La Reina posa con uno de los modelos de Felipe Varela
La Reina posa con uno de los modelos de Felipe Varela - ABC

El diseñador favorito de Doña Letizia democratiza su firma

Felipe Varela lanza una línea más económica y vuelve a vender en tiendas multimarca

Madrid Actualizado: Guardar
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Felipe Varela, el elegido de Doña Letizia, sabe ajustar una sisa a la medida de la Reina y acertar con sus encajes y su extremada discreción. Pero eso no quiere decir que el prêt-à-porter esté en sus manos. La empresa del afortunado creador impulsa ahora su segunda línea, llamada «Varela». Si bien la colección se va a distribuir en la tienda del creador, evidentemente, es esta una llamada de la distribución múltiple y los grandes almacenes. Pero esta puede ser una trampa empresarial involuntaria para Varela, quien tendría que vender sus colecciones en tiendas conocidas e incluso en El Corte Inglés.Con unos precios que empiezan en los 800 euros y suelen estar por encima de los 1.000, Varela ahora creará modelos alrededor de los 400 euros.

Esto es todo un desafío para una casa de modas local. Porque distribuir en «cabeza ajena» nada tiene que ver con la realidad.

La empresa multinacional y en canales múltiples nada tiene que ver con los pequeños talleres de autor. Pasar del «a medida» a las grandes cantidades no es fácil, ni siquiera siempre deseable. Pero no se puede ir a la «gran liga» sin pasar por una distribución amplia e internacional. Varela querría ahora entrar en el mercado latinoamericano, un campo maduro para un estilista que ha sido copiado por creadores hispanos, que no han dudado en replicar sus prendas incluso para las primeras damas de países tan destacados como México o Argentina. Y es que el «estilo Letizia» ha calado fuera de nuestras fronteras.

Pero el creador español tendría en mente otros mercados, como el de Europa del Este, para competir con otras empresas que se centran en Rusia y los países de su entorno para completar sus ventas anuales. Varela, con la imagen de la Reina Letizia por delante, podría «hacer pupa» a muchos creadores de fama internacional, si bien los clientes no buscarán sus piezas más vistas en la pasarela, sino aquellos clásicos que Doña Letizia ha hecho famosos. Escotes ilusión, vestidos de encaje y accesorios sofisticados serán un must.

No es la primera vez que Varela vende en gran distribución. Tras abrir su casa de modas en 1994 y centrar sus operaciones en la tienda de Ortega y Gasset unos años después, decidió centrarse en las ventas directas a clientas conocidas. El resultado fue óptimo, si bien tenía un límite físico y estratégico que ahora Varela ha decidido superar.

La máxima de la discreción

Con la ayuda de sus hermanos, leales y profesionales, el modisto maneja bien la empresa y las redes de comunicación. Aunque se ha centrado en la discreción -la clave de su negocio en lo que toca a Doña Letizia-, sus diseños no han calado en la Mercedes-Benz Fashion Week de Madrid, donde ha mostrado ya en dos ocasiones, tras años de ausencia, modelos poco similares a los que su mejor embajadora luce en público.

El millón y medio de euros de negocio no contemplaba hasta ahora la gran distribución. Porque se trata de un negocio distinto. Varela no tendrá la misma rentabilidad cuando se acerque de nuevo a este ámbito: la mercancía no estará vendida de antemano, se tendrá que conformar con un 60% o 70% de lo que se llama sell-through, o ratio de ventas respecto a lo puesto en venta. Además, el margen comercial se lo llevarán terceros, con lo que ello implica en la cuenta de resultados. Y estará compitiendo con cientos de marcas potentes y eficientes que saben adaptarse al mercado y fabricar a precio.

Si Varela quiere tener éxito en el mundo comercial de los cinco continentes, deberá definir sus colecciones más a fondo, acertar con propuestas vendibles, centrarse en modelos reconocibles y buscar el margen comercial fuera de su tienda. Tarea harto difícil, porque compite con los grandes del sector. Nadie ha dicho que la moda sea tarea sencilla ni que los clientes estén sedientos de más de lo mismo. Pero con cabeza y mesura, todo puede ser posible.