Museo del Botijo de Villena
Museo del Botijo de Villena - ABC
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La meca del botijo

El Museo del Botijo expone 1.600 piezas de las más sorprendentes formas y colores, como una mazorca de maíz asaltada por un caracol gigante o un portal de Belén

Madrid Actualizado: Guardar
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De ser una tecnología doméstica primordial antes de la era de los frigoríficos a convertirse en un objeto decorativo digno de una galería de arte. Esa evolución se puede admirar como en casi ningún otro sitio en el mundo en Villena, donde el Museo del Botijo expone 1.600 piezas de las más sorprendentes formas y colores, como una mazorca de maíz asaltada por un caracol gigante o un portal de Belén, por poner solo un par de ejemplos.

La idea de ir coleccionándolos partió en 1970 de Pablo Castelo, que no ha perdido el entusiasmo por la artesanía que se ha desarrollado con este enser omnipresente antaño en tantos hogares castellanos, mediterráneos, andaluces... y en otros muchos países. De hecho, sus familiares y amigos le han ido proporcionando auténticas joyas para conservar el agua fresca o simplemente adornar una cocina, procedentes de lejanas latitudes.

El propio Castelo ha recorrido Rusia, Argentina, Colombia, México, Chile, Paraguay, Perú, Marruecos, Francia, Grecia, Portugal, Italia y Turquía buscando ejemplares raros.

La exposición está organizada por territorios y tematizada, lo que permite distinguir estilos. «En Cataluña y la mitad sur de la península, predomina el botijo vitrificado, con colores fuertes, que dan una belleza agradable a la vista en su conjunto, mientras en la mitad norte se usa el barro rojo generalmente y parte vitrificado en marrones, por lo que se les ve más austeros, pero no por ello menos bellos», describe el coleccionista.

En su extensa lista de nombres propios con honor, Castelo cita a Paco Tito y los Hermanos Almarza (Jaén) y los Punter (Teruel), así como a infinidad de municipios de estas dos comunidades y de Extremadura, Cataluña, las dos Castillas, Galicia o Murcia, donde se encontró el primero.

Más cercano a su museo, se encuentran el vecino municipio alicantino de Agost, donde producen con maestría el clásico blanco, y la localidad valenciana de Manises, de donde salen espectaculares figuras esculpidas como verduras -desde berenjenas a pimientos, tomates o alcachofas- y frutas. También abundan los gallos, tal vez por su fisionomía que encaja con la forma del botijo. Para algunos paisanos de Castelo, se trata del «segundo» tesoro de Villena, después del hallazgo en 1963 de 59 piezas de oro, plata, bronce y ámbar con casi 10 kilos de peso.

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