Aunque no hayan superado el curso, los niños deben descansar unos días antes de ponerse a estudiar
Aunque no hayan superado el curso, los niños deben descansar unos días antes de ponerse a estudiar
Estudiar en verano

Los padres no deben asumir los suspensos como una tragedia

Los expertos explican cómo actuar ante unas malas notas para que no arruinen las vacaciones y el niño pueda sacar el curso adelante

MADRID Actualizado: Guardar
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Con el verano llegan las ganas de desconectar y disfrutar del buen tiempo. Pero tras recoger las notas, muchos padres se preguntan cómo deben reaccionar y qué pueden hacer para que su hijo saque adelante los suspensos y apruebe el curso sin desbaratar las vacaciones de la familia.

No hay que tomárselo como una tragedia, sino reflexionar sobre lo que no funciona. «No es lógico llevarse sorpresas. Si hemos estado pendientes sabremos las dificultades o la actitud que ha tenido nuestro hijo durante el curso», apunta Virginia Carrera Ramírez, psicopedagoga de la Consulta de psicopedagogía Virginia Carrera.

Los primeros días, tanto si hay que recuperar como si el niño ha pasado «limpio», es importante descansar, pero Carrera recomienda que este tiempo no sobrepase una semana.

A partir de ahí, «los niños que han suspendido deben planificar su estudio, cumplir con un horario y repartir el esfuerzo durante todo el verano para poder revisar lo necesario en la última semana», aclara la profesional.

Para empezar, no deben agobiarse. Según la experta, no se puede estar todo el verano sin realizar actividades escolares. Incluso los niños que han aprobado todo «necesitan asentar los conocimientos adquiridos y mantener el hábito de estudio, ya que de otro modo, cuando vuelvan a la rutina notarán la falta de actividad intelectual», asegura la psicopedagoga. Además, hay que tener claro que hay tiempo para todo.

No hay que martirizar, siempre es bueno estudiar

Para los adolescentes que hayan aprobado el curso, hay tanto «libros de vacaciones» como ejercicios en internet. «Lo importante es utilizar un contenido que se corresponda con el curso ya acabado y que profundice en conocimientos sobre áreas fundamentales como lengua o matemáticas. Y si, a lo largo del curso, se han notado dificultades en otra asignatura, es el momento perfecto para reforzarla», aclara la experta.

En cualquier caso, Virginia Carrera tiene claro que, aunque sea con otro tipo de actividades, hay que fomentar el hábito de realizar tareas y esforzarse. No hay que olvidar que la lectura es uno de los mejores valores que se pueden inculcar. Además, es recomendable trabajar la atención y la concentración -a través de pasatiempos- y el razonamiento matemático -jugando con ellos a calcular gastos o ingresos relacionados con la vida cotidiana, por ejemplo. Si tienen entre 3 y 6 años, se puede dedicar media hora diaria a hacer dibujos, realizar fichas o utilizar juegos educativos.

Para aquellos que suspenden alguna asignatura, si el alumno tiene problemas a la hora de comprender o estudiar la lección, es esencial no «martirizarlo». Hay que tener cuidado para no minar su autoestima y el adolescente debe saber «que tiene ayuda y que con esfuerzo conseguirá lo que se proponga», afirma Virginia Carrera.

Nunca obsequios materiales

Si por el contrario, los resultados son por falta de esfuerzo, los niños «deberán saber que sus padres están dolidos y decepcionados, pero sin gritos». Se deberán establecer unas obligaciones con su correspondiente recompensa, es decir, un refuerzo positivo. Hay que ser firmes, tener paciencia y nunca obsequiarlos con algo material. «Se trata de que comprendan que su actitud tiene consecuencias. Cuando cumplan con el objetivo, podrán divertirse. Lo ideal sería pactarlo con el niño para que vea que su opinión cuenta y que al tomar la decisión adquiere una responsabilidad», concluye la experta.

Las notas son el resultado de un proceso

Por su parte, Óscar González Vázquez, profesor y director de la Escuela de padres con talento, señala que no hay que buscar culpables, sino soluciones. «Los suspensos son solo un síntoma de que algo funciona mal. Todos podemos ser culpables, tanto los alumnos, como los padres y profesores. Hay que buscar los motivos: rendimiento, actitud, aptitudes, técnicas de estudio, tiempo de dedicación..., y a partir de ahí, organizar el verano», explica el experto.

En su opinión, hay que reaccionar con tranquilidad para que el crío entienda que todo es por su bien. «Es llamativo ver a padres que se ponen a gritar. Olvidan que las notas son el resultado de un proceso y que es día a día cuando hay que enseñarles a organizarse y a gestionar su tiempo. Todo se adquiere gradualmente. Además, deben entender que los deberes son su responsabilidad, no la de sus padres. Aunque esto no quiere decir que no se les pueda ayudar o acompañar hasta que adquieran cierta autonomía y aprendan a trabajar solos», afirma Óscar González.

Otra de las razones por las que hay que actuar de una manera natural y con paciencia es que, aunque no lo parezca, «los chavales son los que peor lo pasan en esas situaciones y los castigos muchas veces nos separan de nuestros hijos», según el experto. Es imprescindible escucharles cuando regresan de clase y no infravalorar sus preguntas e inquietudes. «Somos los responsables de reforzar su autoestima. No podemos valorar al niño únicamente por su rendimiento escolar, es más que una simple nota», apunta González.

Además, el profesor comenta la necesidad de fomentar la curiosidad y las ganas de aprender de los niños, y de «educarles en el esfuerzo para conseguir sus metas; un mensaje contrario al que están recibiendo desde la sociedad del consumo y el bienestar». Por último, el experto considera que una buena educación también consiste en dedicar tiempo a los jóvenes, saber escucharles y permitir que se equivoquen para que puedan comprobar que «un error bien enfocado es una oportunidad para aprender y crecer».

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