Donald Trump junto a Mike Pence en su avión
Donald Trump junto a Mike Pence en su avión - REUTERS

Trump vuela más alto que Hillary

Los candidatos recorren Estados Unidos en un Boeing, pero el lujoso 757 del republicano deja en mal lugar al modesto 737 de la demócrata

CORRESPONSAL EN WASHINGTON Actualizado: Guardar
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Si al controvertido magnate y candidato republicano Donald Trump le bastase con su avión para convencer de las bondades del eslogan «Make America Great Again» (Hacer América grande otra vez), su rival demócrata, Hillary Clinton, no tendría opción. La comparación otorgaría a su aeronave una ventaja olímpica: más grande, más alta, más fuerte… Sobraría la elección presidencial. Si la exsecretaria de Estado tuviera suficiente con la humilde imagen de su recién estrenado reactor de campaña, frente a la lujosa mansión aérea del millonario, en una versión de David frente a Goliat, también tendría el camino electoral despejado. El recién estrenado avión de campaña de Clinton ha dado pie a la comparación. Un Boeing 757 frente a un Boeing 737.

El Air Force Trump frente el Air Force Hill.

El pasado lunes, fiesta nacional por el Labor Day (Día del Trabajo), la aspirante a primera presidenta de Estados Unidos simuló el despegue de su estancada campaña con una doble presentación: la suya propia, ante un grupo de periodistas molesto con tanta incomparecencia, cifrada en 275 días sin ruedas de prensa, y la de un avión que desde que dejó la pista del aeropuerto de Westchester, en el condado de Nueva York, transporta a la prensa testigo de su intentona presidencial. Minutos antes de partir hacia Cleveland (Ohio), el 737-800 lucía renovado, tras el correspondiente retoque de chapa y pintura, con una combinación de blanco y azules, en distintos tonos, a juego con la chaqueta de la candidata. Sobre el costado del aparato se podía leer el eslogan de campaña «Stronger Together» (Juntos más fuertes), rematado por debajo con la dirección de la página web, hillaryclinton.com. Con pequeñas banderas de Estados Unidos estampadas en el exterior de la nave, la «H» con flecha que conforma el logotipo electoral resaltaba en la cola del avión. Antes de embarcar, Clinton saludó uno a uno a la decena de personas que integran la tripulación que acompañará a la candidata demócrata hasta el último día previo a la elección del 8 de noviembre, operado por la compañía Xtra Airway.

En lo esencial, el Boeing que conduce a Clinton mantiene por dentro el aspecto de vuelo comercial, el mismo que ofrece el avión desde que entrara en servicio en 2002, adquirido por la compañía Airberlin. Nada que ver con los aviones oficiales con los que recorrió el mundo durante los cuatro años (2009-2012) que dirigió el Departamento de Estado. Los mismos 186 asientos de fabricación, en filas de tres y tres, con pasillo en medio, y repartidos en otros tres compartimentos, reservados por las compañías para las clases Business, Primera y Turista. Esta última la ocupa el grupo de cuarenta o cincuenta periodistas que viajarán diariamente con la candidata, a coste cero. La parte central la ocupan miembros del servicio secreto y del equipo de prensa de su campaña. Mientras que los asientos de preferencia serán compartidos por Clinton y sus asesores más cercanos. Tras Airberlin, antes de terminar en Xtra Airway, el avión formó parte de la flota de Orenair.

Hillary Clinton en su avión
Hillary Clinton en su avión - AFP

La casualidad quiso que el día del estreno del avión demócrata, apenas una hora antes, el Boeing de su enemigo de campaña, Donald Trump, recorriera la pista para despegar del mismo aeropuerto neoyorquino. Y también rumbo a Cleveland. Bien mirado, la coincidencia es explicable. Ambos viven en Nueva York, y la capital de Ohio, uno de los estados industriales en declive por excelencia, se ha convertido en compartido objeto de deseo electoral. Y más en el Día del Trabajo.

El 757-200 de Donald Trump asciende al viajero a otro nivel. El magnate, que fleta aviones semanalmente para los periodistas que quieran cubrir sus mítines, previo pago, se reserva su juguete para él, su familia y su guardia pretoriana. Son sus propios fondos, y no los de ninguna campaña. En momentos puntuales, cuando deben comparecer juntos en algún acto, su ticket presidencial, el gobernador de Indiana, Mike Pence, le acompaña en el vuelo. Aunque lo más frecuente es que el candidato a vicepresidente haga campaña en otro avión fletado por él, un 737 muy similar al de Clinton, que está operado por Eastern Air Lines.

Los 100 millones de dólares que Trump pagó al cofundador de Microsoft Paul Allen sitúan la aeronave entre las ocho más valiosas del mundo. No es el Air Force One, es el «Air Force Trump», más lujoso y hecho a la medida del magnate. Que los 230 asientos de capacidad se hayan reducido a 43 da una idea del espacio y el confort. El avión impone ya desde el exterior. Un TRUMP en mayúsculas bañadas en oro se incrusta en la parte principal del aparato, que culmina en su cola con una gran T roja, que, combinada con el amplio azul del avión, dibuja los colores de la bandera estadounidense. Y más oro: en los grifos del baño, en los cierres de los cinturones de seguridad de los asientos y en el bordado del escudo familiar que encabeza cada uno de ellos. Una lujosa habitación matrimonial, junto a otro dormitorio de invitados, y un salón equipado con el mejor sistema audiovisual del mercado, destacan entre las comodidades del mejor avión de campaña que ha surcado los cielos de Estados Unidos.

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