Familia

Las pautas claves para una paternidad consciente

La terapeuta Ángels Ponce explica cómo disfrutar del aquí y ahora con la familia

S.F.

La vida familiar ha sido engullida por la cultura de consumo y la tendencia a la inmediatez y la accesibilidad que proporcionan las nuevas tecnologías. Vivimos su momento más álgido de este proceso en el que nuestras expectativas están puestas en la perfección de lo que nos rodea, incluyendo nuestra familia e hijos.

De manera simultánea han surgido también nuevas teorías y fórmulas que compensan este estilo de vida y que abogan por vivir más despacio, por disfrutar del momento y de los procesos para ser conscientes del día a día.

Según apunta la instructora en mindfulness y terapeuta familiar, Àngels Ponce , el «slow parenting» pretende aportar equilibrio en el hogar, dedicando tiempo de calidad a los hijos y espacio para que exploren el mundo por ellos mismos. Se trata de controlar el horario familiar de manera que incluya un tiempo de inactividad para aburrirse, descansar, reflexionar o simplemente pasar el tiempo juntos.

De esa reflexión, Àngels Ponce, afirma que «la paternidad lenta significa permitir que nuestros hijos descubran quiénes son en lugar de modelarlos hacia lo que queremos que sean. Saber que lo más rápido no siempre es lo mejor . Que las personas y los niños necesitan menos actividades programadas y más tiempo en la naturaleza, menos entretenimiento y más paz interior».

Para la experta, «sentimos una gran presión por dar a nuestros hijos lo mejor y hacer que sean los mejores en todo, darles una infancia perfecta. Creemos que tenemos que presionar, pulir y protegerles con celo casi sobrehumano ; que nos tenemos que esforzar, sacrificar y estirar hasta el límite cada euro que ganamos para darles lo mejor. Desde esta posición, ser padres se convierte en una verdadera tiranía».

Asegura que otra de las herramientas que pueden ayudar a vivir esa crianza consciente es el mindfulness o atención plena, que no es más que la capacidad de cultivar la conciencia del momento presente, conectando con la experiencia directa de lo que ocurre aquí y ahora , con intención clara y sin juzgar, aceptando lo que surge en cada momento. 

Llevando este concepto al terreno de la paternidad, fundamentalmente significa aprender a estar con lros hijos de manera completamente presente, sin tener la cabeza en otra parte , sin perderse ningún detalle, bailando a su ritmo, sorprendiéndonos con ellos. «Para ello, sin duda, tenemos que parar, observar y sentir con ellos», puntualiza.

Pautas para una paternidad consciente

Desde esta perspectiva, Ponce aporta 10 claves para conseguir esa crianza plena que la rutina y el estilo de vida actual nos impiden muchas veces disfrutar.

1. Ser un modelo de “calma” o de quietud para tus hijos. Que te vean disfrutando de «no hacer nada»: escuchando los sonidos de los pájaros o una canción con los ojos cerrados, o de mirar un atardecer, la luna… Invítalos a que te acompañen en silencio por unos minutos.

2. Acompañarlos en sus momentos de curiosidad. Si a tus hijos les gusta hacer alguna actividad de observación como seguir el camino de las hormigas del jardín, ojear un libro, mirar las formas de las nubes; siéntate a su lado y aprende en silencio. Entrénate para ponerte en sus zapatos y ver las cosas con sus ojos: con curiosidad. No les interrumpas ni comentes nada, simplemente acompáñalos.

3. No programar todo su tiempo, dejando espacio para la improvisación. De esta manera surgirá su creatividad innata. Si les diriges toda su jornada, pierden la posibilidad de desarrollar su imaginación y mostrarse como realmente son.

4. Dedicarles un tiempo exclusivo. Si tu apretado horario solo te permite estar con ellos dos horas, pero además tienes que hacer otras cosas (como la cena, los baños, la ropa…) no vale. Eso no es estar con ellos. Regálales 20 de esos minutos solo para ellos, sin nada más por hacer que prestarles atención. Ese va a ser un tiempo de calidad, si es poco no importa, lo van a valorar mucho.

5. Adaptarte. En general, los adultos vamos perdiendo nuestra capacidad de ser o de estar. A medida que crecemos y vamos adquiriendo más responsabilidades y nos vamos centrando en la necesidad de hacer cosas incluso para disfrutar. Nos desconectamos de la experiencia. Los niños, en cambio, todavía conservan la capacidad de sorprenderse, de sentir curiosidad y maravillarse por todo, de realmente disfrutar de cada momento. Estar a su lado, aprender de ellos, muchas veces nos conecta de nuevo con nosotros mismos.

6. No ir siempre con prisas. Incluso cuando hacemos cosas con los niños vamos acelerados, queremos verlo todo en un museo, pretendemos subir a todas las atracciones, saludar a todos los animales del zoo… No es necesario hacerlo todo en un día o unas horas. Dale tiempo a las actividades que programes con los niños y ten en cuenta que quizás sientan «la llamada» de algo en especial y se queden un buen rato con eso que les llamó tanto la atención o pretendan repetir lo mismo infinidad de veces. Los niños son así, no les estreses con tus «tenemos que», relájate y disfruta con ellos. Es más importante experimentar.

7. Aplicar el menos es más. No es necesario que un niño tenga todos los juguetes o cosas materiales que desea, que están de moda o que tienen sus amigos. Lo que más necesita es a ti como madre o padre, tu compañía, tu atención y tu cariño. No hay nada que pueda sustituir eso.

8. Apagar la televisión, la tablet, el ordenador y el teléfono móvil. Tú primero. No puedes pretender controlar el uso que tus hijos hacen de las tecnologías si cuando estás con ellos en casa, en el parque o en la piscina estás con la cabeza baja revisando el correo electrónico desde tu teléfono.

9. Descubrir a tu hijo tal como es. Olvídate de tus expectativas acerca de lo que quieres que tu hijo sea. Tu hijo ya es, tiene su carácter, personalidad, preferencias, sueños, ilusiones… Descúbrelas y acompáñalo.

10. Siente lo que significa para ti ser madre o padre. A pesar de que en ocasiones es una tarea difícil, cansada e incluso agotadora, nuestros hijos nos inspiran sentimientos profundos de agradecimiento, orgullo, admiración y sobre todo amor. No te lo pierdas. Párate, respira y siente todo eso; no desde la cabeza, sino desde el corazón.

En definitiva, no se trata conseguir ser los mejores padres, ni de tener «hijos perfectos», sino de valorar y cultivar con calma las etapas y circunstancias de cada familia, creando el ambiente propicio a través del slow parenting y el mindfulness para que el crecimiento de los niños siempre sea una etapa de descubrimiento respetada.

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