Seiichiro Nishimoto, CEO de Shelter Co, en su búnker
Seiichiro Nishimoto, CEO de Shelter Co, en su búnker - REUTERS
GENTE

Pánico al «Trumpapocalipsis»

La creciente tensión internacional y el miedo a una guerra nuclear disparan la ventas de búnkers entre los millonarios

Los Ángeles Actualizado: Guardar
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¿Estamos ante el principio del fin de la civilización moderna? Las Elites del mundo así lo creen y se preparan para su supervivencia. Los miles de millones de ordinarios humanos que pueblan el planeta pueden olvidarse del futuro, si los atolondrados líderes egomaníacos sacan a pasear su «masculinidad» a lomos de cohetes nucleares. El pánico y la ansiedad se contagia entre los multimillonarios de todo el mundo.

En cada país, un pequeño grupo de privilegiados está construyéndose lujosos búnkers ante la incertidumbre política que nos acecha. Los súper billonarios, ese 1 % que sabe más que el resto, parece ser la sociedad civil destinada a poblar la tierra tras el apocalipsis. La fiebre por construir refugios de lujo bajo tierra se ha puesto de moda entre las elites, que anticipan una era de prosperidad, solo para los elegidos, una vez haya pasado el apocalipsis.

Una era en la que ellos serán los únicos pobladores del planeta.

Banqueros, políticos, estrellas de Hollywood, deportistas, propietarios de empresas tecnológicas y, en general, todo aquel con acceso a información y grandes sumas de dinero, se apunta a la tendencia del invertir en refugios de lujo. Los ricos escapan de la ciudad por miedo a ver amenazada su seguridad. Su éxodo les lleva a lugares privados, donde puedan formar una comunidad con acceso exclusivo. Pero su ansiedad se ve desatada por los ataques terroristas, el cambio climático y la posibilidad de una guerra nuclear.

Este miedo puede congregar a los ricos bajo tierra. Gary Lynch, director de Rising S Bunkers, en Texas, se especializa en construir búnkers de lujo y asegura que la inversión en este tipo de edificios se ha incrementado un 700 por ciento en el último año, especialmente con la llegada de Trump al frente del Gobierno Norteamericano. El precio de estos apartamentos oscila entre los 39.000 dólares por un cuarto pequeño y los 8,35 millones de dolares por espacios que cuentan hasta con establo para los caballos.

En la revista «Hollywood Reporter», Mike Peters (dueño de Ultima Bunker) menciona: «La gente quiere lujo bajo tierra porque sabe que el futuro va a ser duro». Para Robert Vicino, fundador de Vivos, (compañía de refugios de lujo en Indiana), «Bill Gates tiene búnkers de lujo bajo sus casas en Rancho Santa Fe y Washington. Los refugios bajo tierra son los nuevos seguros de vida” explica en la revista. Equipado con protección contra bombas y ataques biológicos, Survival Condo Atlas es un complejo construido bajo tierra a la medida de sus clientes y diseñado para que sus residentes se sientan como en casa.

En la república de Checoslovaquia se ha construido The Oppidium, un complejo residencial donde los habitantes pueden vivir diez años bajo tierra manteniendo reuniones digitales con otros habitantes de otros apartamentos «underground» en distintos puntos del planeta. The Oppidium tiene energía para simular la luz del sol en la piscina y el jardín construidos a tal efecto.

Entre estos «invulnerables» agujeros de lujo destaca Earthship eco, que sostiene que los humanos deben evolucionar como especie en función de sus necesidades y construye santuarios indestructibles a una guerra nuclear, eso sí, diseñados por arquitectos de renombre. Estos hogares permiten sobrevivir a cualquier clima, son autosuficientes en caso de una catástrofe o radiación y , además, «amigos» del medio ambiente. Una comunidad exquisita para consumidores sibarita s que puedan permitirse los casi dos millones de euros que cuesta cada una de estas naves/viviendas a la medida del incierto futuro

Profetas de la literatura del milenio, como la canadiense Margaret Artwood, ya nos avisaron del principio del fin, ahora son los multibillonarios, esa elite que tiende a saber lo que el resto solo adivinamos, quienes invierten su esfuerzo y su dinero en protegerse del apocalipsis, o del que ya se llama en Estados Unidos: el «Trumpapocalipsis».

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