Oscar Pistorius, junto a su novia Reeva Steenkamp, en una foto de 2012
Oscar Pistorius, junto a su novia Reeva Steenkamp, en una foto de 2012 - AFP

La sangrienta noche de San Valentín en la que Oscar Pistorius pasó de héroe a asesino

El 14 de febrero de 2013, el atleta disparó en cuatro ocasiones a su novia Reeva Steenkamp, aunque todavía hoy asegura que pensaba que se trataba de un ladrón

Johannesburgo Actualizado: Guardar
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Se cumplen cuatro años del asesinato de Reeva Steenkamp a manos de su pareja, el exatleta paralímpico Oscar Pistorius. El velocista sudafricano, que cumplió 30 años el pasado 22 de noviembre, está actualmente cumpliendo condena en la prisión de Atteridgeville en Pretoria, tras pasar un año entre rejas y otro año y medio más bajo arresto domiciliario.

La madrugada de San Valentín de 2013 el deportista disparó hasta en cuatro ocasiones a su novia, que se encontraba en el baño de la casa del medallista en Pretoria. Pistorius alegó que la confundió con un intruso, versión que ha mantenido en todo momento, y que su única intención fue proteger a Steenkamp. Algunos vecinos, sin embargo, declararon haber oído una fuerte disputa entre ambos minutos antes de escuchar los disparos.

Según el fiscal del caso, Gerrie Nel, la modelo se habría encerrado en el cuarto de baño para refugiarse de su pareja, con quien salía desde 2012.

Un juicio, dos sentencias

El 21 de octubre de 2014, el Tribunal Superior de Justicia de Pretoria condenó a Pistorius a cinco años de prisión por un delito de homicidio. La jueza Thokozile Masipa no dio por buena la versión del deportista, que aseguraba que pensó que Steenkamp era un ladrón que se había colado por la ventana del baño. El atleta ingresó ese mismo día en la cárcel de Kgosi Mampuru II de Pretoria, de la que salió un año después por buen comportamiento, pasando a cumplir el resto de la condena en régimen de arresto domiciliario en la mansión familiar situada en la capital ejecutiva sudafricana.

Los cuatro tiros que dio Pistorius contra la puerta del baño
Los cuatro tiros que dio Pistorius contra la puerta del baño - REUTERS

La Fiscalía del Estado recurrió y, en diciembre de 2015, el Tribunal Supremo de Apelación anuló la primera condena y encontró al deportista culpable de asesinato, al considerar que debería haber sido consciente de las posibles consecuencias de sus actos. Es decir, consideró probado que Pistorius tenía intención de matar a quien estuviera tras la puerta, lo cual implicaba pasar de un cargo de homicidio a uno de asesinato. Una semana antes de conocer la segunda sentencia, el velocista concedió una entrevista a una cadena británica (ITV) en la que transmitía su deseo de no volver a prisión: «No quiero arruinar mi vida entre barrotes», aseguró. Las declaraciones causaron gran revuelo por la imagen de vulnerabilidad que trasmitía el atleta.

El 6 de julio de 2016, la jueza le condenó a seis años de prisión, una sentencia que el fiscal consideró muy leve teniendo en cuenta que la ley africana prevé un mínimo de 15 años para delitos de asesinato. La magistrada justificó su condena alegando que Pistorius «no es una persona violenta, que ha demostrado públicamente su arrepentimiento y que es un buen candidato para la rehabilitación». También tuvo en cuenta su discapacidad.

El abogado del «chico de oro», Barry Roux, también utilizó su minusvalía para pedir clemencia y evitar que su cliente volviera a prisión. La defensa le aconsejó cambiar su habitual traje negro por unos pantalones cortos y camiseta de deporte y le instó a que caminara sobre sus muñones en el tribunal para demostrar su vulnerabilidad sin las prótesis. Roux ha mantenido en todo momento que el atleta olímpico y paralímpico se encuentra en una profunda depresión y que es un «hombre destrozado».

Apenas un mes después de su reingreso en prisión, Pistorius fue trasladado a un hospital con heridas en las muñecas, causadas, según los guardias del penal, por unas cuchillas que encontraron en su celda. La familia Pistorius negó rotundamente que se tratara de un intento de suicidio.

El pasado mes de noviembre abandonó la cárcel de Kgosi Mampuru II para ingresar en Atteridgeville, un centro para delincuentes con penas de hasta seis años. Allí espera conseguir las condiciones necesarias para obtener la libertad condicional, aunque la Fiscalía sudafricana apelará la condena en los próximos meses y volverá a pedir 15 años de prisión.

Errores y contradicciones

El juicio ha estado sometido a un gran escrutinio, por lo que la trascendencia de los errores policiales y judiciales ha sido una constante durante todo el proceso. Roux fue el primero en advertir de irregularidades en la investigación policial. Hilton Botha, que fue el primer agente en llegar al lugar del crimen, fue presionado para confirmar que se podían haber contaminado pruebas la noche de los hechos y, además, terminó apartado del caso por tener un juicio pendiente por intento de asesinato.

Pistorius, caminando sobre sus muñones durante el juicio
Pistorius, caminando sobre sus muñones durante el juicio - REUTERS

Las contradicciones de Pistorius en sus declaraciones, las imprecisiones y la ambigüedad en algunos detalles clave para la investigación (como si llevaba o no las prótesis puestas en el momento de efectuar los disparos o el lugar donde se encontraba la pistola) hacen de este un caso especialmente complejo.

Otro aspecto relevante de las pesquisas fue determinar en qué posición se encontraba Steenkamp. Para el capitán de la policía Christian Mangena, citado por la Fiscalía, la modelo se encontraba en una posición defensiva, agazapada y cubriéndose la cara al recibir los tiros, una versión que fue puesta en entredicho por otro experto en balística llamado a declarar por la defensa. Para él, Steenkamp se disponía a salir del baño y el orden de los disparos efectuados era diferente al indicado en el informe policial.

De héroe a villano

La expectación que levantó este caso en Sudáfrica fue tal que adquirió una dimensión mundial y el juicio fue retransmitido en directo por televisión. Uno de los periodistas que siguió el caso desde el primer día fue Barry Bateman, coautor del libro «Behind the door» («Detrás de la Puerta») junto con Mandy Wiener. «Él era un atractivo atleta convertido a superestrella, que tenía afición por los coches veloces y las armas. De repente mata a su bella novia el día de San Valentín. Nadie podría imaginarse un guoión más jugoso», declara el periodista sudafricano a ABC.

«Hubo una cobertura mediática sin precedentes de todas las partes involucradas desde el mismo día del tiroteo. No creo que la cobertura del juicio tuviera ningún efecto sobre el funcionamiento de la Corte. Sin embargo, sí ejerció una presión significativa sobre Oscar, su familia y la de Reeva», explica Bateman, que pasó de tener 17.429 seguidores en Twitter el 15 de febrero a 122.743 en tan solo una semana. Pistorius estaba «en la cresta de la ola» tras su participación en los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Londres y había firmado importantes contratos de patrocinio. «2012 fue un gran año para Oscar».

El fatídico suceso polarizó a la opinión pública: por un lado, los que creían que se trataba de un trágico accidente y que el deportista debía ser perdonado y, por otro, los estaban convencidos de que se trataba de un caso de violencia de género y, por tanto, pedían una condena ejemplar. El periodista y escritor sudafricano confiesa tener sentimientos encontrados al respecto. «No soy un fanático del deporte y no veo a los deportistas como héroes. Así que era solo otra triste historia que debía cubrir», declara. Para Bateman, sí se ha hecho justicia para Steenkamp: «El tiempo que Oscar pasará en la cárcel será suficiente castigo, considerando la abrumadora pérdida que ha experimentado emocional, social, profesional y económicamente», sentencia.

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