Este jueves 13 de julio es el Día Internacional del TDAH
Este jueves 13 de julio es el Día Internacional del TDAH - FOTOLIA

Convivir con un niño hiperactivo en verano: rutina flexible y mucha atención

A los menores con TDAH no les beneficia perder unos hábitos más o menos estructurados, aunque estén de vacaciones

MADRID Actualizado: Guardar
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El verano es muy largo y los niños y adolescentes tienen mucho tiempo libre para dedicarse a no hacer nada y disfrutar. Durante tres meses desconectan del colegio y las obligaciones, pierden los hábitos de la rutina escolar y gestionan su momento sabático «vagueando» todo lo que pueden. Pero hay casos excepcionales a los que no beneficia la pérdida de contacto con una rutina más o menos estructurada. Es el caso de los niños que sufren Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), para los que el verano es un momento estupendo para hacer cosas excepto nada.

Aunque este trastorno les perjudica principalmente en el entorno educativo por la exigencia de atención y concentración –que en casi la totalidad de los casos afecta a su aprendizaje–, también impacta en el contexto social en el que se desenvuelven, especialmente durante la adolescencia, un período en el que es probable que amplíen su círculo de amistades y se relacionen con todo tipo de personas.

¿Han de tomar los padres precauciones específicas en estos casos?

Los adolescentes con TDAH pueden adoptar conductas de riesgo durante el verano por su inquietud e impulsividad

«Los adolescentes con TDAH pueden adoptar ciertas conductas de riesgo durante el verano: es el momento en el que suele darse el primer contacto con el alcohol y otras sustancias», explica Javier Quintero, psiquiatra y director de Psikids. Hasta aquí, su comportamiento no difiere del de cualquier adolescente. «El problema es que son muy impulsivos e inquietos» y pueden «caer» con más facilidad en la ingesta de tóxicos. Para evitarlo, Quintero advierte a los padres que es «importantísimo observarlos» porque aunque en la mayoría de los casos el tratamiento no trasciende más allá de la escuela, «cuando el trastorno se circunscribe a la conducta, esa inquietud e impulsividad pueden ser peligrosas».

Rutina laxa, pero rutina

Dejar al menor relajarse hasta el punto de dedicarse exclusivamente «a lo que le da gana» desanda, según el experto, el camino que lleva todo el curso avanzando y al intentar recuperarlo puede tener «serias dificultades». Quintero afirma que «cuando un niño sin TDAH vuelve al colegio hay un pequeño esfuerzo de adaptación al cambio de ritmo, pero si padecen déficit de atención e hiperactividad los obstáculos son mayores». Pueden vivirlo con una gran sensación de ansiedad. «Por la propia autoexigencia y por la presión del entorno: si no se adapta en los tiempos habituales –una o dos semanas– los profesores no lo aceptan porque lo que el niño debería hacer difiere de lo que hace».

«Lo ideal es que se les planifique el verano de forma que por las mañanas puedan hacer algo –leer, practicar deporte...– que les mantenga activos cognitivamente; y el resto del tiempo, que hagan lo que tienen que hacer los niños en esta época: jugar y disfrutar», aconseja Quiñonero. «Lo que no tiene sentido es que su tiempo esté por completo estructurado y atado a una disciplina férrea, pero sí deben dejar espacio a mantener su cerebro activo y a relacionarse con otros niños».

No hay una fórmula inequívoca para plantear una rutina de un niño con TDAH en verano, pero el psiquiatra sí distingue qué actividades le pueden ser más beneficiosas, como los campamentos de verano o unas vacaciones en el pueblo, y cuáles menos, como las clases de apoyo académico que pueden parecer engañosamente favorables para cogerle el ritmo a la vuelta al colegio.

Si no le interesa, no sirve

El experto mantiene que el campamento de verano es una idea interesante para estos niños, pero que no vale cualquiera. Los padres deben hacerse las preguntas: ¿para qué y por qué? «Hay que preguntarles qué les gusta. ¿El fútbol? Pues le vendrá genial un campamento de fútbol. Le motiva, disfruta y va a sacar partido». Si la decisión ha de quedar en manos de los padres, entonces que se aproveche el campamento para intentar recuperar o compensar algunas de las dificultades del niño. «Necesitamos que aprenda inglés. Pues a un campamento de inglés», ejemplifica el psiquiatra.

Clases particulares en vacaciones: proyectar fuera del colegio las dinámicas que se trabajan dentro no es una idea positiva

No es sin embargo demasiado partidario de las clases particulares porque «proyectar fuera del colegio las dinámicas que se trabajan dentro no es una idea positiva. En el verano hay que aprender otras cosas, que además pueden servir en muchos casos para reforzar las bases del aprendizaje evitando que repitan una y otra vez lo mismo. Para conseguir cosas diferentes hay que hacer cosas distintas». «Para estos chavales aprender no es divertido, porque se les da mal, y a nadie le gusta hacer aquello que se le da mal. La academia es una metodología muy similar a la del colegio. No puede ser. Tenemos que hacerles entender que aprender puede ser divertido, y el verano es una muy época para buscar alternativas interesantes», asegura. «Incluso irse al pueblo con sus abuelos y hacer amigos es una dinámica más enriquecedora».

Lo que sí aconseja Quintero es «organizar mejor los tiempos conforme se vaya acercando el final del verano», e incuso reforzar la actividad cerebral con ejercicios de estimulación cognitiva. Recomienda «tareas con tabletas que permiten que el niño trabaje sobre un estímulo cognitivo orientado, porque están adapotados como si fuera un juego y consiguen además que el niño ejercite la atención».

Dice también que a veces es tan sencillo como dedicar tiempo a la lectura... Lo importante es que «no pase de estar en bañador y chancletas al aula, porque es un cambio muy brusco, y si a un niño sin trastorno TDAH le cuesta un mundo, a ellos les va a costar un mundo y medio».

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