«Quedarse en la "etapa pasión" de una relación es como querer estar atrapados en la adolescencia. ¡Es imposible!»

Las claves del Síndrome de Estrés Postromántico: pautas para entender las etapas de una pareja

S.F.

Os conocéis... pasan unos meses... todo va viento en popa. Tiempo después sientes que la cosa va disminuyendo... Surge el miedo: ¿y, ahora, qué?

El amor tiene una gran variedad de componentes que van desde lo etéreo a lo físico, desde lo sublime a lo somático. Al menos así lo apunta Verónica Rodríguez , psicoterapeuta y directora de Coaching Club .

Explica que en su vertiente biológica, a semejanza del deporte, el amor provoca que el cuerpo segregue potentes hormonas y sustancias que intensifican la salud emocional y hasta desarrollan el intelecto y la percepción, además de impulsar el buen humor y la empatía.

«Cada vez que le abrimos la puerta al amor para que rebase nuestro sistema inmunológico y preventivo, asistimos a un proceso recurrente: la pasión inicial que penetra hasta el último de nuestros poros y asalta la más pequeña de nuestras neuronas da paso, con el tiempo, a una sensación de mayor calma, menos tempestuosa. Esto nos lleva a plantearnos una serie de cuestiones: ¿la pasión tiene fecha de caducidad? ¿Estamos condenados a pasar de esas percepciones de alto voltaje a otras menos estimulantes, sugestivas, cautivadoras y, por consiguiente, menos atractivas?».

Esta experta puntualiza que no es cierto que perdamos interés o que se atenúen los impulsos, sino que ese arrebato iniciático es biológicamente insostenible y muta en otro tipo de energía nada desdeñable por positiva, aunque ya no se compadezca con los estados pasionales.

Sin embargo, matiza que este cambio de percepciones y de estímulos personales causa en muchas personas una confusión insuperable , hasta el punto de desembocar en una angustia motivada por el sentimiento de que no están capacitadas para estar en pareja por un tiempo prolongado.

¿Y ahora qué?

«Descendiendo a la explicación química del comportamiento amoroso, el primer impulso hace que nuestro cuerpo segregue altos niveles de dopamina, noradrenalina y diversas hormonas sexuales que, poco a poco, dejarán paso a sustancias más tenues, como la serotonina, que promueven un estado de ánimo más uniforme y relajado, con menos fluctuaciones».

Añade que la pasión produce un estado de euforia en el que no se repara en definiciones, en reflexiones acerca de la perdurabilidad o en cuestiones ajenas al siguiente minuto a vivir pero, con el tiempo, la necesidad de saber del otro, el extrañar aunque se esté cerca , el anhelo de su compañía, van dándole forma a un sentimiento que precisa ya de denominación para saber exactamente dónde nos encontramos, a dónde llega el grado de implicación: noviazgo, convivencia, pareja estable, matrimonio, etc.

¿Todo tiempo por pasado fue mejor?

Según algunos estudios, Verónica Rodríguez señala que el cambio de intensidad en el amor sobreviene entre los 12 y 18 meses de relación, «aunque este es un tema habitual de discusión y consulta en nuestras sesiones de coaching».

Explica que cada vez es más frecuente que sean precisamente las parejas noveles las que acudan a consulta, motivadas por el aludido cambio operado en la intensidad de los sentimientos, cuestionándose qué ha quedado de aquel flechazo inicial que tanto les subyugaba, que tanto les motivaba.

Esta experta aporta algunos ejemplos:

—Clara, 48 años, se pregunta qué ha dejado de pasar para perder esa ilusión y esa chispa que encendía el amor y el deseo sexual.

—Juan, 50 años, se cuestiona por qué ninguno de los dos, en la pareja, toma la iniciativa ; observa que se divierte más con sus amigos y cuenta que no echa de menos a su chica como al principio.

«La impresión que nos provoca el ir descubriendo singularidades del otro que nos eran desconocidas es, en ocasiones, un impacto de difícil absorción. La realidad se sobrepone a la idealización y tenemos la impresión de que nuestra pareja estaba oculta tras una máscara que impedía contemplarles tal como son, que ocultaba aspectos negativos de su personalidad. Que la pasión recordada reaparezca se convierte en un anhelo a conseguir con premura, en un desafío, en un sentimiento recurrente; pero se trata de una batalla perdida contra la propia biología que incrementa el malestar a medida que sobreviene la derrota».

Asegura que aparece «la proyección de la culpa», el convencimiento de que aquellas sensaciones perdidas tienen una doble causa: nuestra propia incapacidad y el consecuente desinterés del otro.

¿Somos la pasión que fuimos?

Señala que suele ocurrir que en el inicio de una relación ninguno de los involucrados se cuestione su rol y se produzca una entrega mutua en el plano sexual, sin complejos y sin ajustarse a norma alguna.

Sin embargo, resulta curioso que a medida que se avanza en el tiempo y disminuye la pasión, las reclamaciones y los cuestionamientos por motivaciones del papel de cada género se vayan introduciendo como un peligroso germen nocivo.

Ellas reclaman en muchas ocasiones que sean ellos los que tomen la iniciativa, puesto que así ocurre normalmente, y ellos protestan porque ellas la toman, sin saberlo , en momentos inapropiados en que no tienen apetencia, y esa "obligación" conduce con frecuencia a que no se pueda llegar a buen final. «Una de las cuestiones más importantes que tratamos en las sesiones de coaching —advierte— es la de las exigencias que se auto-imponen las parejas que se ven marcadas por los estereotipos sociales acerca de cómo se debe de actuar».

La posibilidad de transitar más sabiamente

El psicólogo John Bradshaw suele advertir con claridad que «las parejas necesitan aprender a entender y a superar la biología de la pasión para quedarse atrapados en el conflicto».

Por eso, esta especialista explica que, volviendo a las sesiones y al trabajo que las parejas hacen con aquellas cosas que les van sucediendo, es necesario entrenar la capacidad de comprender el ciclo evolutivo del amor para poder pasar sin complejos al compromiso amoroso. «Quedarse en la "etapa pasión" de una relación es como pensar en permanecer atrapados en la adolescencia. Resulta imposible, además de inconveniente. Ahora bien, la aceptación no es estancarnos de por vida en el sofá de casa sin proyectos, presos de la monotonía y de las costumbres».

Por el contrario, asegura que para que funcione el amor precisamos conocer los desafíos que se plantearán en cada una de las etapas por las que transcurre, así como contrarrestarlos con acciones tales como comunicación, proyectos en común, contacto corporal y afectivo , etc. También con una autonomía saludable para dotar de valor individual añadido a cada uno de los componentes de la pareja.

Algunas claves para no perdernos

—La comunicación con la pareja es esencial para que juntos puedan comprender que lo que les sucede es un estado transitorio. La pasión dando lugar a al sentimiento más amoroso.

No dejar de perder el contacto amoroso y la ternura no todo es la pasión

Fomentar sin forzar los encuentros eróticos regalarse pequeños instantes.

No entrar en aceptar los estereotipos sociales y utilizar la creatividad a tu favor.

—Seguir generando pequeños proyectos en conjunto sin perder los espacios propios.

Verónica Rodríguez concluye asegurando que el estrés postromántico, es una etapa donde los celos y la sensación de control se puede apoderar de la pareja. «Por eso, es muy importante para mantener la salud amorosa de la pareja comunicar nuestros miedos y sensaciones cuidando de esta forma el vinculo», advierte.

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