Carlos, de rojo y con discapacidad intelectual, ayuda a un niño del campament
Carlos, de rojo y con discapacidad intelectual, ayuda a un niño del campament
padres e hijos

Así es un campamento de niños con personas con discapacidad intelectual

La Fundación Juan XXIII ha puesto en marcha un programa de actividades para «normalizar» la discapacidad

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Silencio absoluto. Una sintonía se asoma en el estudio radiofónico de la Fundación Juan XXIII y José Ángel se acerca a su micrófono. Nervios, muchos nervios. Se dispone a hacer una entrevista a sus nuevos amigos: Adrián, de 11 años; Paloma y Lucía, de 13; Pelayo, de 8... No se trata de un programa cualquiera, ni de una entrevista más: José Ángel tiene 27 años y es discapacitado intelectual. Sus nuevos amigos son niños y niñas ajenos a la Fundación y que están allí porque sus padres han querido que formen parte de este campamento de verano denominado Integra Camp.

Es la primera vez que esta institución realiza un campus de estas caracteísticas abierto al público en general para que niños de entre 8 y 12 años se mezclen con los usuarios de la fundación.

«El objetivo es que realicen talleres juntos y que los niños que se apunten vean desde pequeños todo lo que son capaces de hacer las personas con discapacidad intelectual —apunta Esther Molpeceres, psicóloga y coordinadora del centro de Día de la Fundación Juan XXIII (www.fundacionjuanXXIII.org)—. En las diferentes actividades los niños asumen los valores del esfuerzo y superación al observar como los usuarios de la fundación luchan por lograr los objetivos de cada taller».

Antes de empezar el campamento, los niños reciben una pequeña charla en la que se les explican las condiciones de los usuarios para que sepan, entre otras cosas, que suelen preguntar muchas cosas, que dicen lo que piensan en cada momento, que son muy cariñosos y abrazan mucho... Y para que pierdan el miedo que puede dar una apariencia física diferente».

Según Andrea González, coordinadora de Integra Camp, la integración es muy rápida. «Los usuarios están muy contentos de ver chicos nuevos que juegan y les ayudan a hacer actividades. Les motiva mucho. Muy rápido se mezclan y trabajan en equipo estableciendo lazos de compañerismo y complicidad».

«Lo bien que hacen todo»

Javier, de tan solo 9 años asegura que es un campamento muy divertido y que lo que más le ha sorprendido es «lo bien que hacen las cosas estando malitos». Reconoce que a veces dicen frases que me cuesta entender «pero entre un campamento normal de deportes y este, me quedo con este. Espero que mis padres me apunten también el año que viene».

Pelayo, de 8 años, reconoce que está en Integra Camp porque le apuntaron sus padres. «Al principio me sentía incómodo cuando me abrazaran porque no les conocía tanto, pero es que son muy cariñosos. También he aprendido que hay que tener un poco de paciencia para que terminen las cosas. A mi familia le cuento que ahora tengo amigos discapacitados que son muy simpáticos y hacen muchas cosas».

Sorprendida. Así es como se manifiesta Lucía, de 13 años, al darse cuenta de que «no son tan diferentes». «Con ellos hemos hecho un programa de radio, hemos cocinado, realizado manualidades, participado en trabajos de manipulado que suelen hacer para algunas empresas, hemos trabajado en el huerto... No paran y nos han enseñado a hacerlo».

Con una sonrisa de oreja a oreja Carlos, de 29 años y usuario de la fundación, quiere que pongamos en este reportaje que le encanta que se apunten niños de fuera para poder tener más amigos. «Estamos muy bien juntos y no les importa que tengamos discapacidad porque nos divertimos mucho». José Ángel, tras los nervios de la entrevista radiofónica, comenta ya más tranquilo que «para mí es una gran experiencia porque nos evade de la rutina. Ojalá pudieran venir todo el año», apunta.

Las plazas están disponibles hasta el 31 de julio.

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