ahí el resto viene sólo.

Por último, pedimos una brocheta de rape y verduras en salsa de gambas. Nos sorprendió gratamente que la brocheta fuera sencilla y diferente por el tamaño mediano de sus trozos, además de fácil de maridar. Sólo llevaba lo justo: patata, calabacín, pimiento rojo y el rape. El rape estaba en su punto, así como el resto de la brocheta. La verdad es que es un plato que se deja comer hasta el final ya que su acompañamiento es fácil de digerir, cosa poco habitual en las brochetas, donde se deja todo menos el principal.

Como colofón, y para cerrar el menú, pedimos un bizcocho de naranja con cobertura de chocolate. Bien presentado y con la cantidad justa. De sabor y textura muy bueno, quizás la cobertura estaba demasiado dura y al intentar partirlo destrozabas el bizcocho, unos minutos antes fuera de la nevera hubiera atemperado el plato y hubiera facilitado que el chocolate y el bizcocho se fundieran en boca con mayor armonía.

Nos encantó disfrutar de El Aljibe. Ambiente muy agradable, decoración cuidada, servicio de mesa y mantel que nos cambiaron después de las tapas y entre plato y plato del menú; y como detalle su gama de aceites de oliva vírgenes extra, para que el comensal pueda disfrutarlos.

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