Didi, en el centro de la imagen, junto a su familia de acogida madrileña
Didi, en el centro de la imagen, junto a su familia de acogida madrileña - isabel permuy

«Se nota que son pequeños muy queridos por sus familias»

Para esta familia madrileña la acogida temporal de Didi, un niño saharaui, está resultando tan positiva que el próximo año se plantean tener también a su hermana

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Cuando Abderraman –nombre por el que no prefiere que le llamen porque, en su opinión, los españoles no sabemos pronunciarlo correctamente, en su lugar quiere que le llamen Didi– llegó a la piscina de un polideportivo de Madrid se lanzó al agua sin saber nadar y sin pensárselo dos veces. Su madre de acogida, Amanda, se tiró tras él. «Él no sabía que era peligroso, nos tiramos vestidos a por él». En tres semanas Didi, un niño saharaui de diez años, ya sabe nadar y tirarse de cabeza. «El único gasto extra que hemos tenido son las clases de natación a las que le hemos apuntado», explica Amanda.

Para esta familia la primera experiencia de acoger a un niño saharaui está resultando tan positiva que se plantean tener también a la hermana de Didi el próximo verano.

Y están pensando viajar a los campamentos para conocer la situación.

«Didi es tímido, pero se ha adaptado muy bien –confiesa Amanda–, a pesar de que no sabía nada de español cuando llegó. En cuanto entró en casa y vio a mis dos hijos, Neco, de 7 años, y Aran, de 9, se puso muy alegre. Es obediente. A mis hijos les tengo que repetir varias veces las cosas, pero él atiende a la primera».

Convivencia familiar

Didi vive en un campamento de refugiados de Tinduf (Argelia), en la ciudad de Auserd. Esta familia madrileña mantiene contacto con la familia de Didi. «Cada cinco o seis días, cuando hay cobertura, hablamos por WhatsApp con su hermano mayor, que sabe español gracias al programa ‘‘Vacaciones en Paz’’. Le mandamos fotos y videos».

Didi vive unas vacaciones en un ambiente familiar: piscina, monopatines, bicicletas, amigos de la urbanización... «Cuando vio la playa por primera vez alucinó, disfrutó muchísimo de las olas y rebozándose en la arena», se ríe su madre de acogida.

«No me imaginaba que estos niños tuvieran tan buen nivel educativo»

En esta casa, no se olvidan las tareas escolares durante el verano. Y Didi también realiza las suyas. «Después de desayunar, mis hijos repasan y Didi escribe palabras en español, hace restas, sumas... No me imaginaba que estos niños tuvieran tan buen nivel educativo», se sorprende Amanda.

Amanda y su pareja David son muy conscientes de su función. Saben que despedirán a Didi entre lágrimas, pero con la alegría de que estará con su familia. «En los campamentos no tienen las mismas comodidades que aquí y están a 50 grados en verano, pero estoy segura que no lo cambiarían. Se nota que son niños muy queridos por su familia y su gente. De hecho, los niños saharauis regresan a sus casas con muchas ganas de ver a sus padres y familiares, después de las vacaciones enEspaña».

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